24 diciembre 2015

'Mistress America': querida no-hermana

por JOAN PAU INAREJOS
Nota: 8,5
Llevo semanas con la banda sonora de ‘Mistress America’ metida en el cuerpo y no sé qué escribir. En algún lugar del nervio auditivo me resuenan sus notas ochenteras, sus neones neoyorquinos me dan vueltas como un tiovivo y reconozco que todavía intento abarcarla, no sólo por su ambición artística, sino porque sus diálogos espumosos apenas dan tregua a los que solamente dominamos el inglés si es bajito y se deja.
No sé qué decir, porque ya lo han dicho todo ellas dos: Brooke y Tracy, las jóvenes y lenguaraces protagonistas, no tan modernas como creen, de este embolado urbano que se podría definir como una resurrección hipster de Woody Allen. No sé si la Amante de América es la nueva Annie Hall, pero es tan rápida, inteligente y seductora que te deja con cara de tonto. ¿He dicho ya que no sé qué decir?
Noah Baumbach se ha propuesto que todos nos sintamos un poco pueblerinos con su nueva película, y quizá lo ha conseguido. Nada en absoluto está escrito al azar, empezando por ese título de gran novela americana y pasando por todos y cada uno de sus diálogos, saturados de incorrección, melancolía y humor abrasivo. No hay ni un solo centímetro de guion hecho con el piloto automático. Su artefacto dramatúrgico no te espera; más bien te puede atropellar.
¿De qué va? Va de Tracy (Lola Kirke), una joven universitaria que vive desilusionada por su exceso de talento. Quiere ser una gran narradora. Y va de Brooke (Greta Gerwig), su futura hermanastra y treintañera  a su pesar (coguionista y pareja del director en la vida real), que más bien peca de lo contrario: vive sobreexcitada y hace de su falta de personalidad una fuente permanente de exhibicionismo social. Tracy ha encontrado al personaje que buscaba.
Baumbach se pone a la sombra de estas dos grandes actrices y deja que breguen sobre el escenario entregadamente, a veces histriónicamente, suscitando un interrogante sabroso en el fragor de su combate dialéctico y pugilístico: ¿quién deslumbra a quién? ¿La adultescente libertina a la joven estudiante, o la principiante de la vida a la casi-experta cansada de sí misma? Tracy y Brooke están lejos y a la vez muy cerca. A una le va pequeña su juventud; a la otra se le escapa ansiosamente de los dedos. Las dos son egocéntricas, aunque una adopte la pose de moderna aburrida y la otra de moderna hiperactiva.
Una vez más, como en 'While We’re Young’ (2014) pero con más brillantez y complejidad, Baumbach nos presenta un choque de generaciones y mundos sociales que tienen la virtualidad de dar la vuelta e intercambiarse. El mismo Baumbach, el gran diseccionador de los peterpanes que en las ciudades pululan, ¿no está en el fondo enternecido por sus personajes? Nos miramos sin cesar en el espejo de la Amante de América y reconocemos lo mejor y lo peor de esta época que nos ha tocado vivir. Una época de vínculos frágiles, de curiosidad infinita, de fascinación y a la vez de desdén narcisista por el otro. Y lo dejo aquí. Ya he hablado demasiado para no saber qué decir.
‘MISTRESS AMERICA', DE NOAH BAUMBACH
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