El estrecho de Gibraltar existe. Perdón por la perogrullada, pero, por mucho que se observen los mapas y los atlas una y otra vez, la geografía no se hace real hasta que uno alza el vuelo y ve las tremendas costas con toda su materialidad en escorzo... LEER MÁS
En ruta por Italia
Aterrizamos en la Umbría, donde cada ciudad luce su enseña, su escudo y su colina desde época medieval, y a tenor de ciertas pintadas y dibujos espontáneos, parece que todavía hoy conservan su rivalidad y sus vigorosas identidades locales: Meglio morto che perugino! LEER MÁS.
La Fontcalda o el pequeño inframundo
Tras una tortuosa espiral descendente por la montaña, finalmente llegamos al Santuari de la Fontcalda, curioso lugar sagrado de la comarca de la Terra Alta que, en vez de buscar las alturas, se hunde en el cráter... LEER MÁS
L'Empordà, asomados al dragón
Subir a Pals es como asomarse al dragón. Entornando los ojos, uno puede fabular con una bestia escamosa dándose un zambullido frente a la playa... LEER MÁS
Sant Boi o el GPS inconsciente
Esta es mi calle. No és estret i brut, ni fa olor de gent, ni tiene nom de poeta, como la calle que cantaba Serrat; más bien es un anodino y aseado pasaje metropolitano que, eso sí, siempre he visto como un amable remanso en el meollo de una ciudad con algo más de 80.000 almas... LEER MÁS.
Las fauces abiertas de Morella
Esta es la primera imagen que tengo de Morella. No: por supuesto, no viví en los años 20, pero los baúles de mi casa aún conservan estampas y postales de la que fue villa natal de mi bisabuelo por vía doblemente materna, Josep Balaguer Querol... LEER MÁS.
Madrid, de par en par
Llegamos a la gran avenida madrileña en plena efervescencia de viernes noche: marabunta de peatones y coches, jóvenes y viejos, neones y teatros, cines y quioscos, todo abierto de par en par, el gran espectáculo de la ciudad en vivo y en directo... LEER MÁS.
Amsterdam, rojo y niebla
Ya lo veis: el manto blanco nos sorpendió en el primer día de viaje a la capital de Holanda. Las torres de Sint Nicolaas se alzaban como fantasmas frente a la bulliciosa estación y, desde los puentes sobre el Amstel, la ciudad parecía soñada o sin límites... LEER MÁS.
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