Nota: 6
28 enero 2016
'Joy': la heroína en albornoz
por JOAN PAU INAREJOS
Nota: 6
Nota: 6
Antes de que pudiéramos comprar lo
que necesitábamos con un solo clic, había gente que se empeñaba en vendernos lo
que no necesitábamos a base de impactos catódicos y sonrisas impostadas. Se
llamaba teletienda. Y por lo visto tenía sus estrellas. Gente que te colaba
como nadie las virtudes de la fregona suberabsorbente, del cinturón
antimichelines o de la multi-maxi-tostadora-freidora-taladradora. Era el siglo XX.
El capitalismo no ha terminado (todavía) con esta forma cansina y aborrecible
de comercio, pero le ha dedicado una película, así que, como mínimo, empieza a ser
vintage.
La teletienda, los culebrones y las
líneas de contactos de los años 80 y 90 ponen el telón de fondo a esta peculiar
comedia biográfica, cuyo título, cartel y reparto nos ha hecho salivar durante
meses. El tridente Jennifer Lawrence-Bradley Cooper-Robert de Niro fue tan
arrollador en ‘El lado bueno de las cosas’ (‘Silver
linings playbook’) que su reencuentro auguraba grandes alegrías. David O.
Russell se ha fijado en un material singular, desde luego -la historia real de
la inventora Joy Manglano-, pero el resultado no está a la altura de aquel estrambótico
y encantador romance protagonizado por desequilibrados mentales. Es como cuando
te llega el cinturón antimichelines a casa y te das cuenta que no es lo que
parecía. A grandes expectativas, grandes decepciones.
‘Joy’ tiene un arranque prometedor.
Russell nos sitúa en un hogar de seres disfuncionales que se reparten sus
miserias por metros cuadrados. La llegada del padre cascarrabias (Robert de
Niro) complica todavía más la cohabitación en este micromundo proletario, gritón
y conflictivo, donde la abuela (Diane Ladd) quizá es la única que pone un poco
de sensatez. Joy (Jennifer Lawrence) deberá apañárselas para llevar adelante la
familia y ejercer simultáneamente de psicóloga, gestora doméstica, empresaria y
madre coraje. Todo ello con el recelo indisimulado de un padre impresentable,
una hermana arrogante y una madrastra despótica (Isabella Rossellini). Algo así
como la Cencienta en una barriada de Long Island.
En vez de sostener en el tiempo este
inspirado caos doméstico, como hizo en la subestimada ‘Silver linings playbook’,
Russell abandona rápidamente la comedia de enredos y pone el acelerador de su fábula
sobre el sueño americano. Los vicios del biopic
ensalzador no tardan en aflorar. Mujer con un anhelo, mujer que supera los
obstáculos, mujer que se enfrenta a hombres soberbios y bribones. Aquellos
personajes que componía Julia Roberts por la época de ‘Erin Brockovich’ y que
Jennifer Lawrence puede recrear sin pestañear, con sus característicos modos de
muchacha dura de pelar. Bravo por Jennifer, de nuevo la reina de la función,
pero regular por la película, que nunca parece suficientemente divertida,
dramática o inteligente, por querer ser demasiado divertida, dramática e
inteligente. Definitivamente, la tostadora no era ninguna maravilla.
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