Se ha establecido en la moral moderna la regla de preferencia de que el trabajo útil es mejor que el goce de lo agradable. Esto revela un 'ascetismo' específicamente moderno, que fue extraño por igual a la Edad Media y a la Antigüedad y cuyas fuerzas impulsoras son una componente muy importante de las fuerzas internas que han conducido al desarrollo del capitalismo.
El ascetismo moderno se revela en el hecho de que el goce de lo agradable que se refiere todo lo útil, experimenta un progresivo desplazamiento hasta que, finalmente, lo agradable queda subordinado a lo útil. Establece un mecanismo complicadísimo para la producción de cosas agradables, poniendo a su servicio un trabajo inconsciente: sin atender para nada al goce final de esas cosas agradables.
Al final, resulta que aquellos que más trabajo útil hacen y más se apoderan de los medios externos necesarios para el goce, son los que menos pueden gozas. Y en cambio, los grupos más ricos de vida, aquellos a quienes precisamente la voluntad de goce no les permite concurrir con el trabajo de los demás, carecen cada vez más de los medios para engendrar el goce.
Con esto, la civilización moderna muestra la tendencia a no dejar que nadie aproveche el infinito cúmulo de cosas agradables que produce. Y preguntamos: ¿a qué viene esa infinita producción de cosas agradables, si el tipo que se agota en producirlas y las posee es el que, por naturaleza no puede gozarlas mientras que el que podría gozarlas no las posee?
Cosas muy alegres, contempladas por hombres muy tristes que no saben qué hacer con ellas. Tal es el sentido de nuestra cultura.
Max Scheler, El resentimiento en la moral, 150