18 julio 2009

La agilidad

JOSÉ ANTONIO MARINA

"El baile es la experiencia de convertir el esfuerzo en gracia: me pareció que la filosofía era un modo de bailar"

Leo la Suma Teológica de Tomás de Aquino, un libro que atesora gran parte de la sabiduría medieval, y tropiezo con una idea fascinante. Aquino cree en la resurrección de los cuerpos, y se pregunta cómo serán esos cuerpos resucitados, esos cuerpos "gloriosos". El buen dominicio no se arredraba ante la dificultad. Responde con gran convicción que una de sus características será la agilidad. La define como al sumisión completa del cuerpo a la idea.

Como la capacidad de moverse de acuerdo con el espíritu. No sé si les he contado que yo estudié filosofía porque en mi adolescencia lo que verdaderamente me emocionaba era la danza. Quería dedicarme a algo que tuviera que ver con el baile. Como en España esa época no había escuela de danza, ni siquiera una compañía de ballet estable, pensé que mientras se aclaraba mi porvenir, estaría bien adquirir una cultura artística, y para ello comencé a estudiar Filosofía y Letras.

Entonces descubrí que lo que me emocionaba del baile era algo que trascendía el baile. Era la experiencia de convertir el esfuerzo en gracia. Aún sigo trastornado por esa experiencia. El bailarín trabaja, ensaya, suda en la barra para conseguir la agilidad y que no se note el esfuerzo. Para que su cuerpo sea dócil bajo el poder la música.

"Oh, cuerpo curvado por la música, / oh mirada iluminada! / ¿Cómo podríamos distinguir / el danzante de la danza?".

Así canta Yeats. Así quería ser yo (...). Entrenarse es duro, pero jugar con soltura es magnífico. Me pareció que la filosofía era un modo de bailar. Nietzsche dijo que era bailar por encima de uno mismo. Cuando experimentamos la torpeza, la limitación, la pesadez, la agilidad parece como la gran utopía. Los griegos consideraban que la gracia era el dinamismo de la belleza, la belleza que nos contagia su dinamismo y que experimentamos por ello como eu-foria: somos bien-llevados por ella. En ese instante de arrebato, escribía Ortega, "la onerosa vida pierde peso, se torna ligera, ágil, rapida, en suma alacer". Alacer es la palabra latina de donde viene la nuestra alegría. Por otra parte, alacer corresponde al vocablo griego elaphos, que designa los mismos valores, lo sin peso, ligero, y rápido. De aquí que elaphos signifique el ciervo.

De todas estas cosas hablé hace unos días en Bilbao a entrenadores y profesores de educación física. Quería que comprendieran que su tarea es profunda y hermosa, como la agilidad. Isaías convertía al justo en un atleta al decir de él: "Correrán sin cansarse".

El inagotable Tomás de Aquino señala otra cualidad del cuerpo glorioso: la claridad. La pintura tradicionalmente la representaba como un halo luminoso en torno a la cabeza de los santos. Es la irradiación de la verdad, de la bondad, de la belleza. En un bosque enmarañado nos encanta descubrir un claro. Y es una experiencia inolvidable.


JOSÉ ANTONIO MARINA, ARTÍCULO "LA AGILIDAD" EN EL SUPLEMENTO "ES" DE 'LA VANGUARDIA', 18/7/2009

1 comentario:

Anónimo dijo...

vaig penjar un trosset6 del final al fotolog. Molt bo si!
glòria