15 noviembre 2010

'Los ojos de Julia': el misterio del guión invisible

ATENCIÓN: La crítica contiene algún pequeño detalle de la trama
LA PELÍCULA EN LA MEJOR WEB DE CINE: LA BUTACA
por JOAN PAU INAREJOS 

Nota: 4 
Una pregunta inocente: ¿de qué va 'Los ojos de Julia'? Si hay alguien que la haya visto y consigue darnos una respuesta fehaciente, será recibida con entusiasmo, porque uno se lleva la impresión de que el director, Guillem Morales, ha querido calzar todos los cromos posibles del terror en un álbum que se revela incomprensible y sin alma.

Belén Rueda, convertida por méritos propios en la nueva diva del terror hispánico, es la única que salva los muebles de lo que empieza como un estimable thriller psicológico sobre la ceguera (dos hermanas gemelas contraen una extraña degeneración de la visión) para convertirse a ratos en una extraña función demoníaca (esa satanización de las  mujeres ciegas, con ojos verdes y resplandecientes, es tan efectista y gratuita que produce carcajadas), y a ratos en un festival gore (con bañeras electrificadas, cuchillos y carnicerías varias) para derivar a la postre en un relato previsible de psycho-killer con ecos de Hitchcock y su tan maternalmente incorrecta 'Psicosis'. Mucho celuloide pasado por el túrmix, vaya.

No sé si he dicho ya que el guión de 'Los ojos de Julia' resulta tremendamente deslavazado, lejos de esa simplicidad absorbente que cabe exigir al género (como ocurría en parte con su precursora comercial, 'El orfanato'), y además en este caso llegando a extremos bochornosos, como la desaparición absurda del personaje interpretado por Lluís Homar (un papel que debería olvidar por autoestima actoral) o el terrible destino de cierto anciano tenebroso que simplemente pasaba por allí para hacer la historia más barroca y (presuntamente) enigmática.

A la película no le faltan sus aislados golpes de ingenio (cuando nos oculta malévolamente el rostro del verdugo, o cuando nos muestra una persecución asesina a la luz sincopada de una cámara fotográfica), ni tampoco sus pequeños prodigios visuales (sensacional esa joven apuñalada contra la pared y retirada como una muñeca de trapo: un auténtico manjar para los sibaritas del gore), pero cuán sabio es el refranero castellano cuando constata que quien mucho abarca, poco aprieta.

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