19 octubre 2009

'Agora': frío portento


LA PELÍCULA EN LA MEJOR WEB DE CINE: LA BUTACA
¿y tú qué opinas? ¿qué películas te han gustado últimamente?

por JOAN PAU INAREJOS

Nota: 7

Antes de decir nada, ante el hábil Alejandro Amenábar uno debe quitarse el sombrero para reconocerle su tremenda versatilidad: el autor de brillantes thrillers psicológicos -Abre los ojos-, de incursiones más que redondas en la casa del terror -Los otros- y de dramas tan logrados como Mar Adentro, ahora monta otro portento artesanal a cuenta del legendario género del péplum, o dicho en cristiano, del cine de romanos.

Noble propósito, el que exhibe aquí el niño prodigio del cine español: rodar un péplum que se aleje de la épica pura y dura para adentrarse en el siempre pantanoso terreno de la tesis y el relato ideológico. Para ser más precisos, Amenábar tiene la astucia de invertir los roles del cine de Semana Santa y poner el foco en la Alejandría del siglo IV, donde los cristianos son los verdugos y saqueadores de una sociedad pagana, amante de la paz y la libertad.

Lo mejor. La película entera gravita en torno a esta apología de la Antigüedad y de su heroína accidental, la célebre astrónoma Hipatia de Alejandría, interpretada por una Rachel Weisz en estado de gracia. La actriz británica borda el papel de esta filósofa audaz y solitaria, atípica y asexuada, casi convertida en una beata laica de la ciencia y el raciocinio. Más allá de la exactitud histórica, Agora descuella como un valiente, espectacular y documentado homenaje a una mujer defenestrada por el fanatismo.

Lo peor. Por desgracia, el tono de este homenaje es superficial y maniqueo: los judíos y cristianos aparecen como primitivos sectarios, oscuros y desdentados, poniendo contra las cuerdas a la venerable civilización alejandrina, de blancas túnicas e ilustres pergaminos. Incluso se diría que los invasores de la polis adoptan sospechosamente la iconografía del islamismo radical actual, con esos obispos y agitadores de largas barbas negras a lo Bin Laden. Nada nuevo: también Mel Gibson empleó este cromo facilón para dibujar a los pérfidos judíos que asesinaron a Jesucristo.

En sus más que sobrantes 126 minutos, Agora cae gozosamente en la tentación de la caricatura y el ensalzamiento, de la fábula moral para consumo contemporáneo. Se lo perdonaríamos si almenos nos llegara al corazón, pero este péplum, magníficamente esculpido y concluído, apenas hace cosquillas al intelecto.


1 comentario:

Anónimo dijo...

Sóc Francesc Ferrés Estic mol d'acord Pau. És una película grandilocuent que cau en la caricatura més absurda, fins i tot els colors blanc o negre deixa entreveure la visió subjectiva i prejutjada d'Amenábar, que, tot sigui dit, a mi m'encanta...