Tarde de verano en Sicilia. De camino a Ragusa, paramos fortuitamente en el acantilado de Falconara y entramos en los jardines del castillo, sugestivamente abiertos. El último sol ruboriza el torreón, frente a un calmo Mediterráneo. Agosto 2008
Caos de tráfico: entramos en la capital siciliana con nuestro Smart de alquiler y, como ensueño oriental, aparece a mano izquierda la silueta parda y mediterránea de la catedral. Más tarde nos abrasamos bajo el sol para ver la puerta gótica y las crucerías del ábside. Agosto 2008
La Sainte Chapelle
Pude descubrir esta joya inesperada la última vez que fui a París. Celosamente guardada en el corazón de la ciudad, la pequeña capilla nos envolvió con su policromía de luz: un oasis de colores, caleidoscopio gótico que reverbera sin límites. Junio 2008
Klimt en Viena
Está anocheciendo. En el museo Belvedere, con Viena a nuestros pies, contemplamos el magno 'Beso' de Klimt, amorío floral custodiado con todos los honores en una urna dorada. Al salir, las esfinges hacen sombra y el palacio ondulante refleja su silueta sobre el estanque. Marzo 2008
En bici por Estocolmo
La tarde parece no acabar nunca en el Báltico. Nuestras bicicletas vuelan por las islas y llanuras de Estocolmo: barcas varadas, bosque de agujas neogóticas, el mar platea, los arroyos fluyen en los vastos parques. De repente, tras una esquina aparece el sol y todo se tiñe de rojo. Agosto 2007
¿Tiene alguna otra urbe la carga de sentido de Roma? Sólo con mirarla ya habla. Vedlo en esta estampa, cuando nos asomamos a un balcón del Museo Capitolino: los foros, nobles y decadentes vestigios del pasado, muestran su esplendor en ruinas. No se oye ni un alma. La vieja Roma, marmórea y desconchada a nuestros pies. Agosto 2007
La voz de Machado parece todavía resonar por aquí. Se oyó la voz de un poeta gritar: Caminante no hay camino, en este paraje anónimo del campo soriano, donde la hora predispone al amor o al Ángelus. Subimos como chiquillos a las balas de paja, mientras, hendido por el rayo, el corazón guarda silencio. Agosto 2007
Qué lástima tantos momentos nocturnos difíciles de fotografiar. Como esta verbena de Sant Joan, nit incendiada, fresca, suau i candorosa (Maragall), que contemplamos estirados desde las silentes cercanías del faro de Nans. Como un ensueño lejano, los castillos de fuegos van iluminando la silueta blanca de Cadaqués, y el aire caliente apenas trae el murmullo de la música y las voces de la fiesta. Junio 2007
El Pedraforca de noche
De nuevo tenemos que suplir con una imagen aproximada otro momento nocturno escurridizo, imposible de apresar. De madrugada, salgo del refugio de montaña y contemplo el paisaje escarchado, bajo el brillo diamantino de la noche. Levanto la cabeza y veo la mole azulada y durmiente del Pedraforca. Me estremezco de frío y vuelvo al refugio. Mayo 2007
La noche en Munich
In birra veritas, podríamos decir a propósito de esta noche en la mítica Hofbräuhaus de Munich. Aquí la amistad, los acordeones, los bailes sin ton ni son y las deliciosas suavidades de la cerveza compusieron una sinfonía inolvidable. Marzo 2007
Sevilla: Santa Cruz y el Alcázar
Sevilla huele a rosa en este barrio blanco de Santa Cruz, que serpentea de plazoleta en plazoleta hasta la Giralda en una noche de verano. La Alhambra será la estrella de las antologías andaluzas, pero yo me quedo con el precioso Alcázar sevillano, aposentos del alma andalusí cuajados de penumbras lilas y floraciones de teselas multicolores. Agosto 2006
El Naranco
En este monte de Oviedo se asienta el templo prerrománico de Santa María, pequeño Partenón cristiano irrepetible, abierto de par en par con sus tres puertas y sus tres ojos caprichosos. Sin campanarios, sin mentiras decorativas, sin aspavientos, Te quiero pura (Salinas). Agosto 2002
Florencia, albores del siglo XXI. Mis ojos adolescentes se estremecen ante la primera gran joya: la mole de mármoles blanquiazules y rosados del Duomo florentino, coronado por la embriagadora cúpula roja de Brunelleschi. Síndrome de Stendhal quinceañero, mientras en el alma espejean los primeros amores.
Joan Pau Inarejos, octubre 2008
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