30 julio 2013
'Expediente Warren': exorcistas sin alzacuellos
per JOAN PAU INAREJOS
Nota: 7
Año 1971. Ed y Lorraine
Warren, dos investigadores de lo paranormal, son llamados para esclarecer unos extraños sucesos.
El lugar de los hechos es una casa aislada frente a un lago, y las víctimas, un
matrimonio atemorizado y sus cinco hijas pequeñas. Basado supuestamente en hechos reales. Como se ve, no hay experimentos: pisamos los lugares más trillados del género del terror. La buena noticia es que la moto
está bien vendida y las ruedas rugen con descaro.
Para bien y para mal,
‘Expediente Warren’ no engaña. Es una de miedo. No le caen los anillos por
recrear por enésima vez el escenario de la casa encantada cuyos pasillos
estrechos y armarios cerrados alojan aterradores misterios y crímenes del
pasado. Como en ‘Insidious’, al director malayo James Wan no le importa repetir la fácil alineación apariciones-niños-padres, en una trama que irá derivando progresivamente de lo fantasmagórico a lo demoníaco.
Nada es original, pero todo es perfectamente disfrutable en este homenaje desacomplejado al terror clásico de los años 70 y 80. 'El exorcista' vuelve a alargar su sombra casi infinita. 'La profecía' y 'La semilla del diablo' de Polanski alimentan igualmente la estética setentera de greñas y zooms violentos. El muñeco Chuckie encuentra otra sucesora de sonrisa grotesca y tampoco faltan guiños más contemporáneos, a 'El sexto sentido' (las apariciones diurnas de los muertos), a los momentos de austeridad fantasmal de 'Los otros' o al terror gozoso y exagerado de Sam Raimi. Todo se aprovecha en esta festivalera matanza del cerdo.
Además, Wan sabe explotar con profesionalidad el potencial de los detalles y los pequeños objetos, desde la cajita de música con su espiral de luz hasta el viejo piano que aúlla, pasando por esas palmadas o juegos de manos que dan nombre al título original ('The conjuring') y que propician uno de los instantes más aterradores y sensoriales de la película. Sin olvidar la contribución decisiva de tres actrices: Vera Farmiga nos conmueve como médium melancólica del mundo sobrenatural, Lili Taylor se mete al público en el bolsillo con su papel de madre vulnerable, y la jovencísima Joey King ofrece una asombrosa lección de autenticidad con sus lágrimas de pavor.
Entre mujeres anda precisamente un desenlace sugestivo y atípico, un fleco despeinado en la ortodoxia general del conjunto. Se diría que James Wan ha querido dejar su marca de autor en el canon de las posesiones demoníacas, y ésta nos propone algo así como un exorcismo laico y humanista, una domesticación del Maligno por la vía de la empatía femenina. Alguien hablará de blandenguería o cursilada, y señalará que Satanás no se puede vender por unas palabras bonitas. El caso es que, sin gritos ni admoniciones, al padre Karras le ha salido una seria competencia con faldas.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario