02 enero 2010

'Donde viven los monstruos': Espinetes alegóricos


LA PELÍCULA EN LA MEJOR WEB DE CINE: LA BUTACA


por JOAN PAU INAREJOS

Nota: 8

Desde el minuto cero, esta fábula infantil (que no para niños) enseña sus osadas credenciales. No hay aquí una brizna de sentimentalismo ni un asomo de glucosa-espectáculo, sino que la huída del pequeño Max -basada en el libro de Maurice Sendak- se narra como un austero y sugestivo viaje a la iconografía del inconsciente.

Mientras la mayoría de cintas del género idealizan y cincelan la infancia desde fuera, aquí ocurre todo lo contrario: el niño se retrata a sí mismo como revoltoso y arisco, sueña con ser rey y gobernar a los monstruos, su poliédrica personalidad es a la vez narcisista y vulnerable, ingenua y taciturna, tierna y salvaje.

Toda esta olla de grillos de la infancia, a menudo tan dolorosa y tan desconocida por las narrativas adultas, se plasma a la perfección con la imagen de ese Max de rostro candoroso, transfigurado con su capucha felina y corriendo a grito pelado. Un pequeño monstruo.

A sus profundas pretensiones, el director Spike Jonze le suma una estética dichosamente libre: rota y vanguardista en la huída del hogar, y plagada de realismo onírico en la representación de la isla de los monstruos, donde los efectos especiales brillan por su ausencia en favor de unos peluches andantes, aparentemente ingenuos, que condensan las tristezas y pasiones del niño como Espinetes alegóricos, a medio camino del simbolismo pictórico y el Barrio Sésamo.

Pasean éstos por llanuras y crepúsculos de un microcosmos que también cobija sus momentos de emocionante belleza, como ese monstruo melancólico sentado frente al mar o esa fortaleza infantil tapizada de flores, mientras el niño se adormece entre la pelusa de sus mascotas gigantes...

Lo más arriesgado y loable de la película es que se propone contarnos la vida de Max únicamente a través del panteón de monstruos: los celos hacia su madre, la relación de amor-rivalidad con su hermana, el complejo de inferioridad hacia los otros chicos, todo está trazado y codificado subrepticiamente en este mundo interior dibujado y filmado con un montaje y un diseño de producción sencillamente exquisitos.

A algunos diálogos y escenas les convendría un buen tijeretazo, pero ello no obsta para que 'Donde viven los monstruos' sea una espléndida y convincente crónica del viaje de idea y vuelta a los fantasmas interiores.


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