El lunes por la noche, como estaba aburrido, yo también me planteé suicidarme por la muerte de Jackson. Me dije: "Ahora que Michael ha muerto ¿qué sentido tiene mi vida?". Estábamos acabando de cenar y le pregunté a mi hijo pequeño: "¿Dan algo bueno por la tele?". Sin darle tiempo a contestar, el mayor sentenció: "Hoy, fatal. Ya no hay ni Crackòvia". Mientras la sirvienta recogía los platos, tomé la mano de mi esposa y le confesé: "Estoy deprimido por lo de Jackson". Me dijo: "¿Y quién no? Vete a la cama, cariño, que yo me voy a ver Entrelínies,que dan un reportaje sobre las cinco ambulancias medicalizadas que el SEM tiene en la ciudad de Barcelona: cada una de ellas hace una media de doce servicios al día para tratar enfermos crónicos, pero también accidentes de tráfico, atropellos, problemas cardiacos o personas inconscientes".
Cortarse las uñas de los pies es también aburrido. Yo lo postergo tanto como puedo. El caso es que, cuando acabé, pensé: "Con lo que te cuesta cortártelas, ¿ahora vas a suicidarte?". Decidí, pues, esperar a que volviesen a estar largas, pero eso no consiguió que mi cabeza dejase de hervir. Michael había marcado mi vida, sí, pero, si no tienes nada más que hacer, muchos artistas pueden marcártela. ¿U2? Pff... ¿Bruce Springsteen? Bleagh... ¿Por qué será que los artistas me emocionan sobre todo cuando han muerto? Con esa idea me dormí - cada vez más difuso el fantasma del suicidio-, y fue a la mañana siguiente, mientras la sirvienta me servía el café, cuando vi en televisión que doce personas se han quitado ya la vida al no poder superar la muerte de Michael. La sirvienta chasqueó la lengua y susurró: "Qué burros, suicidarse porque Michael Jackson ha muerto...". Por un momento sopesé la posibilidad de despedirla por esa falta de sensibilidad, pero luego recordé lo difícil que es encontrar criada hoy en día, de modo que, simplemente, la miré de soslayo mientras mojaba el croissant en el café y pensaba: "¿Y qué sabrás tú de la vida?".
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