JESÚS MOSTERÍN: 'LOS JUDÍOS. HISTORIA DEL PENSAMIENTO'
El pueblo de Palestina fue abandonando el hebreo y adoptando el arameo desde -500, aproximadamente. Jesús y sus discípulos hablaban en arameo. Desde -300 en las ciudades de la costa se fue imponiendo el griego, pero el arameo seguía siendo la ‘lingua franca’ de los semitas. Esta situación se mantuvo hasta el siglo VII, en que el arameo fue suplantado por el árabe.
Los judíos siempre habían sabido adaptarse a las nuevas tendencias. De hecho, desde el exilio en Babilonia habían olvidado el hebreo, y habían ido adoptando para sus escritos sucesivamente la lengua cosmopolita de cada momento: el arameo, el griego, el árabe, el latín, el alemán y el inglés. Filón escribió en griego; Maimónides, en árabe; Spinoza, en latín; Einstein, en alemán.
El hebreo siempre se había conservado como lengua litúrgica entre los rabinos, pero llevaba casi dos mil años sin hablarse como lengua viva. Era una lengua muerta, como el sánscrito entre los brahmanes de la India o el latín en el catolicismo preoconciliar.
Fuera del contexto litúrgico, los judíos de la diáspora hablaban la lengua del país que habitaban o bien un dialecto de ésta peculiar de los judíos y con algunos hebraísmos, como el ‘yídish’ (dialecto del alemán hablado por los judíos centroeuropeos o ‘ashkenazim’), el ladino (dialecto del español hablado por los sefardíes o ‘sefaradim’) o el mughrabi (dialecto del árabe con mezcla de hebreo y de francés).
Uno de los logros más sorprendentes del sionismo ha sido el resurgimiento de la lengua y la literatura hebreas, tras un paréntesis de 2.500 años. El movimiento sionista decidió resucitar el hebreo como lengua de comunicación entre los diversos grupos de emigrantes judíos que llegaban a Israel hablando lenguas distintas.
La resurrección del hebreo fue en gran parte obra de un solo hombre, Eliezer Ben-Yehudá (1858-1922). Nacido en Lituania, a los diecisiete años tuvo una revelación: había que restaurar la nación judía en su solar ancestral y había que resucitar su antigua lengua hebrea (…). Los judíos ortodoxos de Jerusalén no estaban de acuerdo con el uso civil y político de la lengua sagrada, y pronunciaron un ‘jérem’ (excomunión) contra Ben-Yehudá. Incluso hoy en día los ‘ashkenazim’ ultraortodoxos siguen hablando en ‘yídish’ y reservan el hebreo para usos religiosos. Per poco a poco, el hebreo fue siendo adoptado primero por las escuelas judías y luego por el Estado de Israel (…).
Con la creación del Estado de Israel se han realizado “milagros” como la irrigación del desierto y la derrota militar de enemigos mucho más grandes y poderosos, pero nada iguala el prodigio taumatúrgico de la resurrección de una lengua que llevaba dos mil quinientos años muerta.
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