29 julio 2014
'Al filo del mañana': la muerte es un game over
por JOAN PAU INAREJOS
Nota: 7,5
Que
Tom Cruise haya triunfado en el cine es algo reconfortante para los que vivimos
en la franja inferior al metro setenta. Demuestra que con un uso adecuado
del primer plano y una buena legión de dobles puedes conseguir dar el pego, y hasta que
la gente pase por alto tus carencias longitudinales. En el caso de Mr.
Profident hay que añadir una confianza en sí mismo que raya la megalomanía patológica. Galán y estrella de acción a los 52 años, porque yo lo valgo.
El
último vehículo de lucimiento para el feligrés de la Cienciología es una
ruidosa producción futurista que sitúa a la humanidad en pie de guerra contra unos
marcianos viscosos e hiperveloces. Con estas credenciales, a nadie le sorprenderá que el arranque se asemeje a un videojuego: mucha explosión, mucho sonido, mucha virguería de gadgets y
armaduras. El cartel, la estética y el lamentable título sylvesterstalloniano sugieren que nos hallamos ante un
pasatiempos hormonado para poner el cerebro en modo off. Pero alto. Que nadie
se levante de la butaca.
Porque cuando todo huele al fiasco del siglo, cuando todo parece
conspirar contra la inteligencia, cuando estamos a punto de maldecir el cansino
patrioterismo de los yanquis, ¡zas!, aparece la luz. El día de la marmota se
cruza en el camino de la Play Station y la película se reinicia a sí misma en
clave de thriller. Y de los buenos. 'Al filo del mañana', adaptación de la novela
japonesa 'All you need is kill', se pregunta qué ocurriría si un hombre
sin experiencia de combate pudiera saltar al campo de batalla una y otra
vez. Un ensayo infinito. Vive. Muere. Repite.
Detrás de los mandos está todo un experto en filigranas de acción con ansiedades espaciotemporales
de por medio. Doug Liman, primer director de la saga Bourne, da un vuelco
hábil a lo que se suponía que era una cinta bélica y consigue que los
aparatosos bichejos, aeronaves y armaduras no sean más que el pretexto para una
clásica encrucijada de ciencia ficción. Un peculiar y repetitivo viaje en el tiempo, explotado ya en otros títulos, pero desarrollado aquí con garra, frescura y
agradecidos toques de humor.
Por cierto, lo sentimos por Tom y su ego, pero el rey del reparto no es él. Aunque cumple eficazmente y hasta se desenvuelve con una chulería que no molesta, la
auténtica estrella de la función es Emily Blunt, una actriz suficientemente joven —yuhu— para darnos unas cuantas alegrías en los próximos años. Su papel de heroína dura y resuelta es lo mejor que le podía pasar a un blockbuster con peligro de estrellitis. La soldado Rita Vrataski de las Fuerzas Especiales no sólo da una sólida réplica a Cruise, sino que se lo zampa casi desde el primer plano. Convicente y dramática, sensual cuando hace falta, por aquí nos hacemos fans de esta teniente Ripley posmoderna.
La peripecia de la pareja protagonista, atípica y sin un segundo para respirar, tiene algo de esas carreras contrarreloj que se marcaba Matt Damon en las películas de Bourne junto a sus sucesivas partenaires, incluida la dosis de romanticismo latente que aquí apenas chirría. (Al contrario, se esboza una interesante fábula sobre las relaciones a las que se puede hacer un reset. Nos acordamos de Bill Murray y Andy McDowell).
Con un montaje vibrante y adictivo, jugando divertidamente con el filón de las paradojas temporales, Liman hace que la película verdaderamente parezca un videojuego, pero no por los códigos visuales, sino por ese concepto de reinicio-juego-game over que permite a la historia irse reinventando. En efecto, el Comandante Cage actúa como un usuario de videoconsolas, es un acumulador de vidas o de habilidades en su odisea para encontrar la guarida del Dios Tiempo. Moraleja: los héroes de la era digital no viven ni mueren, sólo pasan de pantalla.
‘AL FILO DEL MAÑANA’, DE DOUG LIMAN
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1 comentario:
M'encanta! no havia caigut en això del videojoc... Què bé escrius!
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