31 diciembre 2015
Lo mejor leído en 2015
Entiendo que el Quijote se
volviera loco leyendo, porque a veces los libros dicen cosas contradictorias y se quedan tan anchos. Y todos nos fascinan. He querido introducir mis mejores lecturas del año con algún hilo conductor, insuflarles cierta música que las haga bailar al mismo son. Pero son incorregibles. Steiner
proclama que el lenguaje es enemigo de la verdad, mientras que Gabriel Magalhâes
dice que la ficción y el artificio literario son la luz que puede aclarar
nuestra vida. Italo Calvino rinde honores al amor platónico para el que se ha vivido
toda una vida, mientras que Benedetti nos presenta un enamoramiento episódico y
sin sentido como una tregua. Seguro que Marta Rojals resolvería este embrollo
con dos frases breves e ingeniosas. Yo os dejo con la chapa.
1 El barón rampante
Italo Calvino
Nunca
hubiera imaginado que bajo este título rígido y disuasorio se escondía la
encantadora odisea de liberación de Cosimo de Rondò, el muchacho que trepaba
por los árboles. Gracias al amigo Lluís Mata, herido por la música y la lírica filial,
emprendí la lectura de este clásico italiano que pergeña toda una fábula
política en los frondosos follajes de Ombrosa, reino imaginario del siglo XVIII.
Merced a su travesura improvisada, Cosimo consigue convertirse en una especie
de libertador de las alturas, y hasta Voltaire y Napoleón quieren departir con
él. Pero lo mejor es el humor y la ternura con la que Calvino hace que su
historia se deslice, de rama en rama, por peripecias y romances hasta llegar al
fruto maduro del amor. El casanova de los árboles suspira: “¿De qué sirve haber
arriesgado la vida, cuando de la vida aún no conoces el sabor?”. Y entonces llega
la verdadera prueba del héroe, su mayor y más difícil trance, el entrenamiento
del corazón, una esgrima sin armas donde afloran con toda intensidad el
dolor y la dicha inherentes al acto de querer. Si en la vida hay silencios
largos y amarguras, Calvino hace que sus personajes hablen constantemente de lo
que les ocurre, como si fueran filósofos parlanchines de su propio acontecer. ¿No es
éste el poder sanador de la literatura? Revivir en palabras lo que se había podrido
sin ellas. LEER
RESEÑA
2 La tregua
Mario Benedetti
Benedetti nos regaló una novela
mínima, tierna, desnuda, sobre los pequeños milagros que pueden acaecer cuando
menos te lo esperas; cuando, por ejemplo, la jubilación y el desencanto de
todas las cosas están a la vuelta de la esquina. Con un estilo de dietario, el
protagonista explica las paradojas de su viudedad: no puede recordar a quien fue su mujer, pero sí es capaz de sentirla entre sus dedos; la memoria se vuelve ciega y táctil
(“¿Por qué las palmas de mis manos tienen una memoria más fiel que mi memoria?”).
Es un “triste con vocación de alegre”, un padre
coraje indigno de este nombre (“todo fue
siempre demasiado obligatorio como para que pudiera sentirme feliz”). Hasta que
llega lo imprevisto. Un romance atípico incluso en el nombre de la amada, que, desafiando
toda la tradición de la literatura romántica, es interpelada por su apellido en
vez de por su nombre de pila. La Laura de Petrarca pasa a ser Avellaneda, lo
sublime del amor se amarra y se concreta, lo íntimo se cuenta a media luz, a
ritmo de jazz y sin borrar arrugas. “Todo estuvo tan bien, que no vale la pena
escribirlo”. (Pero sí leerlo, así que gracias a la recomendación de Sònia Aguilera). LEER FRAGMENTOS
3 10 (posibles) razones para la
tristeza del pensamiento
George Steiner
¿Imagináis un mundo donde las
autoridades controlasen por ley el derroche del pensamiento? ¿Sería posible una
idea completamente nueva en la cabeza de alguien, una iluminación repentina de
la mente hacia lo nunca pensado? Los guionistas de la ciencia ficción deberían tomar
buena nota de este breve ensayo de 2007, que, además de inspirar utopías y
distopías, ofrece una de las descripciones más profundas de la mente humana que
se recuerdan. Lejos de la euforia de la Ilustración, Steiner admite que “el
pensamiento vela tanto como revela, incluso más”, y llega a afirmar que el lenguaje
es “enemigo” de la verdad, porque deserta de toda pretensión de transparencia,
univocidad y universalidad y en cambio “está saturado de ambigüedad y
simultaneidades polifónicas”. Se insinúa una belleza de lo “no dicho”, un
misticismo de lo “no pensado”, una estética del residuo valioso en los millones
de “esporas” de pensamiento desechado en el éter. Y se constata una de las
razones más demoledoras para la tristeza del pensamiento: el cogito bulle sin cesar pero en realidad
no progresa: estamos cada día más cerca de las estrellas pero igual de lejos de
esclarecer, por ejemplo, si la muerte es el final, o si Dios existe o es una de
nuestras ambigüedades poéticas. LEER FRAGMENTOS
LEER RELATO BREVE
INSPIRADO EN ESTE LIBRO
4 L’altra
Marta Rojals
Dotada de un estilo rápido e
incisivo, Marta Rojals es capaz de masacrar la hipocresía de la era digital con
unos pocos párrafos. No hay situación social de la que uno no se pueda zafar
con un “somriure polivalent”. Anna, Annona o Nona -según para quién tenga que
rendir cuentas profesionales o sentimentales-, es una diseñadora gráfica que
sobrelleva el tránsito de los treinta a los cuarenta dejando que sean los demás
quienes manden, se mojen, decidan y discurseen encendidamente. Ella aspira a
una vida sin riesgos, a ser “pilot d’un simulador de vols”.
Seria y circunspecta, víctima de una inteligencia que no sabe canalizar,
encuentra su mejor antítesis en su jefa Cati, todo vitalidad y descaro, quizá
el verdadero personaje para el que se ha escrito esta novela. Crisis económica,
crisis personal y crisis de pareja se anudan en una tormenta perfecta para la
protagonista, que intenta parapetarse en las redes sociales (“El Facebook li
permet descansar del galimaties del llenguatge no verbal”, “delegar l’empatia
en un clic és una de les poques feines que li agrada delegar”) y trata de resolver
sus emociones y contradicciones a base de píxeles, porcentajes, paletas de
color Pantone y finalmente culto ansioso a la mensajería instantánea. Rojals ha
titulado L’altra, lo que paradójicamente,
es un pedazo de nosotros. LEER FRAGMENTOS
5 Los caminos de la literatura
hacia Dios
Gabriel Magalhâes
Que un cristiano defienda el
valor de la ficción, e incluso su necesidad para el espíritu, es algo que
puede llamarnos la atención. Si además afirma que la ficción es intrínseca a
los Evangelios -palabra directa de Dios- entonces aparentemente roza lo sacrílego. Aparentemente. Todos los enamorados
de la palabra, creyentes o no, deberían leer este brevísimo texto de Gabriel
Magalhâes, profesor de literatura y “centauro ibérico” para quien las
ficciones, las narrativas, tienen una función reveladora y desenmascaradora: son
“mentiras para decir la verdad”. En épocas de censuras externas, o de
verdades oficiales que somos incapaces de cuestionar, sólo la narrativa, con su "modo delicado de decir", recurriendo al como
si, tiene la prerrogativa de anunciar y denunciar, como Jesús con sus parábolas, o como Cervantes con su mofa velada
del heroísmo, y a la postre, incluso pueden poner la semilla para transformar a lo largo plazo ese statu quo: “en la ficción se incuba el
proceso de llegada a la conciencia de la verdad”. Ajeno a la melancolía de los
pensadores contemporáneos, que ven un desgarro entre lenguaje y verdad (véanse
algunos vecinos de arriba), Magalhâes asegura que el artificio y el tropo
literario son la manera que tiene el lenguaje de zambullirse en el misterio del
universo, y propone no renunciar a ellos como tampoco apagaríamos las estrellas
del cielo por considerarlas un lujo: “hagamos lo contrario: aprovechemos ese
relumbrón para aclarar nuestra vida, nuestra alma”. La luz de la literatura. LEER FRAGMENTOS
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