29 marzo 2008

Una estrella moribunda apunta su cañón de rayos gamma hacia Sol

La estrella ya se está muriendo, está expulsando material y muestra la bella espiral que dibuja en el espacio, según gira con su compañera, dejando un rastro de gas


EFE 3 - 05/03/2008 17:54:00 - CIENCIA-ASTRONOMÍA (crónica)

Alonso de Contreras

Redacción Internacional, 5 mar (EFE).- Tarde o temprano, una estrella situada a 7.000 años luz de la Tierra disparará un flujo de letales rayos gamma y está apuntando, aparentemente, hacia nuestro sistema solar, según un equipo de físicos y astrónomos.

En unos pocos cientos de miles de años -en breve, según los relojes de los cosmólogos- la estrella Wolf Rayet 104 (WR104), en realidad la mayor de un sistema binario de dos estrellas que giran en torno a un centro de gravedad común, hará explosión violentamente en forma de supernova.

Pero no lo hará como lo hacen la mayoría de las estrellas de gran masa, según Peter Tuthill, investigador de la Escuela de Física de la Universidad de Sydney (Australia), que este mes publica en la prestigiosa revista estadounidense Astrophysical Journal un trabajo de varios años al frente de un equipo de investigadores.

WR104 tiene una rotación muy veloz, y las estrellas masivas que giran a gran velocidad, cuando colapsan en una supernova, en lugar de hacer explosión súbitamente, lanzan primero un intenso flujo de radiación gamma por sus dos polos, a lo largo de su eje.

Según Tuthill, el eje de rotación de la WR104 apunta directamente a la zona del espacio por donde transita nuestro sistema solar en la Vía Láctea.

La estrella Wolf-Rayet 104 tiene una masa 25 veces mayor que el Sol y, como la mayoría de las estrellas más grandes que la nuestra, su vida es corta y violenta. Para los astrónomos, la WR104 es una bomba con una mecha corta.

La estrella ya se está muriendo, está expulsando material y las fotos de Tuthill, tomadas a lo largo de seis años y colocadas en secuencia, como una película, muestran la bella espiral que dibuja en el espacio, según gira con su compañera, dejando un rastro de gas.

Thuttil y su equipo trabajaron durante años con el observatorio óptico de Mauna Kea, en Hawaii (EEUU), básicamente en observaciones de radiación infrarroja, el espectro asociado a gas y polvo caliente alrededor de las estrellas.

Adrian Mellot, astrofísico de la Universidad de Kansas, ya propuso hace cinco años que un chorro de rayos gamma que pudo alcanzar la Tierra procedente de una supernova hace unos 450 millones de años pudo ser la causa de la extinción de gran parte de las especies vegetales y animales al final del Silúrico.

Unos segundos bajo la exposición de un intenso chorro de rayos gamma procedente de una supernova cercana -unos cuantos miles de años luz es vecindad para los astrónomos- pudo haber causado, según Mellot, la destrucción inmediata de prácticamente toda la capa de ozono.

Y, durante unos cuantos años, la radiación ultravioleta del Sol, sin el filtro atmosférico, habría tenido un efecto mortal sobre los cromosomas de los seres vivos.

Aunque no se han hallado aún pruebas de la coincidencia de las grandes extinciones con explosiones de supernovas dentro de nuestra galaxia, los biólogos coinciden en que dichos eventos tendrían notorios efectos sobre los seres vivos.

Los chorros de rayos gamma (Gamma Ray Bursts, GRB) fueron identificados en los años sesenta después de varias falsas alarmas en los satélites militares que vigilaban el armamento nuclear, durante la guerra fría.

Según los astrónomos y los físicos, la contracción súbita de una estrella agónica, sin la masa suficiente para colapsar en agujero negro, produce una emisión de rayos gamma cuya energía, en pocos segundos, es equivalente a toda la que ha emitido el Sol en toda su vida.

Explosiones con una energía tan alta, según los cosmólogos, tienen incluso la fuerza suficiente para provocar el nacimiento de nuevos sistemas solares en su vecindad, al compactar con su impacto polvo y gases interestelares.

Según el cálculo de los astrónomos, una supernova hace explosión en nuestro "barrio" de la Vía Láctea cada 450.000 años, como media, pero no todas las explosiones vienen precedidas de un chorro de rayos gamma y mucho menos en dirección a la Tierra. EFE

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