26 junio 2010

'La vida privada de Pippa Lee' o la vida en PowerPoint


LA PELÍCULA EN LA MEJOR WEB DE CINE: LA BUTACA 

por JOAN PAU INAREJOS 

Nota: 6
Hay un cine que se complace celebrando lo excéntrico sin aristas, inventariando de forma amable la heterogénea casuística de la vida. Algunos lo llaman cine indie, una etiqueta que al principio designaba un mero modo de producción ("independiente") pero que ha acabado asociada a un estilo, a una estética y un espíritu de narrar que en muchos casos se comporta como las planimetrías de Mondrian, el dadaísmo o el Pop Art: nos llaman la atención en su festiva combinatoria, pero apenas nos rozan el corazón.

En mi modesta experiencia desde la butaca, pienso en películas que he visto últimamente, como 'Up in the air' (Jason Reitman), 'El erizo' (Mona Achache), '500 días juntos' (Marc Webb), o 'El primer día del resto de tu vida', (Rémi Bezançon) donde los directores, lejos del estruendo orgiástico de Hollywood, hacen gala de un elegante pesimismo, cabalgan sobre una extravagancia domesticada y nos meten en carruseles biográficos donde los transgresores, los perdedores y los raros oficiales están perfectamente diseñados y prefabricados para el consumo de aquel público que busca algo más que el regusto de las palomitas.

En estos pagos encontramos a Pippa Lee, una mujer sonámbula y castigada por su propia biografía cuya 'Vida privada' nos cuenta la directora Rebecca Miller de modo fragmentario, a base de los consabidos flashbacks, en una película totalmente absorbida por el talento de su protagonista, Robin Wright Penn. La eterna Jenny, la novia de Forrest Gump (1994), vive una madurez soberbia y nos regala un personaje creíble y profundo en su doliente melancolía. Ella es quien pone el único centro de gravedad emocional, aunque bien es cierto que le acompañan personajes carismáticos, como su viejo marido interpretado por Allan Arkin o una tía lesbiana y macarra que toma las demacradas facciones (suponemos que por exigencias del guión) de Julianne Moore.

Por lo demás, 'La vida privada de Pippa Lee' discurre con materiales tan originales como dispersos y débiles, como una biografía en PowerPoint, donde uno jamás puede imbuirse del relato porque enseguida llega la siguiente diapositiva. Especialmente desalentadores son los personajes secundarios que supuestamente deben dar las notas de color pero que se revelan insustanciales: ahí está Keanu Reeves, haciendo los deberes con su pose inexpresiva, encargado de interpretar a un comerciante sociópata pero de buen corazón, o una insoportable Winona Ryder (lo siento, tenía que decirlo) que se pone en la piel de la neurótica mujer de un escritor y a la que dan ganas de encerrar en un videoclip de Tim Burton (otro que necesita un buen electrochoque) o en un supermercado con las puertas selladas (a ver si la pillan en uno de sus renuncios cleptómanos).

Sólo faltaba un final feliz y liberador, presuntamente informal y progre como un anuncio de Ikea, para dar el broche a una película realmente olvidable. Olvidable y en el fondo superficial (valga la paradoja) por mucho que nuestra Jenny cautive las constelaciones con su mirada tristísima.

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14 junio 2010

'El retrato de Dorian Gray': ideal para estar puesta durante la siesta



LA PELÍCULA EN LA MEJOR WEB DE CINE: LA BUTACA 

por JOAN PAU INAREJOS 

Nota: 4
Con 7 euros se puede comprar una guía Lonely Planet, un vino barato, dos paquetes de tabaco, una crema reafirmante o un menú del día en el Bar Manolo. En cualquiera de estos destinos estarán mejor empleados que en la entrada para ver 'El retrato de Dorian Gray' de Oliver Parker, una nueva versión cinematográfica del clásico de Oscar Wilde que, si se la hubieran ahorrado, la historia del séptimo arte tampoco se hubiera resentido.

Para empezar, ya hemos visto cien mil veces ese Londres decimonónico y fantasmal, transitado por dandis exquisitos e intrigantes, donde los horrores góticos se suceden en medio de lluvias constantes y humaredas fabriles. Esa vieja Europa de carruajes y corsés, de salones y tabernas, es un mundo estético tan trillado que ya produce verdadero cansancio en la retina si no tiene nada más que aportar a su fastuosa ambientación. Y no es el caso.

Más bién, el director Oliver Parker se limita a poner el piloto automático y desperdicia la historia del aristócrata que quería ser eternamente joven con una adaptación insípida, sin personalidad ni rumbo, donde la más mínima garra u originalidad brillan por su ausencia, con un resultado más cercano a la caspa televisiva de sobremesa que a la elegancia gótica que pretende alcanzar. En estas lides (qué pena) encontramos a un actor tan solvente como Colin Firth, obligado a hacer el ridículo con un papel de Lord Henry escrito por su peor enemigo: con una barba de Rey Gaspar, el bueno de Firth se pasa la película recitando sentencias sobre la vida presuntamente sonoras y libertinas, que serían mucho más útiles y recreativas en un libro de "citas de todos los tiempos" ya a la venta en tu gasolinera.

Si a esto le añadimos las notas de involuntaria comedia friqui (véase el ligoteo de Dorian Gray con las viejas cortesanas) personajes fallidos que entran y salen sin pena ni gloria (el pintor Basil, la joven enamorada que interpreta Rebecca Hall) y un suspense infantil y previsible hasta el sonrojo alrededor del cuadro maldito (con un monstruo que eructa y regurgita como un zombi con gases), este 'Retrato' se antoja ideal para estar colgado en la pared mientras nos hundimos en los suaves placeres de la siesta. Entre cabezada y cabezada, hasta puede entretener.

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12 junio 2010

'Fantástico Sr. Fox': ironía en la madriguera




LA PELÍCULA EN LA MEJOR WEB DE CINE: LA BUTACA 
por JOAN PAU INAREJOS 

Nota: 7
Por alguna ley no escrita, casi siempre que los animales animados se asoman al cine lo hacen para buscar la complicidad de los niños. Pero aquí no. El director Wes Anderson nos engaña con una portada falsamente ingenua y pone una legión de maquetas zorrunas al servicio de una chispeante comedia de consumo nítidamente adulto.

'Fantástico Sr. Fox', adaptación de un relato de Roald Dahl, nos cuenta las correrías de un zorro pícaro que debe cazar gallinas de forma clandestina para no alertar a los iracundos granjeros, capaces de todo para resguardar su fauna bajo llave. La técnica de stop motion (maquetas con miles de movimientos filmados plano a plano) nos deja caricaturas humanas descacharrantes, con esos granjeros siniestros, de matizados rostros y expresiones. Anderson también nos deleita con paisajes primitivos y coloristas, donde la luz se cuela con una radiante naturalidad de cuento. La compañía Pixar, todavía atrapada en los rostros de goma, debería tomar buena nota, por mucho que su narrativa visual sea cien veces más eléctrica y versátil, y a 'Up' me remito.

Pero aunque la textura estética pudiera encandilar a muchos habitantes de la infancia, lo cierto es que 'Fantástico Sr. Fox' se asienta sobre un guión de ironías adultas, donde Mr. Fox ejerce de dandie burlón, de narcisista ladronzuelo de guante blanco, como un cruce de Robin Hood y la espigada Pantera Rosa. Su duelo con una rata barriobajera resulta hilarante, lo mismo que sus escapadas con la zarigüeya, un torpe compañero de fechorías que periódicamente se queda con los ojos en blanco y no puede reaccionar. Y más larvadadamente se convocan los conflictos familiares, con un hijo inadaptado que pugna por conseguir el favor de su padre, frente a un primo súper guay que se apunta todos los bombardeos.

Anderson completa la fábula con un broche moderno, situando en un supermercado el triunfo de las legiones de animales que escarban en la tierra para huir de los pérfidos humanos. Encanto visual y mucha labia en este cuento sui generis que, a pesar de todo, puede resultar plomizo y cansino por su ausencia de sorpresas. No le pidamos más a la madriguera.

'A propósito de Elly': ansiedad en el Caspio


La crítica contiene pequeños detalles del argumento


LA PELÍCULA EN LA MEJOR WEB DE CINE: LA BUTACA

por JOAN PAU INAREJOS
 

Nota: 7
La mirada angustiada de una mujer centra el cartel de esta película iraní, 'A propósito de Elly', y nos da buena cuenta de cuál va a ser su argumento de fondo: el alma femenina insondable en un país de  negros chadores y de varones teócratas. ¿Quién es Elly? Buena pregunta. Adéntrense en este peculiar thriller, y tampoco así resolverán lo más íntimo de una modesta maestra de escuela, que acude como invitada a una excursión de matrimonios, en un apartamento frente a las playas del Mar Caspio.

Se nos dibuja media sonrisa con el propósito inicial: los amigos quieren juntar a Elly con el joven Ahmad, recientemente separado, pero lo que iba a ser una divertida comedia romántica se transforma súbitamente en una oscura intriga: ¿Dónde está Elly? Una fantástica secuencia, con la joven agitando una cometa entre la algarabía de los niños, nos borra al personaje de la pantalla y, en adelante, su desaparición pondrá patas arriba la hasta entonces jovial casa de Gran Hermano.

Sin pretensiones sociales ni políticas de ningún tipo, el director Asghar Farhadi nos conduce fríamente por el suspense, como un Hitchcock persa, de modo que asistimos al retablo teatral de reacciones, peleas, furias y llantos que desencadena la ausencia de la joven, con el continuo fragor del oleaje convertido en banda sonora de la ansiedad. Tampoco faltan las sutiles perlas cómicas, con unas "escenas de matrimonios" salpicadas de reproches y lamentos hilarantes: "Soy un imbécil desde que nos casamos y lo seguiré siendo 20 años más".

En medio de este microcosmos, la película parece escribir un clandestino homenaje a la mujer. A la propia Elly, pasiva y débil, que no sabe cómo huir de los hombres ni qué hacer con su vida, pero sobre todo a Sepideh, acaso la protagonista secreta de la obra. Sepideh es quien invita a Elly, ella es la fémina que sabe más de lo que dice, la mujer monumental, vapuleada y criticada por todos sus compañeros, incluyendo a un marido colérico que "no tiene más remedio" que ponerle la mano encima. Primero con su euforia hiperactiva, después con su semblante desencajado y lloroso, la actriz Golshifteh Farahani viene a componer una mártir moderna, casi una reviviscencia de las heroínas griegas, solitarias y dolientes.

El caudal de intriga se deshincha con un final algo decepcionante, donde hubiéramos gozado con un magistral encaje de piezas, como corresponde a todos los hijos de Hitchcock y Agatha Christie. No. 'A propósito de Elly' renuncia a la resolución espectacular y con ello parece decirnos: "No, no soy un simple thriller de desapariciones. Yo sé más de lo que digo, y muestro los misterios de la mirada femenina para quien sepa mirarla". 

¿Quién nos dice la verdad? The answer is blowing in the Sea.

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02 junio 2010

'The crazies': vibrante carrusel zombi

LA PELÍCULA EN LA MEJOR WEB DE CINE: LA BUTACA

por JOAN PAU INAREJOS
 

Nota: 7
Suena muy sádico, pero las acometidas sangrientas bien filmadas siempre son un aliciente. Entiéndanme: no hablo de documentales sobre asesinos en serie, sino de los pérfidos monstruos que aguardan en la sombra, sean éstos aliens, velociraptors o los escalofriantes zombis de 'The crazies', surgidos de un derrame biológico tras un accidente de avión.

El director Breck Eisner resucita las legiones de infectados de una película de 1973 y lo hace como si nunca hubieran muerto: el remake va al grano, se olvida de filigranas y pretensiones discursivas y nos brinda algo tan primario y gratificante como una secuencia de ataques zombis entre las ruinas contemporáneas de un pueblo americano abandonado.

En medio de la cotidianidad terrorífica de esta América profunda, alterada por un virus desconocido, se dibujan escenas sensacionales: una de las más perfectas ocurre en un hospital, donde cierto médico poseído embiste con su cuchilla giratoria en medio de una multitud de víctimas encamadas con los ojos cosidos (:-S). Igualmente vibrante la irrupción de un zombi armado con una horca, cual campesino diabólico, que va atravesando a sus víctimas con gélida impavidez en una lección magistral de suspense. Al lugar más supuestamente apacible, el cuarto del bebé, acuden unos vecinos no menos inquietantes, madre e hijo, que claman venganza con sus rostros desfigurados y forcejean con sus anfitriones en un descacharrante festival gore, con mano apuñalada incluída.

El carrusel siniestro también pasa por una estación de servicio averiada o por un túnel de lavado que quita las ganas de lavar el coche (al menos por una buena temporada). Sin olvidar imágenes elegantemente psicodélicas, como el tractor-ovni iluminado en plena noche o el avión estrellado cuyos perfiles emergen de las aguas en un perturbador plano cenital. En todos los casos, la planificación es magistral y el ritmo soberbio, hasta grabarnos en el tuétano la sensación de miedo y, por qué no, alguna carcajada al ver a estos infectados malísimos metiéndose en lugares inverosímiles y asomando la cara por la luna del coche: ¡Sorpresa!

Ahora vienen los peros. En los 37 años que separan al orginal del remake (y no digamos en los últimos tiempos, con los REC, 28 días después y compañía) ya hemos visto muchas veces poblaciones puestas en cuarentena y ciudades desertizadas por extrañas infecciones que obligan a movilizar al ejército. Tampoco los personajes protagonistas aportan nada nuevo al género, fieles al más manido estereotipo de pareja feliz y moralmente irreprochable, él sheriff y ella médico, para más inri. No, no hay riesgo ni originalidad a la vista, pero, con sus magníficos materiales visuales y narrativos, 'The crazies' logra hacernos pasar un muy mal rato, cosa que ya quisieran muchos aspirantes a zombi.

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