04 febrero 2009

Las florecillas o la noche oscura

MIGUEL DE UNAMUNO

Francisco de Asís "se difunde en la risueña y juvenil campiña", mientras los españoles se asaetan el corazón y "dibujan atormentados anacoretas"

Resaltan los caracteres de la eflorescencia religiosa de España cuan se la compara con otra: la de Italia, por ejemplo. Siguió esta a la renovación comunal italiana de los siglos X al XII, brotando popularísima de la masa, mezclándose con ensueños apocalípticos de renovación social, de un reino del Espíritu Santo y del Evangelio Eterno. Su flor fue el Pobrecito de Asís, de casta de comerciantes andariegos y alma de trovador, el alegre umbrío, no el macilento y triste en que se le transformó en España.

No se mete en su alma, sino que se derrama fuera, amando con ternura a la Naturaleza, hermana de la Humanidad. Canta a las criaturas, y su Dios quiere misericordia más que sacrificio. Al solitario, monachum, monje, sustituye el hermano, fratellum, el fraile; salvando a los demás, se salva uno en redención mutua. No se encierra en su castillo interior, sino se difunde en la risueña y juvenil campiña, al aire y al sol de Dios. No se cuida apenas de convertir herejes. Su religión es de corazón y de piedad humana. El símbolo religioso italiano son los estigmas de San Francisco, señales de crucifixión por redimir a sus prójimos; el castellano la transverberación del corazón de Teresa, la saeta del Esposo con que se solazaba a solas (...).

Del italiano brotó el arte popular de las Florecitas y de los juglares de Dios, como Jacoponte de Todi; el nuestro dio conceptosos autos sacramentales o las sutiles y ardorosas canciones de San Juan de la Cruz. Giotto, Fra Angelico, Ghirlandaio, Cimabué, pintaron con las castas tintas del alba, con los arreboles de la aurora, el azul inmaculado del cielo umbrío y el oro del sol figuras dulcísimas e infantiles en campo diafano; Zurbarán y Ribera dibujaron atormentados anacoretas, Murillo interiores domésticos de sosegado bienestar y lozanas Concepciones (...).

El misticismo tuvo hipertrofias: el castellano era el "quietismo egoísta" y el italiano, las "sectas de pobres llenas de ensueños comunistas"

De estos "despeñaderos mórbidos" les salvó el humanismo: Dante en Italia y Fray Luis en España

Las [hipertrofias morales] del misticismo castellano fueron el quietismo egoísta del abismarse en la nada o el alumbrismo brutal dado a la holganza y al hartazgo del instinto (...) y en la grosería sensiblista de "mientras más formas más gracias", en el último extremo de lo que llama San Juan de la Cruz lujuria y gula espiritales. El italiano, por su parte, degenaraba en sectas de pobres llenos de ensueños comunistas de restauración social.

De estos despeñaderos mórbidos salvó a uno y a otro el humanismo, la modesta ciencia de trabajo, la voz de los sigloshumanos y de la sabiduría lenta de la tierra. El misticismo italiano (...) se humaniza en Dante (...). [

Y] En España penetró tanto como donde más el soplo del humanismo, el alma del Renacimiento, que siempre tuvo altar aquí (...). El ministro por excelencia de su consorcio fue el maestro León [Fray Luis de León] (...), alma llena de la ardiente sed de justicia del profetismo hebraico, templada en la serena templanza del ideal helénico (...). Retirado a la Flecha, rincón mansísimo a orillas del Tormes, gustaba tenderse allí a la sombra, rompiendo, como los pájaros, a cantar a la vista del campo verde.

MIGUEL DE UNAMUNO, 'EN TORNO AL CASTICISMO' (1895) / imágenes: Anunciación de Fra Angelico y Anunciación de El Greco.


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