08 agosto 2011

'El origen del planeta de los simios': Y el mejor actor es... el mono

LA PELÍCULA EN LA MEJOR WEB DE CINE: LA BUTACA
por JOAN PAU INAREJOS
Nota: 4,5

Ya van dos veces: dos veces se han intentado cargar 'El planeta de los simios' (1968). Primero fue Tim Burton, que, en uno de sus cortocircuitos cerebrales, nos castigó a fecha de 2001 con un remake completamente vacío e innecesario, donde costaba distinguir a Mark Wahlberg de un avatar de la PlayStation. Y, una década después, parecía imposible, pero el tenaz Murphy ha impuesto su ley con una secuela (esta vez precuela) igual o peor que la anterior, que pretende bucear en los inicios de la tiránica civilización de los simios sobre la Tierra, cuyo icono inmortal era aquella estatua de la libertad medio hundida en la playa, frente a un Charlton Heston abatido por el desconsuelo.

Para empezar, basta echar una ojeada al reparto dirigido por el británico Rupert Wyatt para concluir que lo mejor y lo más interesante no está en los humanos, sino en los monos: el chimpancé César, producto de una futurista experimentación contra el Alzheimer (brillante punto de partida, hay que reconocerlo), es quien se adueña indiscutiblemente de la cámara con su épica rebelión en el centro de confinamiento, que da una vuelta ingeniosa al motín emprendido por Taylor contra los simios que le querían dar caza en el original de 1968. La recreación digital de los animales resulta convincente, y más todavía las electrizantes escenas de acción, como la que pone patas arriba el Golden Gate de San Francisco, o la imponente invasión de los antropoides por las calles y los tejados de la ciudad.

Todo esto sería suficiente para sacar pecho en la cartelera con una honesta diversión estival, si no fuera por unos personajes humanos que arruinan todo intento de dar una visión contemporánea a la altura del clásico sesentero: desde un James Franco con menos registros interpretativos que su peluda mascota hasta un John Lithgow (el padre enfermo) que aún parece perdido en la comedia televisiva 'Cosas de marcianos', pasando por una Freida Pinto (la joven india de 'Slumdog Millionaire') que aplica perfectamente el prehistórico papel de mujer-florero, quizá imitando al pibón inframental que acompañaba a Charlton Heston en su huída (sí, sí, aquella que arrastraba la pelambrera). Está claro que, al menos para algunas mentes pensantes de Hollywood, no han pasado las décadas.

Tampoco se salvan los secundarios, de sonrojante falta de entidad, ni unos diálogos de nivel preescolar, ni un guion con agujeros mayores que los cráteres de Marte. Por el amor de Darwin, que dejen de hacer versiones de 'El planeta de los simios', y que le den el Oscar al mono. Al César lo que es del César.

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