El dormir es como un puente
que va del hoy al mañana.
Por debajo, como un sueño,
pasa el agua, pasa el alma.
(Voces espirituales, 1945)
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¿Era el olor a luna nueva?
La luna estaba... ¡y yo sin verla!
(Balada de la estrella,
1910)
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¡Voz de niño, más que el silencio grata!
(Voz de niño, 1917)
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¡Benditos pájaros, sin fiesta fija! Con la libre
monotonía de lo nativo, de lo verdadero, nada, a no ser una dicha vaga, les
dicen a ellos las campanas. (…) sin más moral que la suya ni más Dios que lo
azul, son mis hermanos, mis dulces hermanos.
(Platero y yo, 1914-1917)
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¡Intelijencia, dame
el nombre exacto de las cosas!
… Que mi palabra sea
la cosa misma
creada por mi alma nuevamente.
Que por mí vayan todos
los que no las conocen, a las cosas;
que por mí vayan todos
los que ya las olvidan, a las cosas;
Que por mí vayan todos
Los mismos que las aman, a las cosas…
¡Intelijencia, dame
el nombre exacto, y tuyo
y suyo, y mío, de las cosas!
(Eternidades, 1918)
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Ahora que están mis ojos llenos de luz florida,
por Dios, dejadme solo; mi carne es poco fuerte;
y quiero oír lo
que dice la brisa de la vida
y hay tan poco jardín de la vida a la muerte…
(Elegías puras, 1908)
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Lo que queráis, señor,
y sea lo que queráis.
Si queréis que entre las rosas
ría hacia los matinales
resplandores de la vida,
que sea lo que queráis.
Si queréis que entre los cardos,
sangre hacia las insondables
sombras de la noche eterna,
que sea lo que queráis.
Gracias si queréis que mire,
gracias si queréis cegarme;
gracias por todo y por nada,
y sea lo que Vos queráis.
Lo que queráis, señor;
y sea lo que queráis.
(Dios de amor, 1909)
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No me tienta la gloria. ¡Sólo una vida en paz,
rica de los tesoros del amor y la lira,
en una estancia dulce, solitaria, serena,
llena de libros bellos, con flores, encendida!
Estancia adonde, a veces, la amistad se llegara,
a llamar a la puerta con mano noble y limpia,
retiro adonde, a veces, se asomara el amor
con la mirada extraviada y conmovida...
(La voz velada, 1912)
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Juan Ramón Jiménez
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