29 julio 2004

Gemido nocturno



En el silencio sonó un gemido. Se me acercaba una figurilla a pasos de pájaro. Forcé mis ojos lechosos, aún adormecidos...

Eras tú. Venías más pura y única que nunca, empapada de noche y de llanto, en un bálsamo tierno y sutil. Murmuraste alguna desdicha y yo sentí que siempre había estado esperando que lo hicieras. Estaba oscuro, pero eras tú. Y dejaste tus lágrimas en mi hombro, y balbuceaste algo que entendí, y supiste endulzada de halago que esa noche yo te había estado esperando.

Entonces te consolé y te cogí como a una novia nívea, y languideciste hasta que sólo eras una criaturilla sobre mi regazo. No desististe en el llanto. Te levanté en brazos y anduvimos a media oscuridad, tú y yo, ilusos de eternidad. Y a medida que nacía la luz grisácea de la madrugada, y el gentío de las calles empezaba a hormiguear, desaparecías en destellos dormidos...

¿Qué había sido de ti, aquella noche de luna azul? ¿Qué veredas pisaste, dónde perdiste la razón de soledad? ¿Revoloteaste por esos caminos de arena? ¿Pajareaste hasta mi casa, mirlo melancólico?

Piel de limón, pelo de aceituna, aleteando oscura soplas tu perfume aguado de luz nocturna. Tu siempre estarás prendada de esa luz grisácea, y yo, diminuto en el mundo, pasearé siempre solo por las plazas el recuerdo íntimo de esa noche templada, el sueño sincero de que te amé.


JOAN PAU INAREJOS, 1999 (BASADO EN SUEÑO)

26 julio 2004

Eco del pensamiento


Un síntoma primario de Schneider para la esquizofrenia es el llamado eco del pensamiento. Esto hay que diferenciarlo de las alucinaciones. Consiste en que el paciente escucha sus propios pensamientos, pero en un alto volumen interior. Habitualmente el pensamiento es subvocal, pero en este caso el paciente lo escucha como si fuera en voz alta. Es su propio pensamiento y su propia voz. En la alucinación lo vive como una voz ajena.

Es uno de los primeros síntomas que se presenta en los esquizofrénicos y que causa gran perplejidad, miedo, angustia. Causa terror porque el enfermo escucha su propio pensamiento y no sabe qué está ocurriendo. No puede explicarse qué es lo que pasa. No es externo, ni impuesto, ni otra voz: es su propia voz.

http://www.marietan.com/semiologia/capitulo8.htm

El confort es el opio del pueblo


El psicólogo americano Carrel, en su importantísimo libro 'El hombre, esencia desconocida', en el capítulo titulado 'Adaptación', ha desarrollado la tesis de que el hombre degenera en las condiciones modernas de civilización (confort).

El hombre, dice él, alcanza su máximo grado de evolución cuando está expuesto a la crudeza de las estaciones del año, cuando deja de dormir algunas veces y otras duerme durante muchas horas seguidas, cuando sus comidas oscilan entre la abundancia y la escasez, y cuando alcanza alimentos y techo sólo al precio de esfuerzos incansables.

Se le exige que ejercite sus músculo, que se canse y descanse. Que luche, que sufra y sea feliz que ame y odie. Su vida volitiva necesita que se alternen la excitación y el sosiego. Ha de luchar contra los demás hombres o contra sí mismo. Ha sido hecho para esa vida, del mismo modo que el estómago está hecho para digerir comidas.

Arnold Gehlen, El hombre, 436

21 julio 2004

El enjambre de la cultura


¿Cuál de las acciones cotidianas de un obrero montador o de un contable sirve propiamente a la creación directa e inmediata de las cosas que sirven para satisfacer las necesidades de la vida?

El carácter indirecto de la contribución al mantenimiento de la vida ha crecido en las modernas culturas hasta transformarse en una maquinaria gigantesca, en la que sin embargo todos encuentran su vida y en la que cada ladrillo es un hecho de trabajo objetivamente disciplinado, de tal manera que cualquier atentado a las bases de ese sistema ha de ser impedido.

Arnold Gehlen, El hombre, 394

¿Por qué jugamos?

El juego es 'seriedad infantil', pero la fantasía es su auténtico nervio. También el juego de los adultos muestra este aspecto. Raras veces sucede sin involucrar intereses eróticos, financieros o de lucha. Pero el punto está precisamente en que esos intereses sólo podrían mostrarse bajo el manto de, digamos así, intereses fantásticos y absolutamente 'no prácticos': el comportamiento del balón que salta, la distribución del azar de las cartas policromas o cosas semejantes, consitituyen la parte realmente divertida o vivificante del juego.

Arnold Gehlen, El hombre, 242

15 julio 2004

De veras

Joan Pau Inarejos, 2 marzo 2002

Acaso no era tan blanca la paloma
ni los infiernos tan negros.
El diablo sabe más por diablo
y el cielo no tiene metro.
Quizá hay más de tres cosas en la vida
o ninguna.

Cuesta horrores coser y cantar.
La lluvia no trajo bendición.
Con sólo madrugar no bastaba
y no hace milagros la canción.

Pero si no hay rosas en abril
ni café por la mañana
si curar es más prudente
y la arruga no es tan bella
de veras me es indiferente.

Me conformo con tu pelo liso
y tu cintura a lo lejos.


14 julio 2004

Devoración en cadena


Junghuhn refiere haber visto en Java un extenso campo que se perdía de vista cubierto de osamentas y que creyó que era un campo de batalla. Los esqueletos eran de grandes tortugas de cinco pies de largo y tres de ancho, que abandonando el mar tomaban ese camino para depositar sus huevos; entonces eran atacadas por perros salvajes (canis rectilans), que acometiéndolas en grupos las vuelcan, les arrancan la coraza inferior y las conchas abdominales y las devoran vivas. A veces en este momento se presenta un tigre y se lanza sobre los perros.

Esta horrible escena se repite millares de veces todos los años. Es para esto para lo que han nacido las tortugas? ¿Qué culpa expían con tales tormentos? ¿A qué obedecen esas escenas horribles? No hay otra respuesta que ésta: así se objetiva la voluntad de vivir.

Arthur Schopenhauer, El mundo como voluntad y representación, 28

Fisiología de las visiones


Cantidades inadecuadas de vitaminas, así como cantidades inadecuadas de calorías, producen profundos cambios psicológicos. Resulta interesante mirar a la historia y ver por qué un período como la Edad Media fue mucho más fructífero en visiones que nuestros tiempos. Simplemente, la razón es que nosotros estamos llenos de vitaminas y que los habitantes de esa época no lo estaban.

Después de todo, cada invierno de la Edad Media traía consigo un período de extrema deficiencia vitamínica. Además de un largo período de ayuno involuntario estaban los cuarenta días de Cuaresma. Así que para la Pascua la mente se encontraba totalmente dispuesta para tener cualquier tipo de visión.

Creo que no cabe la menor duda de que ésta es una de las razones por las cuales las experiencias visionarias espontáneas son muchos menos comunes hoy día que antes. Se trata, simplemente, de un factor dietético.

Aldous Huxley, La experiencia mística, p 68

12 julio 2004

¡La conciencia es luz!


El antropólogo Roger W. Wescott ofrece la intrigante hipótesis de que la conciencia es una bioluminiscencia interna, concepto que puede llevar a la investigación de la posibilidad de que la iluminación sea un acontecimiento físico y mensurable dentro del cerebro. En 'El animal divino', Wescott propone que la bioluminiscencia endocraneana, "una verdadera forma de luz, generada dentro, por y para el cerebro", es la sustancia de la conciencia pura. "La conciencia misma quizá consista en la generación y recepción internas de radiaciones perceptibles. En una palabra, de luz".

John White, La experiencia mística, p 18

Nietzsche y la música


Ese hombre meridional, meridional no por ascendencia sino por 'fe', tiene que soñar, en el caso de que sueñe con el futuro de la música, también con que la música se redima del norte, y tiene que sentir en sus oídos el preludio de una música más honda, más poderosa, acaso más malvada y misteriosa, de una música sobrealemana que no se desvanezca, que no se vuelva amarillenta y pálida ante el espectáculo del mar azul y voluptuoso y de la claridad mediterránea del cielo, como le ocurre a toda la música alemana, sentir en sus oídos el preludio de una música sobreeuropea que se afirme incluso frente a las grises puestas del sol del desierto, cuya alma esté emparentada con la palmera y sepa vagar y sentirse como en su casa entre los grandes, hermosos, solitarios animales de presa...

Friedrich Nietzsche, Más allá del bien y del mal, p 214

11 julio 2004

Las sospechas del bibliotecario

JOAN PAU INAREJOS, febrero 2004


Les aseguro que no hay nada tan aburrido como trabajar en una biblioteca. Y a mí me tocó: llámenle mala suerte. No tenía mucho donde elegir, y como tengo unos papeles que certifican que soy de letras, así es como entré. Sin más.

Pero, como les digo, es un oficio enormemente aburrido. Nunca hablas con nadie y te dedicas ordenar y apelotonar. Así que un buen día me escondí tras unas estanterías y me puse a leer. Sí sí, como lo oyen. Leí a un escritor de nombre Carlos, que decía que el trabajo es explotación y que vamos hacia la revolución.

Como no había apenas gente en la biblioteca y el jefe estaba dormido, me pasé toda la tarde muy interesado con aquel tema y devoré un libro del tamaño de un baúl que hablaba del capital y la explotación y algunas cosas más por el estilo. Subrayé muchos párrafos con el lápiz, y dejé el libro doblado por una página que decía: “el trabajo aliena”.


A las nueve salí muy preocupado de la biblioteca, meditando muchas cosas que no había entendido. Antes de irme desperté al jefe, cosa que, por cierto, pareció molestarle mucho. Ya que estaba, le consulté su opinión sobre el tema: algo más que yo sabría. Le pregunté si a él le constaba que yo estuviese explotado o alienado. El jefe me espetó tres gritos y me insultó a voces durante cinco minutos (siempre llevo el reloj en el trabajo). No se lo reprocho: debe de irritar que te saquen de la siesta.


Al día siguiente me escondí en otra estantería y cogí otro libro. Esta vez el escritor se llamaba Sigmundo, no recuerdo el apellido así que por favor discúlpenme. Aquel libro me inquietó de verdad: todos nosotros, decía, hemos querido acostarnos con nuestras madres cuando teníamos cuatro años. No estaba preparado para un hallazgo así, de modo que abrí bien los ojos y atendí a todas las explicaciones del tal Sigmundo. Las páginas finales me dejaron atónito, porque decían ni más ni menos que había que “matar al padre”.

Quizá estaba leyendo más de la cuenta. Pero no quise dejar pasar el día sin aclararlo: los que somos de letras nos empeñamos en entenderlo todo. Así que tomé el libro prestado y lo llevé a casa para discutirlo con mis padres. A la la hora que llegué ya estaban durmiendo, así que que tuve que despertarlos: el asunto era importante.


Di la luz, hojeé el libro y les estuve leyéndoles las frases que había subrayado. Mi padre, que es algo colérico, enrojeció como una guindilla y me echó del cuarto a patadas. Tras la puerta oí a mi madre decir que maldita la hora en la que me sacaron del orfanato o así. Pensé sinceramente que no había para tanto.

El tercer día de la semana entré en la biblioteca dispuesto a devolver el libro, pero el jefe roncaba. Así que me fui a rebuscar en otra estantería. Había allí libros extrañísimos, firmados por un señor de nombre Federico: soy fatal para los apellidos, no me lo tengan en cuenta. Aquel escritor me asombró más que ninguno. Decía, en otras palabras que ahora no recuerdo, que los actos de compasión los hacen los débiles, los esclavos o algo parecido.


Antes de llegar a casa vi a una anciana dando limosna a un ciego, y pensé para mis adentros: ésta es la mía. Me acerqué a la señora y le pregunté “si era consciente de su hipocresía”, y de que su caridad “envolvía un sentimiento de rencor contra la vida”.


La mujer no parecía comprender nada. Probablemente no era muy leída, o quizá era sorda: a esta edad es muy normal. Pensó que yo era un atracador y a punto estuvo de entregarme el bolso. El perro del ciego se me lanzó encima y se puso a monderme la pantorrilla. Pedí disculpas a la anciana y me marché dándo las buenas noches.


En mi casa el horno no estaba para bollos, así que di la vuelta y me fui a un bar de copas. Delante de la barra, la cabeza me empezó a dar vueltas. Una chica llena de chinchetas en la cara me dijo que me invitaba a lo que quisiera. No la conocía de nada, y a primera vista no me pareció “alienada”, “reprimida” o “resentida”. Tomamos unas cañas y bailamos un rato, aunque a mí aún me dolía la pierna. Maldito perro.

JOAN PAU INAREJOS, febrero 2004

09 julio 2004

La violencia sublimada según Nietzsche


Casi todo lo que nosotros denominamos 'cultura superior' se basa en la espiritualización y profundización de la crueldad: tal es mi tesis. Aquel 'animal salvaje' no ha sido matado en absoluto, vive, prospera. Únicamente se ha divinizado.

Lo que constituye la voluptuosidad dolorosa de la tragedia es la crueldad. Lo que produce un efecto agradable en la llamada compasión trágica y, en el fondo, en todo lo sublime, hasta llegar hasta los más altos y delicados estremecimientos de la metafísica, eso recibe su dulzura únicamente del ingrediente de crueldad que lleva mezclado.

Lo que disfrutaba el romano en el cico, el cristiano en los éxtasis de la cruz, el español en las hogueras o ante las corridas de toros, el japponés de hoy que se aglomera para ver la tragedia, el obrero del suburbio de París que tiene nostalgia de revoluciones sangrientas, la wagneriana que aguanta con la voluntad en vilo de Tristán e Isolda, lo que todos estos disfrutan y aspiran a beber con un ardor misterioso, son los brebajes aromáticos de la gran Circe crueldad.

Fiedrich Nietzsche, Más allá del bien y del mal

Nietzsche contra los ingleses


En los moralistas se ha introducido furtivamente aquel viejo vicio inglés que se llama 'cant' (guardar las apariencias) y que es tartufería moral, oculta esta vez bajo la nueva forma del cientifismo.

En última instancia, todos ellos quieren que se dé la razón a la moralidad inglesa: en la medida en que justamente de ese modo es como mejor se sirve a la humanidad, o al 'provecho general', o a la 'felicidad de la mayoría', ¡no! A la felicidad de Inglaterra.

Querrían demostrarse a sí mismos con todas sus fuerzas que el aspirar a la felicidad inglesa, quiero decir al 'comfort' (comodidad) y a la 'fashion' (elegancia) y, en supremo lugar, a un puesto en el Parlamento, es a la vez también el justo sendero de la virtud.

El ser humano no tiende a la felicidad: sólo los ingleses lo hacen.

Más allá del bien y del mal, p 175 / Crepúsculo de los ídolos

08 julio 2004

Venus, madre soltera

JOAN PAU INAREJOS, julio 2004


- ¿Me lo aguanta un momento, por favor?

Aquella mujer me confiaba su bebé. Y como tenía los ojos verdes le dije sí, cómo no. Cogí al pequeñín y ella metió la mano en su bolso verde transparente hasta que dio con el móvil. Llevaba un vestido muy corto: también era verde, pero por desgracia no era transparente.

Mientras la mujer andaba por el parque en busca de cobertura, me fijé en el chiquillo. No tendría ni un año, pero sonreía de oreja a oreja como si tramase perrerías. Era regordete como un mazapán y rubio como su madre, a quien por cierto había perdido de vista.

Levantó los ojos saltones. Encima nuestro revoloteaba una mariposa blanca. El tocinito de cielo agitaba las manos, pero no la podía alcanzar. Entonces, aún tiemblo al recordarlo, se elevó medio metro sobre mi regazo y pinzó el bicho por un ala. Se rió como un cascabel y volvió a bajar conmigo.

Empecé a sudar. Me ardían las axilas. La madre no andaba por allí. Miré al pequeño con desasosiego y él sonríe que sonríe. Le di la vuelta y levanté cuidadosamente la diminuta camiseta. Tenía dos alitas, dos alitas blancas como de palomo y suaves como de algodón. Me levanté de un salto con el niño en brazos. Y la mariposa echó a volar.

Se puso a llorar como un condenado. Intenté consolarlo cantándole Angelitos Negros. Con mis sobrinos siempre había funcionado, pero a aquel bebé le había cambiado la cara y no había quien lo parase. Lo agité como un cóctel y el angelito, rojo y henchido, me vomitó encima.

Me senté como pude. Todo el mundo me estaba mirando. Tenía el hombro izquierdo empapado de una sustancia marrón y burbujeante y no llevaba nada para asearme. Le di la vuelta al crío y me limpié con sus alas. Eran de lo más absorbentes.

A todo esto apareció la madre. Venía a toda prisa y yo plegué las alitas con disimulo. Lo siento, lo siento, decía mientras cogía al niño. Al ver la mancha en mi hombro dijo oh, como lo siento, lo siento. Sacó un pañuelo de papel y se agachó para limpiarme: tuve un magnífico escorzo de su cuerpo.

Después limpió los morritos del bebé y lo acalló con besos tiernos, mejilla contra mejilla. Volvió a decir lo siento y me explicó que había tenido una llamada muy importante, que se trataba del trabajo y no podía colgar. Le dije que no se preocupase, que ya me iba a casa y me daría una ducha. Ella me miró fijamente.

- ¿Quiere tomar una copa?

Le dije que me podía tutear y me fui tras ella.

"Ponte cómodo", me dijo cuando llegamos a su piso. Voy un momento a bañar al crío. Me quedé en el sofá hojeando unas revistas de moda, y al rato apareció el bebé por el pasillo. Iba desnudo y lleno de jabón, volaba hacia mí con su aleteo silencioso. Mamá le iba a la zaga con una esponja en la mano.

Lo estuvo persiguiendo con paciencia hasta que lo agarró por un pie y lo metió en la bañera. Ya oscurecía cuando vino conmigo al comedor. Vestía una camiseta y unas braguitas minimalistas.


Perdona que te haya hecho esperar: este hijo mío… El otro día me trajo a comer una paloma. Imagínate. Dime, ¿qué quieres? ¿Whisky, champán, vino…? Lo mismo que tú, le dije. Pues que sean dos whiskys. Y vino con dos vasos repletos de hielo. ¿Fumas? No, gracias. No te molesta el humo, ¿verdad? Descuida, mujer.

En medio del humo relucían sus ojos verdes. De vez en cuando se mordía el meñique. Me contó que ella había empezado como modelo, y que de un tiempo a esta parte se dedicaba al cine. Por lo visto un diseñador amigo suyo ("¿no le conoces?") era amigo de un director emergente ("pues le han llamado de Hollywood). "Los amigos de mis amigos son mis amigos", concluyó llenándose el vaso.

¿Sales con alguien?, se me ocurrió decirle. Ella hizo un largo uf, bueno ahora no y propulsó algunos anillos de humo hacia arriba. Se quitó las sandalias y descalza, con el cigarrillo en boca, se fue en busca de algo.

Tras una portada de flores fluorescentes apareció un hombre de barbas rojas. Éste es Vulcano: mi primer marido. Trabajaba en una fábrica cuando lo conocí. Era muy buena persona y me hacía reír. Pero enseguida lo dejamos. Una vez me vio en una de esas revistas de moda y me dijo que lo que hacía era una vulgaridad. Si me quería realizar no podía contar con él, ¿entiendes? Hizo una calada y yo asentí con gravedad. Pasó página.

Y éste es Marte. Es el padre del niño. ¿Tú crees que se parecen? Bueno, él no es rubio, pero… Mira, fíjate. Era soldado profesional. Siempre me contaba cosas del ejército y una vez le pedí que me hiciera un striptease con el uniforme. Fue es-pec-tacular. Tuvimos un hijo y bueno, yo creo que fue una locura lo nuestro aunque en fin. ¿A que es un encanto?


¿Y estos? Oh, sí, estos son Adonis y Anquises. Aventuras sin importancia, ya sabes: amores de verano. Ahora con Cupidillo casi ni puedo salir de casa. Y cuando me voy no paro de llamar al móvil a la canguro. Es tan despistada…

Apagó el cigarrillo y exclamó: "qué calor". Se llevó las manos al pelo y se quitó los clips de colores. Una cabellera enorme, dorada y esponjosa le bajó hasta media espalda. Encendió otro cigarrillo y me miró con verde intenso.

No te tengo vista. ¿Has vivido siempre aquí? Me rodeó de humo. Sí: siempre. Pero, -tragué saliva- ¿no se supone que naciste de una concha o de la espuma del mar? Ella me miró unos segundos y rompió a reír a carcajada viva. La espuma del mar, qué gracioso, dijo. Y echó un trago.

JOAN PAU INAREJOS, julio 2004

06 julio 2004

El románico: moderno sin saberlo


Una pintura millonaria en sustancia, en emoción profunda, en un lenguaje plástico altamente sugestivo. Un arte incisivo e intenso en el que lo esencial de la pintura no ha sido sacrificado a las exigencias de la realidad y que posee una fuerza elemental puramente autóctona y situada en las antípodas del idealismo italiano y de la espiritualidad francesa.

Y si ustedes, jóvenes vehementes e indoctos, tienen por casualidad una migaja de inteligencia, se darán cuenta al punto de que esa magnífica pintura románica, que con el mínimo de medios de expresión consigue el máximum de intensidad, guarda estrechísima relación con ciertas obras pertenecientes a esa pintura llamada 'moderna', que a ustedes les subleva, les sulfura, les saca de sus casillas o les hace reír destempladamente...

Los 'deformadores' actuales... pueden alegar los precedentes de los Románicos, en tanto que los adeptos de la pintura imitativa, de la famosa 'grande tradición del objetivismo' sólo pueden invocar un número muy reducido de estatuas helénicas y cuatro siglos de pintura europea.

Arnau Puig, Històries de Dau al Set, 140 / foto: fragment del frontal de Santa Margarida de Vilaseca: el dimoni intenta devorar la noia però surt de les seves entranyes i el venç.

05 julio 2004

Tàpies i el romànic


El romànic és una estètica atractiva per als avantguardistes gràcies als seus potents valors anticlàssics. Els espais plans i la visió múltiple prefiguren el cubisme. L'estil directe i la deformació pedagògica connecten amb l'expressionisme. La llibertat dels colors plans i primaris recorda el fauvisme i l'abstracció lírica. Els continguts simbòlics i l'entorn irracional anticipen el surrealisme.

Antoni Tàpies no és l'únic artista espanyol modern que acusa influències romàniques. També altres pintors com Miró o el jove Picasso han begut de les formes primitives dels frescos medievals. Miró es deixa impressionar per les grans franges de color i els símbols gràfics com l'ull. Per a Picasso, el romànic és un dels referents visuals per deconstruir la perspectiva renaixentista. En l'època blava i l'època de gestació del cubisme, el romànic inspira el pinzell del geni a la recerca d'un espai pla i primitiu.

Tàpies és la figura senyera de l'informalisme a Catalunya. És un moviment europeu paral·lel a l'expressionisme abstracte nord-americà. Més enllà del lirisme de Kandinsky o Miró o del racionalisme de Mondrian o Malevich, els informalistes representen una abstracció basada en la brutalitat existencial. No s'entreguen a la 'inspiració musical' sinó que recuperen la pulsió del primer surrealisme, l'automatisme de l''action painting'.

A grans trets, l'informalisme és una estètica de la sinceritat. En el cas de Tàpies, parlem d'un art mural basat en la matèria, en la fangositat del pigment. Les teles tapianes de gran tamany recorden més arquitectures derruïdes que no pas pintures de cavallet. El caràcter mural és una primera analogia amb el romànic. Els frescos de parets i absis tenen una voluntat expansiva i expressiva, de manera anàloga al 'grafiti' de Pollock o Tàpies.

El mur és un lloc d’incisió, de petja, un valor que Tàpies intensifica amb el mateix afany que els gravadors i pica-pedrers medievals. De vegades aquesta fisura és real, i l’artista fereix i esquinça la matèria exercint alhora de pintor i escultor. En altres ocasions la petja és simbòlica, i aquí Tàpies es mostra propens a evocar la inscripció, en paral•lel als llibres sapiencials i apocalíptics que pinta el romànic. L’espontaneïtat i la presència física del missatge són en tots els casos els valors que Tàpies extreu dels frescos antics.

A més del mural i la matèria, Tàpies es distingeix en la seva devoció pel símbol. No pas en escenes al•legòriques, sinó en la forma de signes simples i enigmàtics, siguin aquests alafabètics o geomètrics. En l’ús de les lletres, l’artista recorda sovint els missatges lapidaris del romànic, amb els ideogrames dels personatges sagrats o el binomi alfa-omega que acompanya els pantocràtors (Déu, principi i final).

Pel que fa als signes geomètrics, cal destacar el de la creu, un símbol que l’artista empra amb gran freqüència com a tema dels seus murals i que com és evident figura entre els més representats del romànic, tant en la pintura com (sobretot) en l’escultura. Si la creu grega de Tàpies (de braços iguals) expressa harmonia i trobament, és la creu llatina (longitudinal) la més relacionada amb el cristianisme, perquè evoca el passatge de la tortura i el dolor.

Dins la tipologia de creus llatines, Tàpies composa formes antropomorfes, penjades o amb els braços estesos. Parlem aleshores de la creu matèrica, la imatge que remet més directament a l’agonia i el patiment físic de la creu. El romànic es prodiga anàlogament en la representació de llagues, estries i torsos lacerats. En altres murals, l’artista ens mostra una creu rastre, a saber, la petja confusa d’un home que ha estat crucificat però ja no hi és, rubricant així una absència inquietant. En aquest cas entronca amb la icona del sepulcre buit i el llençol sant, o amb els davallaments escultòrics, en què la figura antinaturalista del Crist ja traspassat sembla més una carcassa que un cos real.

A nivell semàntic, la creu romànica no s’acaba en si mateixa, sinó que assenyala la transcendència. Per contra, la creu tapiana és immanent i reflecteix amb una angoixa existencial l’absurd del dolor en vida i l’absurd de la mort. El crucifix es converteix en icona de la irracionalitat.

Tàpies també extreu del romànic altres símbols geomètrics, com l’arc de mig punt o la màndorla, tots dos amb un valor d’obertura. En el primer cas, és un arc que parla per si mateix, sense funcionar com a porta o forat. Pel que fa a la màndorla o ametlla, Tàpies la buida del seu significat estrictament religiós i pot esdevenir (com en el llenguatge de Miró) imatge del sexe femení. D’aquesta manera, el sentit d’eternitat es transforma en sentit de fecunditat o simplement de nexe sexual. Sovint, la superposició de símbol i matèria reprodueix la intersecció de cel i terra expressada en l’ametlla romànica.

Gaudí i el gòtic


L'art català no ha tingut Renaixement. A diferència d'altres països de l'entorn, a Catalunya no es pot invocar cap tradició clàssica ni cap cànon modern. El noucentisme dels anys deu i vint és un intent tardà d'omplir aquest buit cultural amb proclames mediterranistes. La descoberta de les runes d'Empúries va ajudar a crear el mite de la 'Catalunya grega'.

Els focus artístics més potents cal trobar-los a l'Edat Mitjana. L'arquitectura gòtica i la pintura romànica són els terrenys on l'art català ha assolit major originalitat fins el segle XX.

El gòtic català destaca per la seva robustesa i el seu magnífic sentit de l'espai. Moltes esglésies, catedrals i llotges catalanes són de nau molt ampla o fins i tot de nau única. És un gòtic mediterrani auster i sense floritures, més influït per les estètiques romànica, àrab o cistercenca que no pas pels models francès i castellà, exponents del 'gótic barroc'.

L'arquitectura ha de trobar solucions globals. Amb la fotogènia no n'hi ha prou. El gòtic mediterrani busca la bellesa en la simplicitat constructiva i defuig les altures pomposes. En comptes de dissenyar edificis molt prims i 'amb crosses', utilitza un arc apuntat molt ample, quasi romànic. La simplificació de la nau permet eliminar arquivoltes i fer més primes les columnes. El resultat són edificis austers per fora i genialment espaiosos i lluminosos a l'interior. Les catedrals de Girona i Palma, les esglésies de Santa Maria del Mar, Santa Maria del Pi i La Seu de Manresa són els exemples més purs d'aquest gòtic horitzontal i 'marítim'.

Les formes del gòtic català han tingut continuïtat en el temps i un 'revival' únic en l'arquitectura de Gaudí. Cal veure que mentre el modernisme en general és un estil de façana, el gaudinisme es basa en la saviesa constructiva. Gaudí odiava d'allò més els elements accessoris o superflus de l'arquitectura. Les agulles i penells li semblaven 'pèls a la calba', de les catedrals amb contraforts i arquivoltes en deia 'animals amb crosses'.

Gaudí troba les 'solucions globals' més satisfactòries en el gòtic mediterrani. Malgrat la imatge barroca i vertical d'algunes façanes com les de la Sagrada Família, els 'cossos' gaudinians tenen un esquelet racional pensat sobretot per a la conquesta de l'espai. Si els constructors medievals eliminen les 'crosses' gràcies a aun arc apuntat molt ample, Gaudí 'inventa' la solució dels arcs parabòlics. L'estructura corbilínia de les voltes parabòliques permet que la construcció s'aguanti sense recursos externs.

La Pedrera, la Cripta Güell o els passejos porticats del Parc Güell revelen una preocupació central per l'espai. Gaudí ataca el problema amb una solució nova però ben ancorada en el gòtic mediterrani. Aconsegueix que els seus edificis tinguin una aparença natural, geològica o biològica. Lluny d'exagerar l'artifici constructiu, el gaudinisme és arquitectura 'sortida de la terra', que no desafia les lleis de la natura sinó que les aprèn en profit propi.

La modernidad líquida


Zygmunt Bauman: “Es tiempo de precariedad”

Acuñador de una feliz metáfora sobre la contemporaneidad, la “modernidad líquida”, Zygmunt Bauman aparece hoy como uno de los más lúcidos pensadores de un presente convulso. Una entrevista nos acerca al pensamiento de este sociólogo de origen polaco, un defensor de la esperanza frente al optimismo.

DANIEL GAMPER - 12/05/2004

Zygmunt Bauman (1925) nació en Polonia en una humilde familia judía con la que emigró a la Unión Soviética tras la ocupación nazi. Tras su paso por el ejército polaco en el frente ruso, fue profesor en la Universidad de Varsovia hasta que con motivo de una campaña antisemita emigró al Reino Unido en donde aún vive.

Usted afirma que nuestra época es la de lo líquido, que vivimos en la modernidad líquida. ¿Por qué?

Durante mucho tiempo intenté captar los rasgos característicos de esta época y ahí surgió el concepto de lo líquido. Es un concepto positivo, no negativo. Como dice la enciclopedia, lo fluido es una sustancia que no puede mantener su forma a lo largo del tiempo. Y ese es el rasgo de la modernidad entendida como la modernización obsesiva y compulsiva. Una modernidad sin modernización es como un río que no fluye. Lo que llamo la modernidad sólida, ya desaparecida, mantenía la ilusión de que este cambio modernizador acarrearía una solución permanente, estable y definitiva de los problemas, la ausencia de cambios. Hay que entender el cambio como el paso de un estado imperfecto a uno perfecto, y el estado perfecto se define desde el Renacimiento como la situación en que cualquier cambio sólo puede ser para peor. Así, la modernización en la modernidad sólida transcurría con la finalidad de lograr un estadio en el que fuera prescindible cualquier modernización ulterior. Pero en la modernidad líquida seguimos modernizando, aunque todo lo hacemos hasta nuevo aviso. (…) En pocas palabras: la modernidad sólida fundía los sólidos para moldearlos de nuevo y así crear sólidos mejores, mientras que ahora fundimos sin solidificar después.

¿Qué consecuencias tiene esta inestabilidad para la sociedad y los individuos?

El sentimiento dominante hoy en día es lo que los alemanes llaman “Unsicherheit”. Uso el término alemán porque dada su enorme complejidad nos obliga a utilizar tres palabras para traducirlo: incertidumbre, inseguridad y vulnerabilidad. Si bien se podría traducir también como “precariedad”. Es el sentimiento de inestabilidad asociado a la desaparición de puntos fijos en los que situar la confianza. Desaparece la confianza en uno mismo, en los otros y en la comunidad.

¿Cómo se concreta esta precariedad?

En primer lugar como incertidumbre: tiene que ver con la confianza en las instituciones, con el cálculo de los riesgos en que incurrimos y del cumplimiento de las expectativas. Pero para calcular correctamente estos riesgos se necesita un entorno estable, y cuando el entorno no lo es entonces se da la incertidumbre. (…) Para establecer estas relaciones son necesarias por lo menos dos personas, pero para romperlas basta con uno. Esto nos mantiene en un estado de inquietud, ya que no sabemos si a la mañana siguiente nuestro compañero habrá decidido que ya no quiere saber nada más de nosotros. El tercero es el problema de la vulnerabilidad, de la integridad corporal, y de nuestras posesiones, de mi barrio y de mi calle.

¿En qué medida la amenaza terrorista determina esta inseguridad?

El terrorismo es el último factor que se ha añadido para aumentar esta vulnerabilidad. Pero antes existía el miedo de la clase baja, el miedo del inmigrante que ha abandonado su tierra y ya no se siente acogido en ningún lugar. (…) A esto hay que añadir el creciente número de pánicos a los que nos vemos sometidos: envenenamiento de las substancias, del aire, la comida, los cigarrillos. Lo que hoy es sano mañana puede ser tóxico, mortal. ¿Cómo es posible estar seguro de algo en un mundo así? Se confirma así la sospecha de que el punto neurálgico de la precariedad ha pasado a ser la vulnerabilidad.

Pero, ¿no encontramos ningún elemento estable en la modernidad líquida?

En la modernidad líquida la única entidad que tiene una expectativa creciente de vida es el propio cuerpo. La modernidad sólida confiaba en que más allá de la brevedad de la existencia humana se encontraba la sociedad imperecedera. ¿Quién diría algo semejante hoy en día? Yo mismo tengo 78 años y, sólo durante mi estancia en el Reino Unido, he vivido en cuatro sociedades completamente distintas y eso sin moverme del mismo lugar: eran las cosas a mi alrededor las que cambiaban. Así pues, yo soy el elemento más imperecedero de mi biografía. A este fenómeno lo denomino la crisis del largo plazo: el único largo plazo es uno mismo, el resto es el corto plazo.

¿Qué hemos ganado con el advenimiento de la modernidad líquida?

Libertad a costa de seguridad. Mientras que para Freud gran parte de los problemas de la modernidad provenían de la renuncia a gran parte de nuestra libertad para conseguir más seguridad, en la modernidad líquida los individuos han renunciado a gran parte de su seguridad para lograr más libertad. (...)

Zygmunt Bauman,
entrevistado por Daniel Gamper

03 julio 2004

Esperanza a falta de optimismo


Yo no soy optimista pero tengo esperanza. Hay una diferencia entre optimismo y esperanza. El optimista analiza la situación, hace un diagnóstico y dice, hay un 25% de posibilidades, etc. Yo no digo eso, sino que tengo esperanza en la razón y la consciencia humanas, en la decencia. La humanidad ha estado muchas veces en crisis. Y siempre hemos resuelto los problemas. Estoy bastante seguro de que se resolverá, antes o después. La única verdadera preocupación es cuántas víctimas caerán antes. No hay razones sólidas para ser optimista. Pero Dios nos libre de perder la esperanza.

Zygmunt Bauman,
entrevistado por Daniel Gamper

01 julio 2004

El puro

Joan Pau Inarejos
2004

Enciendo el puro. Todo el mundo se ha ido a bailar: desde aquí se oye la música. Hago las primeras caladas y me aflojo la corbata. El puro es largo y rollizo, y según cómo el humo me nubla la vista parece volvérseme un animal peludo y entrañable, que se deja mansamente incinerar.

Veo una chica: creo que me está mirando. Será de la familia de la novia, porque no la conozco de nada. Me quema mirar sin parar, es tan guapa que tengo que parpadear. También es alta. ¿Me habrá visto derecho?

Llevo un cuarto de hora en la luna y casi me ha manchado con las cenizas. Me acerco el plato del pastel: hay un caldo de nata y fresa.

Los desechos del puro se hunden con un murmullo placentero. Sin duda se sienten halagados de ahogarse en la fresa, y no en un cenicero triste.

Quizá es el humo, no sé, pero creo que me está haciendo señales. Miro atrás: no hay nadie, sólo suegros y marujas. Me aflojo más la corbata: me está matando, y con este calor aquí dentro ni te cuento. Ya sé que todo baila y ondea cuando con el humo, pero yo ponía la mano en el fuego que me dice algo y no me estoy enterando.

Me llevo el puro a la boca y siento la piel mamífera en los labios. Aspiro ávidamente, hasta sentir en los pulmones la nube inmensa y aromática. Según el médico esto me ensucia las entrañas, quién sabe si un asmático como yo no llama la muerte a gritos fumando con ansia destetada. Pero estoy por no creérmelo: el humo azafranado y serpentino me inunda y me sana, me embalsama y me cura con su esencia medicinal. Los matasanos no saben lo que dicen.

Dios mío, ¿viene hacia aquí? No. Se ha metido en el servicio. Vaya, un poco más y el corazón me sube a la garganta. Ahora no sé adónde mirar. Si hubiese bebido la sala me daría vueltas, pero como fumo y pienso en ella la sala palpita que palpita, con que el ritmo de la música y el ritmo de las venas se amalgama y se acompasa con alma de zambomba.

Escruto el bolsillo. Aún me quedan dos cigarros: para luego. Ahora forran los paquetes con señales de prohibido fumar, porque "fumar mata". Debería asustarme, porque llevo unas semanas con una tos que ríete tú de mi abuelo carajillero. Antes tenía una voz clara y adolescente, y hasta podía cantar en público cualquier vieja canción.

Estas pegatinas me tendrían que estremecer, pero qué porras. Confieso que el peligro me excita y me da más ganas, y nada me importa más que este momento memorable.

Ya ha salido del lavabo: se ha pasado un buen rato. ¿Me ha mirado? ¿Otra vez? Lo mismo quiere que vaya con ella. Pero aún tengo medio puro, y no hay prisas. Sentado aquí, solitario y espectador, rodeado de incienso, no puedo ser más feliz. Esto es mucho más sencillo y llevadero que ganar la lotería o hacer un crucero. A saber.

Los invitados bailan salsa y pachanga, y yo me regodeo en mis muecas tersas para aspirar el humo místico. Siento cómo me preña la sabiduría: entra por el cuello y rellena todos mis recovecos, me infla los tendones y me abona la sangre con su savia antigua. Es la pipa de la paz, el humo de los ángeles. Ahora lo sé todo y no sé nada, soy un docto y no sabría decir palabra.

Viene hacia aquí: ahora sí. Me incorporo a punto de salir volando con alitas en los pies. Viene hacia aquí. Se acerca lentamente, grabando ritmos caballescos con los tacones, se acerca desechando su cola de perfume y mareando el aire con los rizos. Pero al fin pasa de largo y se echa en brazos de un príncipe engominado.

Apago el puro en el mar de nata y fresa. Sin duda gime de placer, goza sobremanera por morir rodeado de tanta dulzura.