27 julio 2009

'Despedidas': sin colorantes ni conservantes

LA PELÍCULA EN LA MEJOR WEB DE CINE: LA BUTACA
¿y tú qué opinas? ¿qué películas te han gustado últimamente?

por JOAN PAU INAREJOS

Nota: 8,5

Lo mejor. ¿Puede la muerte ser tierna? ¿Es posible aguantar el plano de un cadáver sin caer en fangales morbosos o melodramáticos? ¿Se puede hacer cachondeo de los fiambres -porque son transexuales o están descompuestos- y a la vez llorar con las despedidas? Para el reprimido e impetuoso Hollywood hubiera sido difícil -no imposible, porque esto huele a futuro remake- hacer estos equilibrios dignos de sudoku, pero el japonés Yôjirô Takita lo ha logrado y nosotros lo celebramos.

'Despedidas' arranca con un argumento brillante: el joven Daigo se ve obligado a dejar la orquesta donde tocaba el chelo, y encuentra trabajo nada menos que amortajando y maquillando cadáveres.

Lo que en otras manos sería material perfecto para una comedia grotesca o necrofílica (al principio Daigo así lo imagina), contra todo pronóstico deviene un elegante y bellísimo relato sobre el autoconocimiento. Sin tabúes, sin aspavientos, el músico se inicia en el ritual nipón del embalsamamiento, ante la atenta mirada de su jefe Shouei, gato viejo con una descaharrante retranca, que observa socarronamente las cuitas de su aprendiz, nervioso y sentimental.

Todo ello bañado en una banda sonora sencillamente preciosa -que nos llega al tuétano incluso a los que somos profanos y más bien indiferentes a las melodías instrumentales-, y en unos paisajes de lirismo conmovedor, con ese violonchelista encaramado a un verde collado, las nieves cristalinas o las aves blancas surcando el cielo.

Con mano de santo, sin que se noten las costuras, Takita hace que cada despedida sea personal y entrañable, y nos regala formidables individualidades, como Shokichi, ese portero de los baños públicos y a la vez portero de los muertos en el crematorio, presunto bufón que se revela como un turbado filósofo del más allá. Gracias por todo, nos volveremos a ver.

Lo ¿peor?. Tras la belleza y ternura de la puesta en escena, no busquéis ningún tema de fondo original: Despedidas reescribe con amabilidad la eterna historia de la ruptura con el padre y el reencuentro con los orígenes, y nunca alza el vuelo hacia los pagos de la provocación o la incorrección política. Más bien se diría que no es apta para los conspicuos amantes del pesimismo narrativo, porque se atreve honestamente, sin colorantes ni conservantes, a creer en la esperanza.


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