Después de las hordas de marcianos encerradas en un apartheid sudafricano ('District 9'), esta vez los aires de docuficción nos llevan a la frontera entre México y los Estados Unidos, donde un experimento fallido de la Nasa provoca que unos bichos gigantescos en forma de calamares campen a sus anchas por los dominios de Chihuahua y Monterrey. Huyendo de la estampida de pulpos XXL, una joven americana deberá cruzar la zona infectada junto a un abnegado fotógrafo, que se ocupa de ella por órdenes estrictas de su poderoso padre.
La cinta acusa el eco de otras propuestas vecinas como 'Monstruoso', de 2008 (la bestia filmada desde abajo, con temblorosa cámara subjetiva) o incluso de la ya lejana 'Jurassic Park' (1993) que creó el ritual moderno del suspense con grandes bestias (esos pasos lejanos, ese alarido ensordecedor). Con sólo 11.000 euros, el director Gareth Edwards no consigue maravillas, pero sí un relato elegante y a ratos poético, donde las apariciones nocturnas de los pulpos se alternan con una historia de amor sencilla y honesta, raramente alejada de tópicos y melosidades.
'Monsters' alcanza algún plano de un lirismo conmovedor: véase el hallazgo fortuito, en medio de la espesura selvática, de una pirámide precolombina, sobre cuya cúspide los errantes protagonistas divisarán un muro colosal, construído como dique frente a los alienígenas mexicanos (¿ácida parabola de la inmigración?), y cabe también destacar un final bien cerrado y sorpresivo, muy de agradecer para aquellos a los que nos salen sarpullidos con los desenlaces tibios y besucones.
Por demostrar que lo monstruoso no quita lo contemplativo, aceptamos pulpo como animal de compañía.