13 junio 2012

Que vuelva el Pingüino


Joan Pau Inarejos

El diario ‘Abc’ narraba el otro día los casos de necrofilia y violaciones en grupo de ciertos pingüinos del Polo Sur, pero Danny DeVito ya nos dio cuenta, hace exactamente 20 años (‘Batman vuelve’),  de la malignidad y perversión que pueden evocar estas aves de andar ladeado cuando se las cabrea más de la cuenta. Cáustico, irreconocible, en las antípodas de la pastelina de Pingu y las monerías heladas del zoológico, el actor estadounidense puso su metro cincuenta y dos al servicio de uno de los mejores villanos de la historia del cine.

A la espera de la nueva secuela de Cristopher Nolan, La Sexta ha tenido el buen gusto de rescatar en televisión las primeras películas del hombre-murciélago, cuando Tim Burton (ay) todavía no había sido suplantado por ese hombre despeinado que hace películas compulsivamente con Johnny Depp. Así como el inolvidable Jocker Nicholson se apoderó de la primera entrega, el pingüino pálido y deforme de Danny DeVito eclipsó al caballero de Gotham City con sus hechuras de Quasimodo picudo, desterrado en los bajos fondos de las alcantarillas.

Cómo olvidar al señor de las cloacas emergiendo sobre un pato de goma gigante; cómo borrar de la memoria aquel paraguas asesino y aquella fealdad jadeante y asquerosa del villano ascendido a alcalde (sólo le faltaba una buena burbuja inmobiliaria); cómo no recrearse ante esa gestualidad demencial y grandilocuente, al más puro estilo de los caudillos fascistas; al fin, imposible no turbarse ante un mimetismo perfecto entre el hombre y el animal, toda una lección de cómo un gran actor y un inspirado equipo de maquillaje pueden ser más eficaces que cualquier inyección de anabolizantes digitales.

Te echamos de menos. Las alcantarillas ya no son lo mismo sin ti. Desde que la grey de pingüinos de Gotham arrastró silenciosamente tu cadáver hasta las aguas, todavía soñamos que algún día regreses, aunque sea como vengador psicópata del calentamiento global. Danny, estírate.

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