Los felices 90 han tenido en el Reino Unido dos enseñas rutilantes: la Tercera Vía, producto de ingeniería política de Tony Blair, y el Brit Pop, producto nacional-musical que encumbró a los Blur y Oasis frente a la oscura generación grunge.
Hoy, el brillante premier lleva la letra escarlata de la guerra de Irak, y la economía social que pretendía afianzar se le desvanece en las manos a su martirizado delfín Gordon Brown. Aún más efímera, dicen los críticos musicales (ver abajo), ha sido la otrora espumosa moda del Brit Pop, cuyos representantes han perdido presuntamente el nervio creativo y navegan por mares estupefacientes.
Nobles propósitos de la Cool Britannia, que intentó redimir al mundo uniendo la calidad y la comercialidad, el liberalismo y la socialdemocracia, el americanismo y el europeísmo. Pero tras el 11-S y el Crash del 2008 parece que el mundo, por decirlo en pop hispánico, ya no está para ostias. Joan Pau Inarejos
PABLO GIL
El brit pop no se formó en base a unas convicciones, sino como una reacción. En concreto, contra el grunge. La idea de recuperar la grandeza y el ingenio del pop británico y la estética glamourosa del Swinging London provino de un pequeño círculo londinense en el que estaban Damon Albarn (Blur), Justine Frischmann (Elastica) y Brett Anderson (Suede), ex novio de ésta; a su misión se apuntaron rápidamente Jarvis Cocker (Pulp) y los hermanos Gallagher (Oasis), en declaraciones y fotos con la bandera británica, que hasta entonces había tenido una marcada connotación rancia.
Todos eran músicos indies que ansiaban la trascedencia de los grupos de EEUU. Y ocurrió que, en unos pocos meses de 1994, Kurt Cobain se suicidó y triunfaron Definitley Maybe (Oasis), Parklife (Blur), Dog Man Star (Suede) y His'n' Hers (Pulp).
El brit pop se convertía en el sonido de la nueva Inglaterra (y en moda internacional), impulsando a su vez el fenómeno social de la nacionalista noción de una Cool Britannia. Pero como una supernova, la estrella del brit pop brilló intensamente y desapareció de inmediato. En 1998, muchos de los músicos de aquella generación eran cocainómanos, heroinómanos o alcohólicos, hacían música aburrida y se preguntaban, desencantados, por qué su país prefería a Spice Girls y cómo Tony Blair, su presidente, les decepcionaba tanto.
1 comentario:
Me podrias conseguir el Nº 9 de Julio del 2004.
Te estaría muy agradecido.
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