León
Tolstói
La muerte de Iván
Ilich (1886)
los
poderosos
Individuos que, aunque notoriamente incapaces para
desempeñar cargos importantes, no pueden ser despedidos a causa de sus muchos
años de servicio; al contrario, para tales individuos se inventan cargos
ficticios y sueldos nada ficticios de entre seis y diez mil rublos.
los
islotes del amor
Quedaban sólo algunos infrecuentes períodos de cariño
entre ellos, pero no duraban mucho. Eran islotes a los que se arrimaban durante
algún tiempo, pero luego ambos partían de nuevo para el océano de hostilidad
secreta que se manifestaba en el distanciamiento entre ellos.
paciente
versus médico
Para Ivan Ilich había sólo una pregunta importante, a
saber: ¿era grave su estado o no lo era? Pero el médico esquivó esa indiscreta
pregunta. Desde su punto de vista era una pregunta ociosa que no admitía
discusión; lo importante era decidir qué era lo más probable: si riñón
flotante, o catarro crónico o apendicitis. No era cuestión de la vida o la
muerte de Ivan Ilich, sino de si aquello era un riñón flotante o una
apendicitis.
la
soledad del dolor
Esa soledad en medio de una ciudad populosa y de sus
numerosos conocidos y familiares -soledad que no hubiera podido ser más
completa en ninguna parte, ni en el fondo del mar ni en la tierra (…). Era
imposible engañarse: algo terrible le estaba ocurriendo, algo nuevo y más
importante que lo más importante que hasta entonces había conocido en su vida.
Y él era el único que lo sabía; los que le rodeaban no lo comprendían o no
querían comprenderlo y creían que todo en este mundo iba como de costumbre. Eso
era lo que más atormentaba a Ivan Ilich.
el tabú
social de la muerte
(…) El mayor tormento de Ivan Ilich era la mentira, la
mentira que por algún motivo todos aceptaban, según la cual él no estaba
muriéndose, sino que sólo estaba enfermo. (…) Les aterraba que de pronto se
esfumase la mentira convencional y quedase claro lo que ocurría de verdad.
¿mortal
yo?
El silogismo aprendido en la Lógica de Kiezewetter: «Cayo
es un ser humano, los seres humanos son mortales, por consiguiente Cayo es
mortal», le había parecido legítimo únicamente con relación a Cayo, pero de
ninguna manera con relación a sí mismo. Que Cayo -ser humano en abstracto fuese
mortal le parecía enteramente justo; pero él no era Cayo, ni era un hombre
abstracto, sino un hombre concreto, una criatura distinta de todas las demás.
la
vitalidad del criado
Gerasim, el ayudante del mayordomo, era el que siempre venía
a llevarse los excrementos (…). Entró Gerasim con paso firme y ligero,
esparciendo el grato olor a brea de sus botas recias y el fresco aire invernal,
con mandil de cáñamo y limpia camisa de percal de mangas remangadas sobre sus
fuertes y juveniles brazos desnudos, y sin mirar a Ivan Ilich -por lo visto
para no agraviarle con el gozo de vivir que brillaba en su rostro, se acercó al
orinal. -Gerasim -dijo Ivan Ilich con voz débil. Gerasim se estremeció. (…) La
salud, la fuerza y la vitalidad de otras personas ofendían a Ivan Ilich;
únicamente la energía y la vitalidad de Gerasim no le mortificaban; al
contrario, le servían de alivio.
crecer
socialmente, morir existencialmente
«Era como si bajase una cuesta a paso regular mientras
pensaba que la subía. Y así fue, en realidad. Iba subiendo en la opinión de los
demás, mientras que la vida se me escapaba bajo los pies… Y ahora todo ha
terminado, ¡Y a morir!»
la
rendición del yo ante la muerte
Y de pronto se dio cuenta de la debilidad de lo que
defendía. No había nada que defender.
forcejeando
con el agujero negro
Resistía como resiste un condenado a muerte en manos del
verdugo, sabiendo que no puede salvarse (…). Tenía la sensación de que su
tormento se debía a que le empujaban hacia ese agujero negro y, aún más, a que
no podía entrar sin esfuerzo en él.
muerte
de la muerte
-¡Éste es el fin! -dijo alguien a su lado. Él oyó estas
palabras y las repitió en su alma. «Éste es el fin de la muerte» -se dijo-. «La
muerte ya no existe.»
* Los títulos que encabezan los fragmentos son del autor del blog