24 septiembre 2014
'El hombre más buscado': últimas tardes con Philip
por JOAN PAU INAREJOS
Nota: 7
Los que
estábamos rendidos a los pies de Philip Seymour Hoffman asistimos a sus últimas
películas con una mezcla de cabreo y tristeza. Sabemos que son las últimas
veces que lo veremos en acción. Dicen por ahí que van a recrear su imagen
digitalmente para la última entrega de ‘Los Juegos del Hambre’, pero estas
operaciones necrovirtuales no hacen sino aumentar la sensación de estafa, con
todos los respetos para los que se emocionaron con el fantasma holográfico de
Michael Jackson.
Philip
no está, y esa sombra imborrable planea sobre todo lo que vamos a visionar de
aquí al 2015, la fecha en la que está previsto su extraño epílogo pixelado.
Mientras tanto, sin habernos reconciliado del todo con él, sin perdonarle
egoístamente el haber desaparecido, toca saborear sus grandes papeles en
grandes películas –‘El último concierto’– y también sus grandes papeles en
películas más pequeñas, como la que hoy nos ocupa. ‘El hombre más
buscado’, basada en la novela homónima de John le Carré, nos sitúa en la
psicosis antiterrorista post-11-S, atmósfera de corrupción moral que le viene
como anillo al dedo a PSH y su galería de personajes turbios. Esta vez
interpreta al jefe de una unidad de inteligencia de Hamburgo cuyo último
empecinamiento es seguir los pasos de un joven checheno en busca de asilo
político.
¿Inmigrante
oprimido o potencial terrorista? La ambigüedad del tal Issa Karpov, medio ruso,
medio islamista, es una acertada referencia a las identidades contemporáneas,
con sus solapamientos y radicalizaciones, pero sobre todo a los miedos sin
rostro de Occidente. El miedo al Otro, generador de paranoias. Muy reveladora
la breve escena en la que el checheno se afeita la barba: por fin vemos a la persona que se ocultaba tras la
máscara y sólo entonces le consideramos un ser humano en nuestro código
inconsciente.
La
puesta en escena, aun contando con reclamos tan potentes como Willem Dafoe
-banquero de modos barrocos-, no es especialmente extraordinaria, pero nos
mantiene pegados a la butaca explotando el filón del suspense sobre la
identidad del misterioso visitante. Atención, puro suspense, sin un solo tiro,
más allá de los accesos agresivos del protagonista, espléndido en su cara a
cara con la joven abogada (esto es la vida real, has cruzado la línea y ahora
estás con ellos), o el interesante conflicto soterrado entre Europa y Estados
Unidos. La película respira la dureza y la realpolitik de la guerra fría de los 2000 sobre
todo gracias a las dotes del gran PSH y su habilidad para resolver escenas con
muecas que no están en el manual. De esas que no podrá reproducir ningún
ordenador.
‘EL HOMBRE MÁS BUSCADO’, DE ANTON CORBIJN
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