LA PELÍCULA EN LA MEJOR WEB DE CINE: LA BUTACA
por JOAN PAU INAREJOS
Nota: 7
Con toda seguridad, a sir Arthur Conan Doyle le daría un jamacuco si viera lo que el ex de Madonna ha hecho con su Sherlock Holmes. Y no es para menos: Guy Ritchie ha quemado las naves literarias para convertir el sombrío y riguroso detective en un cachondo James Bond, mujeriego, deslenguado, cabronazo y endiabladamente divertido gracias a un Robert Downey Jr. tocado por las musas.
Con una sana irreverencia hacia el Mito y hacia sus fans más fervientes y escrupulosos, Ritchie ha rodado casi una parodia del mundo victoriano, con un Londres videoclipero y alucinógeno, fantásticamente detallista y vivaz, en la línea de aquel París de ficción donde Nicole Kidman y Ewan McGregor cantaban al amor con letras de los Beatles y Witney Houston (Moulin Rouge, 2001)
Bravo por el chispeante tuneo que le han pegado a Sherlock, uno de los arquetipos que se tenían por más inamovibles y que ahora vemos resucitar en el espíritu de los tiempos: de la neurosis huraña del siglo XIX hemos pasado a un detective narcisista y playboy, bestialmente descarado y provocador, odioso y magnético al mismo tiempo como corresponde a las personalidades geniales.
Robert Downey Jr. es el amo y señor de una función que avanza gozosamente, a caballo de un montaje ágil, una banda sonora llena de giros y unos diálogos agudos y relampagueantes como un duelo constante de navajas plateadas.
Contra pronóstico, quien queda algo eclipsado es este Watson cool, rejuvenecido bajo las apuestas facciones de Jude Law: el actor inglés vuelca todo su buen oficio, pero no puede evitar que el lunático jefe se lo zampe con patatas en cada uno de los planos.
Dirán que es un Sherlock Holmes televisivo, posmoderno, diluído o facilón, pero, herejías al margen, sólo cabe constatar que estos 128 minutos son un torrente de diversión soberbiamente facturada. Algo que parece elemental (querido Watson), pero que cada vez abunda menos en este celuloide de pedantes y barrocos.
FOTO: SHERLOCK HOLMES INTERPRETADO POR BASIL RATHBONE (DÉCADA 1940) Y POR ROBERT DOWNEY JR. (2010)
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