30 julio 2009

'Up': milagro menor

LA PELÍCULA EN LA MEJOR WEB DE CINE: LA BUTACA
¿y tú qué opinas? ¿qué películas te han gustado últimamente?

por JOAN PAU INAREJOS

Nota: 7

Lo confieso: soy un creyente de Pixar. He asistido con tanto fervor a los prodigios resplandecientes de Toy Story, Los Increíbles o Wall-E que, como los oros y los inciensos procesionales, han acabado por obnubilarme la vista, y, años después, todavía sigo en estado de excitación acrítica.

Por eso, a cuatro horas de salir del cine, no cejo en el intento de dorarme la píldora a mi mismo: Up está muy bien, Up es muy original, Up vuelve a rizar el rizo de las historias imposibles, del ritmo burbujeante y de los buenos sentimientos filmados con elegancia.

Cierto. Pero si los genios de Pixar abrieron el mar con Woody y Buzz Lightyear y después multiplicaron los panes y los peces en la Tierra inhóspita del robot de limpieza, aquí cabe apostatar y admitir con el corazón enjuto -¡perdónanos San John Lasseter!- que Up no es el nuevo milagro que todos los fieles estábamos esperando.

Lo mejor. Esta película de nombre minimalista tiene a su favor una premisa argumental de rutilante originalidad: un viudo jubilado que decide dar cumplimiento a su epopeya soñada y fabrica un ingenio de globos para que su casa vuele lejos de la inopia y la especulación inmobiliaria. Allí deberá convivir con otro héroe débil, un chiquillo de rasgos asiáticos, familia desestructurada y estridente pasión descubridora.

Bravo por la vetusta Disney, que por primera vez, tímidamente, patrocina un despegue hacia los tormentosos temas de la muerte natural, el abandono, las familias rotas y alguien diría que hasta la velada parodia de la transexualidad, con ese pajarraco multicolor Kevin que luego resulta ser hembra... Es broma (o no).

Osadía semántica como siempre desplegada en escenarios formidables: esta vez cielos abiertos, artefactos voladores llenos de ternura, y una vibrante comedia de aventuras a pleno aire, donde dos ancianos con reuma escenifican en un zeppelin la eterna lucha entre el bien y el mal.

Completan el cuadro verdaderas perlas humorísticas, como ese ejército de perros que hablan -y razonan- gracias a unos collares inteligentes, aunque pierden todo el glamour tecnológico cuando se les lanza una pelotita o se les mencionan las ardillas. (Hay que hacer un museo de los secundarios de Pixar, presidido por el Sr. Patata).

Lo peor. Por qué será que con tantos vientos a su favor Up termine fría y correcta, sin habernos dado un vuelco al corazón. Será porque los muñecos humanos siguen sin convencer en el cine de animación como lo hacen los expresivos juguetes, robots, peces o bichos. Será porque esta vez el azúcar se les ha ido de la mano, y así acaba aborreciéndose la dulzura. Será...


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