por JOAN PAU INAREJOS
Nota: 7,5
Por culpa de 'Titanic', durante años hemos imaginado a Leonardo DiCaprio sumergido en
la frialdad del Atlántico, y se supone que a partir de ahora le recordaremos sepultado en la nieve, convulsivo y
echando espumarajos por la boca. ‘El renacido’, de Alejandro González Iñárritu, llega con aires de grandeza. Todo en ella es extremo e intensísimo. Se nota que el mexicano tiene ganas de marcar
época, con la ayuda de los astros de Hollywood y la prodigiosa fotografía de Emmanuel Lubezki (‘Gravity’,
‘Birdman’). Iñárritu, como presagia la fonética abrupta de su apellido, no quiere ser un autor más. Lo suyo es firmar con
sangre.
La lucha a muerte de indios y pioneros americanos inspira uno de los prólogos
más espectaculares jamás filmados en la gran pantalla. La disputa por la tierra, cruda y
encarnizada, está rodada en plano secuencia con una precisión que recuerda al cine
digital y con un hiperrealismo mutante en puntos de vista; de repente el cine se acerca al
ordenador, es el ojo oscilante que todo lo ve. Vivimos la batalla desde dentro,
a ras de tierra o a vuelo de flecha, con la subjetividad de la mirada y la velocidad del dron. Iñárritu hace que cobre vida la célebre observación
de Stendhal cuando hablaba de una zanja insalvable entre la batalla de Waterloo
y la batalla verdaderamente vivida, entre la guerra narrada en los libros
de historia y la sensación caótica, jadeante y fragmentaria que se experimenta
en su interior.
La audacia técnica de ‘The Revenant’ es indiscutible y con
ella el director de ‘Birdman’ sube otro peldaño en su propósito de romper
las reglas y cambiar el modo en que vemos la realidad en la pantalla. La odisea
de supervivencia del explorador Hugh Glass rezuma radicalidad, no sólo en el montaje, también en la banda sonora -esa percusión destrozanervios- o en la dureza de
los temas e imágenes que aborda. Devoraciones, homicidios, desollamientos, entierros en vida. Animal contra animal, hombre contra animal, caza del hombre por el hombre. Un
mundo oscuro y hobbesiano que sólo pueden redimir los lazos de sangre. Una naturaleza cruel e indiferente, como la imaginaba Schopenhauer en sus fábulas
zoológicas, y a la vez dotada de una belleza salvaje.
Iñárritu lo exagera todo hasta tal punto que a veces roza el efecto cómico, el humor negro o lo involuntariamente ridículo. A diferencia de 'Birdman', su paréntesis juguetón, aquí no hay ni un gramo de ironía donde agarrarse, la película se ofrece con todo su peso solemne y mineral: la tomas o la dejas. 'El renacido', siendo impresionante, quiere ser demasiado importante: documental hipersensorial, drama portentoso, relato con ínfulas metafísicas. Pega fuerte al principio, pero sus situaciones, motivos visuales y tipos de planos se repiten hasta la extenuación -cuando ves el contrapicado de los árboles por décima vez ya no sobrecoge tanto-. Incluso el esperado desenlace, ese fatídico ajuste de cuentas en la nieve, se desinfla inexplicablemente. Y lo peor: apenas queda poso emocional tras una historia que hace de la intensidad y la vehemencia su santo y seña. Hay tanta entraña que falta corazón. ¿Se trataba de eso?
‘the revenant’, de alejandro gonzález iñárritu
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