por JOAN PAU INAREJOS
Sin remilgo alguno, con una gozosa incorrección política rayana en lo impertinente, Polanski nos muestra un político bribón y egocéntrico, hastiado y arrogante, irritable y malhablado, en las antípodas del marketing y la sonrisa fotográfica, que en su búnker de lujo acabará confundiendo su retórica autoritaria con la verdadera justicia, frente a las "chorradas pacifistas". Pierce Brosnan, envejecido y crepuscular, borda este sórdido retrato de Mister Hyde que bien valdría para centenares de líderes políticos.
Frente a él, Ewan McGregor interpreta a un cándido escritor a quien encomiendan la redacción anónima de las memorias del ex primer ministro. El amante de 'Moulin Rouge' cumple correctamente su papel de becario imprudente e indiscreto, asistiendo a revelaciones escandalosas y largándolo todo a las primeras de cambio, para desespero de la platea, que ve venir al lobo. Y no podemos olvidar al tercer as de la función, la ex primera dama a quien interpreta con garra y maestría Olivia Williams, una mujer ásperamente fogueada en el poder, inteligente y resentida como corresponde desde siempre a la mujer del César, aunque maldita la gracia que les hará a las feministas más puritanas (y a Cherie Blair ni te cuento).
Polanski maneja con maestría estas tres individualidades -el emperador, la esposa y el esclavo-, y nutre el drama palaciego con la pulpa de un sabroso thriller político, donde lo mejor, sin duda, son las puras secuencias de tensión, vacías de diálogos, aquellas en que los sicarios anónimos pisan los talones al joven atolondrado que sabe demasiado en emocionantes escaladas de ansiedad. Bravo por la escena de la huída en el ferry, que aviva en el espectador los miedos más primarios de la persecución y la supervivencia.
Que huyan de 'El escritor' los buscadores de novedades y perlas vanguardistas: la cinta tiene los ingredientes clásicos de la intriga política, hasta extremos ciertamente muy previsibles y casi caricaturescos, y a pesar de su pretenciosidad y su dilatado metraje (señores directores: a partir de las 2 horas, piensen lo que están haciendo), a pesar de todo eso, cabe decir que la película discurre con una gran solidez actoral, con un insólito puñetazo en el ojo a alguien que ha sido tanto como Tony Blair y con un brillante giro final que hará las delicias de los sibaritas de la conspiración.