03 julio 2005
No sex
El rechazo del sexo que, aquí y allá, se reivindica a veces a título de nueva moral debe ser interpretado como una manifestación de la cultura del posdeber. De qué se trata, en efecto, sino de no depender del otro, de protegerse contra los riesgos del sida, de desear ser deseado sin comprometerse íntimamente: lo que en otro momento era una obligación moral ahora no es más que una elección individual intermitente, una higiene en ‘kit’, un culto narcisista. La ‘nueva castidad’ no tiene significación virtuosa, ya no es un deber obligatorio dominado por la idea de respeto en sí de la persona humana, sino una autorregulación guiada por el amor y la religión del ego.
Ethos de autosuficiencia y de autoprotección característico de una época en la que el otro es más un peligro o una molestia que una potencia atractiva, donde la prioridad es la gestión con éxito de uno mismo. El ‘no sex’ ilustra el proceso de desocialización y de autoabsorción individualista, no la reviviscencia de los deberes hacia uno mismo. Tras la huella de la relativización del referente libidinal, la dinámica narcisista prosigue su camino para lo mejor y para lo peor. Nos encontramos en una sociedad sin tabú opresivo pero ‘clean’, libre pero apagada, tolerante pero ordenada, virtualmente abierta pero cerrada en el yo.
Gilles Lipovetski, El crepúsculo del deber, 73
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1 comentario:
!!
Hacia tiempo que no me sorprendía tanto una vuelta argumentativa. Defendible, desde luego, pero lejos de la amplia realidad, no?
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