17 diciembre 2013
Lo mejor leído en 2013
por JOAN PAU INAREJOS
A veces, leer es
lo más parecido a rezar. Algunos lo hacemos justo antes de dormir, y no como
mero lenitivo, sino como la forma consuetudinaria de afianzarnos en lo íntimo e
intemporal. Aunque perdamos el hábito, aunque permanezcamos ajenos a las
llamadas novedades editoriales, aunque la vida estresada y paticorta nos convierta en algo así como agnósticos de la letra impresa, algunos siempre tenemos cierto libro esperándonos en la mesilla de noche, como un rosario, como una válvula última de seguridad. Estos compañeros bien valen un ranking.
1 El maestro y Margarita
Mijaíl Bulgakov
El amigo Lluís Mata, buen rusófilo, me introdujo en el mundo fáustico y alucinado
de Bulgakov. El diablo aterriza en el Moscú de los años 30 y reparte a diestro
y siniestro entre funcionarios mediocres y escritores pretenciosos. Todo un
universo literario que aúna el escapismo más lírico y encendido –los vuelos, el
romanticismo desgarrado- con las dotes más finas de observación social y psicológica.
Hay tiempo para las escenas de destrucción operística, para las metáforas
bíblicas, para los diálogos desternillantes y lo mejor, para una trama
felizmente imprevisible. Una rareza de lujo. LEER FRAGMENTOS
2 Viento del pueblo
Miguel Hernández
El poemario más radical y militante de Miguel Hernández recorre los
paisajes siempre torturados de la Guerra Civil española. Desarrapado, desde su herido,
rojo corazón, el de Orihuela canta a la mano del obrero, “rama combatiente del
cuerpo” y al sudor que hace
“transparentes e iguales” a los hermanos en el trabajo. Sus versos
brotan espumosamente, entusiastamente, desesperadamente, cuando ensalzan a las
brigadas internacionales (las “almas sin fronteras”) o a las trincheras,
“orgullosas” de cobijar a los cuerpos muertos de aquellos que combaten por la
justicia (“parecen plata dormida”). La historia la escriben los vencedores; la
poesía, los vencidos. LEER FRAGMENTOS
3 El árbol de la ciencia
Pío Baroja
La novela insignia Baroja relata la tragedia espiritual de un médico
enfrentado a la España decadente de 1900. Sus páginas invitan a una concepción
de la existencia tan desconsolada como bella e inteligentemente expuesta. De un
lado la amargura del hombre ilustrado, que comprueba la amargura del árbol de
la ciencia (“El hombre, cuya necesidad es conocer, es como la mariposa que
rompe la crisálida para morir”). De otro, la España negra, pueblerina y
petulante (“la moral del espectador de toros, que siempre exige valor en
otros”). Antiutópica y antirromántica, la pluma barojiana apenas ofrece un
consuelo: embrutecerse y vivir mundanamente para “conservar el espíritu
límpio”. LEER FRAGMENTOS
4 El mono desnudo
Desmond Morris
El clásico divulgativo de 1967 sigue conservando su frescura y capacidad de
sugestión al detallar las raíces animales de nuestro comportamiento. El humano
es “primate por linaje y carnívoro por adopción”: un mono que bajó del árbol y
perdió el vello para no abochornarse. Nos enamoramos para llenar el vacío
emocional de los padres, y la promiscuidad no es mero vicio, sino sabio resorte
de la naturaleza para afianzar la monogamia (!). Somos el único animal que mata
en masa porque la guerra moderna ha borrado las señales de apaciguamiento. Y
una observación luminosa: la risa es una transformación mágica del llanto
cuando la zozobra se cruza con la confianza. Reír es cabalgar sobre el miedo. LEER FRAGMENTOS
5 Antología poética
Rafael Alberti
La melena plateada más afamada de la poesía española firma una obra llena
de nostalgias marítimas. El mar. La mar. Culto y popular, lorquiano y
colorista, sus ademanes barrocos también dejan lugar a la precisión intimista
(“Tú eres lo que va /agua que me lleva / que me dejará”). Su poema a la paloma
equivocada es un himno perfecto, una lamentación de ritmo literario impecable
sobre los grandes fracasos y la frustración fatal de los deseos. Alberti se
pasea por Nueva York y afea a la Libertad que “baje a vender su sombra por los
puertos” y nos hace subir a su azotea: “mientras yo me tiendo en tu horizonte /
para que me divises de lejos”. LEER FRAGMENTOS
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