30 diciembre 2014

Mejor cine visto en 2014



por JOAN PAU INAREJOS

1 Agosto
El drama no está reñido con una permanente hilaridad, con la sensación de asistir a un derrumbe familiar, pieza por pieza, con tics de la mejor comedia de enredos. LEER MÁS

2 Viva la libertá
El gran Toni Servillo protagoniza una película con corazón y bonhomía, a pesar del sinfín de sonoros tortazos que propina al sistema político en general. LEER MÁS

3 Boyhood
Rodado a lo largo de doce años, este pedazo de cinerrealidad ofrece una nueva manera de hacer, fresca, rompedora, llamada a reconciliar los dos lados de la pantalla. LEER MÁS

4 Relatos salvajes
Seis episodios o seis maneras de morir, física o psíquicamente, es lo que propone esta libérrima, clínica e irónica vivisección de las miserias humanas. LEER MÁS

5 Her
Love story desafiante y contemporánea, lo más original de Hollywood en años. Se mete en el bolsillo a un público que ya percibe la capacidad de la tecnología de crear una nueva intimidad. LEER MÁS




Lo mejor leído en 2014

por JOAN PAU INAREJOS
Según Octavio Paz, escribir y leer es un doble acto de destrucción. La escritura deroga las realidades para que vivan los signos; el lector disipa las letras para que viva el sentido en el interior de su mente. Descrita así, la experiencia literaria parece un embarullado juego del teléfono, donde las cosas se van remedando y traicionando a sí mismas sin cesar. Sin embargo, no pocos libros nos emocionan, nos seducen, y hasta los creemos más nuestros que de sus propios autores. Un año más, procedo a enumerar los amasijos de signos que he abolido con más placer.

1 Cançons d'amor i de pluja
Sergi Pàmies
La pluma de Pàmies nos regala estos veintiséis cuentos brillantes, repletos de ingenio, ironía y economía verbal. Salpicados de autobiografía y a mucha honra ("perquè ningú no digui que els escriptors sempre parlem de nosaltres, de vegades acabem escrivint coses ben estranyes"), con brillantes juegos metalingüísticos que invierten y subvierten los papeles del autor, el personaje y el lector ('Agraïments', 'La clau del son', 'La llibreta'). A destacar los peculiares cameos de Joan Manuel Serrat o Paul Auster, y una verdad rotunda que se hace más grande al leerle: "No és just que pugui donar el meu cos a la ciència i no a les lletres". Gràcies Baster and Commander per recomanar-me'l "vivament i entusiasta". LEER FRAGMENTOS

2 La llama doble
Octavio Paz
El amor es el gran olvidado en la historia de las revoluciones, según el autor mexicano, que dedica un ambicioso ensayo (gracias, Agus Morales) a la "apuesta insensata por la libertad ajena", por citar su magnífica definición. La aparición del eros en la civilización es inseparable de la libertad femenina, como muestran los brotes románticos de las épocas cortesana o alejandrina. Un extraño estado del alma, peligrosamente antipolítico ("una república de enamorados sería ingobernable"), que permite conocer pero también reconocer ("la persona amada es, a un tiempo, tierra incógnita y casa natal") y que, a diferencia de la religión, no puede ofrecer la inmortalidad pero sí la vivacidad: el eterno aquí y ahora. LEER FRAGMENTOS

3 Olivetti, Moulinex, Chaffoteaux et Maury
Quim Monzó
Frío y agudo, gran arquitecto de situaciones, Monzó es de los autores que hablan más al cerebro que al corazón. Entre sus ocurrencias astutamente construidas se encuentra ese escritor que intenta entregarse al acto creativo y toda la tecnología conspira contra él, incluida la máquina de escribir Olivetti. O ese otro que, muy al contrario, parece condenado a escribir febrilmente, para desespero de su hastiada compañera de vida: "No escriguis mira'm i mira'm. No: no escriguis no escriguis "mira'm" i mira'm i mira'm”; hasta que, rendida: “Ara callaré perquè no escriguis res més i m'hagis de mirar o, si no, avorrir-te”. LEER FRAGMENTOS

4 El miedo a la libertad
Erich Fromm
El psicoanalista alemán imprime un concepto certero y clarividente, el miedo al "don incómodo" de la libertad, un miedo causante de grandes desastres históricos y anímicos. En su luminosa biopsia de la psique humana, Fromm distingue el amor propio del egoísmo (una forma de codicia y una sobrecompensación precisamente por la falta de amor que se tienen los egoístas). Separa también el poder de la potencia: "en la medida en que un individuo es potente, no necesita dominar y se halla exento del apetito de poder”. Define el carácter autoritario como un culto al pasado de consecuencias fatales (el fascismo ignora el milagro de la creación) y concluye, lúcidamente, que sin debilidad no hay cultura. Gràcies Glòria Vendrell per prestar-me'l. LEER FRAGMENTOS

5 Cinco horas con Mario
Miguel Delibes
La ventaja de no haber leído estos clásicos por prescripción escolar es que puedes disfrutarlos libremente en cualquier momento de la vida (por ejemplo cuando tu hermano se va a Inglaterra y deja un montón de libros viejos vacantes). El soliloquio de la viuda Carmen es un pedazo de realidad hecha literatura, puro espejo de la clase media conservadora del franquismo ("todo está patas arriba, Mario, cualquier día de estos nos salen con que los malos somos nosotros..."). Sin restar méritos a su extenso y a veces abrumador monólogo central, me quedo con la humilde introducción, magistral descripción de un funeral donde "se sienten los chasquidos de los besos, pero no su calor" y donde la orgullosa mujer llega a creer que exhibe a su muerto, manufacturado por ella misma. LEER FRAGMENTOS


'Magia a la luz de la luna': suspiros de un genio cansado

por JOAN PAU INAREJOS
Nota: 6,5

¿Y si el amor nos sorprendiera? ¿Y si de pronto una luz desbaratase toda nuestra armazón escéptica? ¿Y si existiera un truco sin resolver, o más aún, un milagro inexplicable? A sus casi ochenta primaveras, Woody Allen se pone sentimental y coge un descapotable hacia la Costa Azul de los años veinte. Desde allí fabula, suavemente, sobre estos y otros novelescos interrogantes.

El de Manhattan regresa a la década del jazz y la felicidad, como si se hubiera quedado a medias tras la escapada de 'Medianoche en París'. De nuevo en tierras francesas, Woody hace un alto en el camino, una mirada distraída hacia el mar o el cielo estrellado: 'Magic in the moonlight' es un pequeño suspiro de su genio cansado.

La falta de pretensiones es la mejor aliada de esta sencilla love story entre un mago sesudo y prepotente (Colin Firth) y una joven médium aparentemente ingenua como una mariposa (Emma Stone). El actor inglés encaja la faena de ser el álter ego del director por la que ya han pasado Sean Penn, Owen Wilson, Larry David...y consigue imprimir su propio sello de galán otoñal y elegante. 

Emma Stone es la sorpresa de la función y una verdadera bocanada de aire fresco. Sin manierismos ni gestos estudiados, su interpretación borda ese aire de inocencia casi infantil que el personaje requería, en contraste con la madurez crepuscular del partenaire (¿alguien ha dicho Audrey Hepburn y George Peppard?). Ya podemos considerar a Sophie, esta visionaria de tres al cuarto con un punto de chaladura adolescente, otro monumento femenino del universo de Allen (aunque ciertamente no tan memorable como Jasmine-Cate Blanchett, y Annie Hall-Diane Keaton ya son palabras mayores...).

El contraste entre las dos personalidades permite al director dar rienda suelta a su acostumbrada dialéctica lenguaraz y socarrona. El cómico empeño del protagonista masculino en racionalizarlo todo, llegando a definir su propio enamoramiento como el “surgimiento de sentimientos positivos irracionales”, choca con la indolencia abstraída de ella. Aunque el tono general es de colores pastel, no faltan los dardos envenenados gentileza de la casa (“sólo eres guapa a las ocho y media en verano bajo la luz de la luna”).

Esta vez no podemos enfadarnos con Woody, porque ha logrado embaucarnos, sí, mágicamente, con esa hermosa recreación de los twenties, coloridos y vaporosos como sólo Scott Fitzgerald nos los hizo imaginar en 'El gran Gatsby'. La fotografía y el diseño de producción son intachables, especialmente en el vestuario, incluyendo esos bañadores castos que volverán a ponerse de moda de un momento a otro (al tiempo). 

La película es vintage no únicamente en la forma, sino incluso en cierta manera de narrar, calmosa y un punto caprichosa (¿en qué comedia romántica actual puede alguien echarse a dormir frente a la cámara?). La secuencia del coche estropeado y el observatorio astronómico, con la lluvia sobre los cuerpos, encadena el recuerdo de 'Manhattan' con las ingenuas historias de amor de hace cincuenta o sesenta años. A estas alturas ya no esperamos la última y definitiva obra maestra de Woody Allen, que, como el mago de la película, parece haber cerrado los ojos con fuerza esperando alguna señal redentora o quizá un sueño inspirador durante la siesta.

‘MAGIC IN THE MOONLIGHT’, DE WOODY ALLEN
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27 diciembre 2014

Religión americana

Peter Sloterdijk
Celo de Dios. Sobre la lucha de los tres monoteísmos


(…) en Estados Unidos, donde, según la aguda observación de Harold Bloom, en el transcurso del último medio siglo se ha producido una transformación del cristianismo protestante en una “religión americana” postcristiana con acentuadas características gnósticas, individualisras y maquiavélicas.  A consecuencia de ello, la creencia en el Padre ha desaparecido casi sin rastros, mientras que el reino narcisista del Hijo no admite ya resistencia alguna. Si hubiera una trinidad americana habría que proveerla con Jesús, Maquiavelo y el espíritu del dinero. El credo postmoderno fue formulado ejemplarmente por el actor negro Forester Whitaker al cerrar su discurso de agradecimiento por la recepción del Oscar al mejor actor protagonista 2007 con la frase: “Y doy gracias a Dios por haber creído siempre en mí”.

Dios o la sobreinterpretación del silencio


Peter Sloterdijk recela de la religión y la define como una suerte de “sobreinterpretación del silencio”: nadie responde a nuestro dolor, a nuestras plegarias, luego debe existir un Dios trascendente e inaccesible. Según el autor, esta idea de la trascendencia es fruto de la ignorancia, y sin embargo la defiende como guía para las relaciones personales. La idea de un Tú completamente inmanipulable nos previene de la tentación posesiva o dependiente hacia los demás. Joan Pau Inarejos

Peter Sloterdijk
Celo de Dios. Sobre la lucha de los tres monoteísmos

Una tercera forma de trascendencia, susceptible de esclarecimiento, surge del desconocimiento de lo que llamo la «inaccesibilidad del otro» (…) la no reacción de Dios, tan aireada por algunos teólogos, debería interpretarse por de pronto de un modo más plausible. Se trata, en primer lugar, de un simple caso de inaccesibilidad, nada más, y tendrían que cumplirse una serie de difíciles condiciones antes de poder llegar a la conclusión de que quien no reacciona es precisamente por eso un en-frente superior, sí, trascendente. Si alguien contara la biografía propia a un sordomudo no debería concluir de su silencio que prefiere mantener para sí su comentario. La trascendencia surge en tales situaciones de una sobreinterpretación de la falta de resonancia. Se produce debido a la circunstancia de que algunos otros, en principio y la mayoría de las veces, son inaccesibles para nosotros y permanecen, por tanto, independientes denosotros. Por este motivo quedan fuera de las ficciones de simetría que determinan nuestras ideas normales de respuesta, comprensión, represalia y cosas así.

Este descubrimiento puede llevar a la configuración de relaciones razonables entre seres humanos, caracterizadas por la higiene de la distancia correcta. Ante la independencia del otro, fracasa la obsesiva búsqueda de compañero; pero este fracaso significa un gran paso en el camino hacia una libertad capaz de relación. Por eso el sentimiento adecuado al encuentro con una inteligencia que permanece libre también en la cooperación es el agradecimiento por su independencia. Aunque ésta sea, pues, una concepción de trascendencia marcada por el desconocimiento, en tanto significa lo otro por antonomasia habría que honrar a «Dios» como un concepto moralmente fructífero que pone de acuerdo a los seres humanos en el trato con un en-frente inmanipulable.

14 imatges del 2014


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humedad
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Ciudad Vieja de Varsovia
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Eros Bendato
Auschwitz II-Birkenau
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'Big Hero 6': dejad que se mueva el muñeco

por JOAN PAU INAREJOS
Nota: 6

El 90% de la animación actual idolatra la verborrea seudograciosa, el movimiento frenético y la estética del videojuego, y en cambio menosprecia lo más esencial y elemental del género: un muñeco moviéndose. Las correrías de Tom y Jerry, las muecas de Wall-E, los desmontajes del Señor Patata de ‘Toy Story’ o las monerías perrunas del dragón Desdentado se cuentan entre los mejores instantes del género precisamente porque rinden homenaje al gesto puro, al showing frente al telling (mostrar y no explicar).

‘Big Hero 6’ es un ejemplo palmario de esta crisis de ansiedad que sufre la industria. ¿Quién no se llevaría a casa a este androide inflable que parece un cruce de un muñeco de nieve y el monigote de Michelin? El robot sanitario Baymax se podría adueñar él solito de la función, con sus andares torpes, su anatomía transparente y su inexpresividad tan paradójicamente encantadora. Sin embargo, la película rápidamente se olvida de él para meternos en una trillada batalla de gadgets y acrobacias. 

Es una pena, una auténtica pena, que los animadores no se fíen de sus propias creaciones, que no dejen a sus criaturas moverse en libertad. Porque no está pagado ver al gordezuelo Baymax taponando con celo sus fugas de aire, volver a casa sin batería como un borracho o consolar a su dueño con un mecánico "Ea, ea". Esta mascota achuchable nos brinda además una metáfora certera de una humanidad alienada y urbanita que externaliza la ternura y programa las emociones. Los japoneses, creadores de los tamagotchis o Doraemon, saben mucho de esto. No en vano la historia lanza guiños constantes al país del sol naciente y se ambienta en San Fransokyo.

La primera creación fruto de la fusión de los universos Disney-Marvel tiene méritos incuestionables, y a veces recuerda la maravilla de 'El gigante de hierro'. En la onda de las películas post-Pixar, no se puede negar la originalidad del guion ni el poso dramático de la historia, aquí quizá incluso exagerado (hemos pasado de los mundos de color de rosa a hablar una y otra vez de la muerte y las familias desestructuradas). Otra vez se empeñan en convencernos que los malos no son tan malos y que el mundo puede ser de los empollones -y hasta de los frikis-. Pero no hay peor defecto que desperdiciar un gran personaje.

‘BIG HERO 6’, DE CHRIS WILLIAMS I DON HALL
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'Exodus' o l'èpica apàtica

per JOAN PAU INAREJOS
Nota: 3

És curiós. Quan el cinema té més i millors recursos per recrear les històries bíbliques, resulta que en surten productes sense ànima, i en el millor dels casos amb una ànima confusa i tèrbola. Ara que per fi podem obrir el Mar Roig amb tecnologia digital i tot luxe de detalls, no hi ha Charlton Heston per contemplar-ho.

No és que trobem a faltar l’home del rifle i els decorats faraònics de Cecile B. DeMille. O potser sí. Perquè la sumptuositat encarcarada dels anys cinquanta almenys creia en si mateixa. Igual que la versió airosa i musical dels feliços noranta, quan la factoria de Spielberg (‘El Príncep d’Egipte’) ens va deixar una de les millors pel·lícules d’animació tradicional que es recorden.

El problema del Moisès de Ridley Scott no són les seves mancances tècniques, que no en té, ni un protagonista tan solvent com Christian Bale: és la seva inquietant absència de discurs. Milers de cavalls galopen sense direcció, i una sensació de mandra autoral n'impregna cadascun dels fotogrames. En lloc d’obrir les aigües, Scott ens deixa eixuts del més mínim sentiment o espiritualitat. I avorreix.

En la seva ànemia emocional, ‘Exodus’ tampoc acaba de trobar el to meteorològic, i tempteja una fosca conjunció entre el pèplum solar –ai, la llum de ‘Gladiator’- i les batalles medievals de sang i cara bruta. No hi ajuda gens que figures com Ben Kingsley i John Turturro o Sigourney Weaver s’hi passegin amb papers indefinits, clamorosament poc aprofitats i mal construïts. Joel Edgerton o María Valverde directament no se sap què hi fan.

Hem sentenciat que ‘Exodus’ no té discurs, però això, com sempre, és una veritat a mitges. Seguint l’estel·la del ‘Noè’ de Darren Aronofsky, Scott desafia el relat bíblic amb una mena de Cara B sobre el fonamentalisme religiós. Si el patriarca del Gènesi semblava un visionari foll en les faccions de Russell Crowe, el Moisès interpretat per Christian Bale és un guerrer lliurat a unes forces estranyes que no coneix ni controla –la personificació de Déu té un punt terrorífic i psicologista-. De fet, la pel·lícula no conté cap miracle explícit i tot es pot interpretar com una pura quimera gihadista. Si es tractava d'això, no calien tants diners, tanta promoció i tantes falses expectatives de tornar a la Terra Promesa.

‘EXODUS’, DE RIDLEY SCOTT
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17 diciembre 2014

La metáfora, olvido de Dios


José Ortega y Gasset
La deshumanización del arte y otros ensayos

la metáfora y el cirujano
La metáfora es probablemente la potencia más fértil que el hombre posee. Su eficiencia llega a tocar los confines de la taumaturgia y parece un trebejo (trasto o utensilio) de creación que Dios se dejó olvidado dentro de una de sus criaturas al tiempo de formarla, como el cirujano distraído se deja un instrumento en el vientre del operado.  (La deshumanización del arte, 1925)

la vagina del mundo

En el seno de esta Academia vino a renacer el platonismo, del cual emanaron la nueva física y la nueva moral. Si a esto se agrega que de Miguel Ángel procede el nuevo arte, nos espantará la energía incalculable de aquel paisaje tan reducido en que prendió el germen integral de la vida moderna. Usando de una metáfora atrevida, al buscar Herder sobre el haz de la tierra el lugar donde surgieron los primeros hombres, se preguntaba: ¿Dónde está la vagina del mundo? Florencia es algo así, lugar de alumbramiento, fontana de ideas originales e infinitamente expansivas. (La estética de ‘El enano Gregorio el botero’, 1911)

14 diciembre 2014

'St. Vincent': amarás a tu vecino insoportable


por JOAN PAU INAREJOS
Nota: 7

En inglés, el vecino y el prójimo son indistinguibles (neighbor). Por eso, el bíblico “amarás a tu prójimo” tiene en la lengua de Shakespeare un timbre cotidiano y casi costumbrista: “amarás a tu vecino”, es decir, amarás al que está, literalmente, junto a ti. Un católico inglés, Chesterton, expresó así el cariño debido a las personas lindantes con nosotros: “Podemos amar a los negros porque son negros o a los socialistas alemanes porque son pedantes; pero a nuestro vecino tenemos que amarlo porque está allí”.

No siempre nos gusta, pero está allí. Chesterton cree que los vecinos y los parientes, tan denostados por el individualismo moderno, son los tipos de personas más novelescos, puesto que nos ocurren, nos acaecen, no los hemos escrito ni buscado sino que son obra del caprichoso guionista supremo (Dios), cuyos caminos, ya se sabe, son inescrutables.

Sirva este rodeo evangélico para presentar una película que se titula con el nombre de un santo, pero cuyo protagonista parece lo más alejado de los protagonistas de las hagiografías o historias sagradas. Gruñón, egoísta, perezoso y mal hablado. Un cruce del Jack Nicholson de 'Mejor imposible', Homer Simpson y el señor Wilson de Daniel el Travieso, con componentes de alcoholismo y síndrome de Diógenes. Una perla, este Bill Murray.

Quién mejor que el hombre de la marmota, el indolente viajero de 'Lost in translation', el seductor crepuscular de 'Flores rotas', para encarnar la quintaesencia del vecino repulsivo. Algo nos dice, ya desde el principio, que los buenos sentimientos no tardarán en aflorar y este Grinch acabará endulzándose como Papá Noel, en una de esas domesticaciones franciscanas tan del gusto de los americanos. Pero no importa que la historia sea previsible, ni poco creíble, porque sus actores hacen algo muy meritorio: que parezca fresca y simpática.

Además de Bill Murray, la ópera prima de Thodore Melfi nos brinda la oportunidad de ver a Naomi Watts en un papel bastante alejado de sus títulos de más relumbrón. Esta mujer preñada y resuelta, ligera de cascos y propietaria de un estrafalario acento ruso, parece salida de una película de Almodóvar y nos regala grandes momentos. Sin olvidar el pequeño Jaeden Liberher, el niño cándido y avispado por el que Grinch-Diógenes devendrá canguro por accidente (entrañable y magnífico actorcillo, casi dan ganas de adoptarlo cuando lo ves yendo al cole con la ayuda de Google Maps).

El encuentro del mozalbete con el mundo agrio y socarrón del vecino nos promete una comedia tan esquemática y cien veces vista como honesta y disfrutable. Una comedia-drama con toques chiflados, como la injustamente olvidada 'El lado bueno de las cosas', con De Niro y compañía. A los diálogos quizá les falte velocidad, aunque no faltan lances brillantes, como el momento en el que la meretriz embarazada exclama "¡He roto la agua!" y el viejo contesta "Pues llama al fontanero", o las disparatadas sesiones de rehabilitación donde Bill Murray demuestra que ni la parálisis facial puede con su sorna viejuna.

‘ST. VINCENT’, DE THEODORE MELFI
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La cocina

Joan Pau Inarejos
La cocina es nuestro campo de batalla con el mundo. En ella no valen reposos ni devaneos sensuales. Desde el descubrimiento del fuego hasta la vitrocerámica, el lugar de la cocción y transformación de los alimentos tiene algo de lucha doméstica entre naturaleza y cultura. Es el altar de la materia domeñada. 

La cocina es militar, y basta observar las formas y funciones de sus objetos más característicos. Pertrechados con la tapa de la sartén a modo de escudo, hostigamos la carne enemiga. El delantal nos sirve como armadura frente a embestidas y salpicones, al tiempo que empuñamos nuestra lanza embadurnada de sofrito. La bestia gruñe y chisporrotea en el aceite hirviendo, otro elemento evocador de las batallas medievales. Se le pincha y voltea con denuedo, poniendo a prueba su resistencia. Tras la intensa y ruidosa lid, agoniza y se rinde.

La rejilla de los fogones, agreste y metálica, nos recuerda la entrada hostil de los castillos. Su silueta marca el perímetro defensivo de la cocina. Si en el hierro bullen los combates más candentes, a sangre y fuego, los vencidos yacen en las oscuras mazmorras del horno, donde serán consumidos por largo tiempo. Los caídos son arrojados a la fosa común del cubo de la basura, mientras otros tantos se ahogan en las turbias pozas del fregadero. El extractor lo domina todo con su alto y orgulloso torreón.

Concluida la cruzada, paseamos a la víctima por el corredor triunfal del pasillo, e incluso adornamos nuestra victoria con hojas de laurel u otros aromatizantes. Una vez en el comedor, llega la hora del descanso del guerrero. Pero de eso ya hablaremos otro día.



Recorridos metafóricos por el hogar


10 diciembre 2014

Dies puríssims

Joan Pau Inarejos
Surto al balcó. Els gegants vénen pel meu carrer. Fan una ballaruga solitària, com si escalfessin a la banda abans de la gran actuació. Les gralles amb prou feines es deixen sentir, mentre els hits de la música llatina sonen a tota castanya des d’unes atraccions infantils. La superposició de bandes sonores fa que els gegants Baldiri, Ramona i Ramonet dansin aparentment al ritme de Marc Anthony. Si avui és dissabte, això és Sant Boi i ha començat la Fira de la Puríssima.

Per a nosaltres els habitants d'aquesta vila, el pont de la Constitució és una combinació dadaista d’animals, cotxes d’ocasió, espiritisme hippie i lírica nadalenca. Ho sabem i ens encanta. Aquest caos semàntic és una fantàstica excusa per passar fred multitudinàriament. Excita els nostres impulsos celebratius més primaris. En el fons estem desitjant que ens brindin un pretext per sortir tots junts i donar-nos caliu com els eriçons de Schopenhauer (sense punxar-nos).

A mig matí el sol desfà una mica l’ambient gèlid i un cantaor local, a punt per actuar, dóna la benvinguda al calorsito. A la plaça de l’ajuntament, un tal Don Bozinón interpreta tonades populars amb un increïble multiinstrument de vent que, vist de lluny, sembla un equip de submarinisme ideat per Juli Verne. Arriba el torn de l’himne del Barça i la gent aplaudeix: es confirma que els nens catalans ja neixen sabent que tot el camp és un clam. (Només el fum-fum-fum té més universalitat que la melodia blaugrana, i encara no hem escatit d’on surt aquest fum sospitós del 25 de desembre: un incendi? una xemenia? una burilla mal apagada?).

“El nen Jesús viu aquí”. Una mare instrueix el seu fill al davant del pessebre monumental de la plaça. Encara no saben que l’endemà algun espavilat robarà la figura i deixarà Josep i Maria amb cara de circumstàncies. Un dia caldrà investigar a on van a parar tots aquests messies manllevats amb reincidència com si fossin de coure. Per interpretar l’escenografia del pessebre, alguns progenitors abusen clarament del polisíndeton, aquesta figura retòrica que consisteix a encavalcar conjuncions (“mira, Paula, un pastor; i una mula; i un rei; i un…”. Se suposa que el concepte general és més difícil d’explicar). Una parella de trenta-i-tants es fa una selfie amb la família de Natzaret com si haguessin vist a Bruno Mars.

La crisi suscita, encara, més ganes de passejar que de gastar. La regidora del ram intenta quantificar aquest moment econòmicament esotèric: “Quan pregunto als comerciants, tothom em diu però ningú em diu molt bé. Però també és veritat que ningú em diu malament”. Els firaires se les empesquen totes per conjurar la temible plaga dels consumidors apàtics. No només el preu, sinó descripcions qualitatives (“Chalecos guapicos. 18 €. Faldas ultrabonitas. 25,95 €). Sense oblidar els traficants de la cosa política, com un àgil predicador de Podem/Podemos que demana signatures per a la causa, “i si no, no us queixeu si us abaixen el salari base”. Subtilíssim.

Cau la tarda i la gent s’amuntega en una parada de figuretes nadalenques. Una dona assenyala uns egipcis i pregunta “a cuánto valen los romanos” (un error civilitzatori que es disculpa: ben mirat, els faraons són un exotisme dels pessebristes ultraminuciosos que no en tenen prou amb Betlem i també volen il·lustrar la fugida al país de les piràmides). Un home amb cara d’atabalat parla amb el seu fill: “molt bé, Arnau, ara sobretot ens hem de recordar de les mides, recorda’t de les mides de les figures”, ignorant que els nens i els pessebres no observen ni observaran mai les lleis renaixentistes de la proporció i la perspectiva.

Passen les hores i els termòmetres comencen a baixar a nivells clarament antisocials. Ben entrat el vespre, ja només queden els romàntics del llúpol xarrupant els últims glops a la fira de la cervesa artesanal. Repartits en taules a les fosques, tan sols els il·lumina l’esplendor barroca de l’església de Sant Baldiri. En aquest instant el nom de la Puríssima sembla més ben triat que mai, amb un cel net i color lapislàtzuli que s'apaga, evocador de les immaculades claríssimes de Velázquez i Zurbarán. La fullaraca desordenada de la tardor comença a esvair-se. També l'hivern assaja vacil·lant, a l'espera de la seva gran actuació.

06 diciembre 2014

'Born': 1714 a càmera lenta

per JOAN PAU INAREJOS
Nota: 5

Estem tan saturats d’èpica setcentista a propòsit del Tricentenari que qualsevol visió alternativa i pausada d’aquells esdeveniments és com una glopada d’aire fresc. La pel·lícula del director i videoartista italià Claudio Zulian, aquesta potser és la seva millor virtut, s’atreveix a parlar de 1714 des de la taverna, des del pati del darrere, des de l’alcova (no pas des de la trinxera o la barricada: no són Els Miserables.cat). El resultat és una cosa tan paradoxal com un relat històric d’alè intimista o, si voleu, un drama quotidià amb la Història de fons.
Contemplatiu fins a extrems desesperants, el de Campodarsego (Vèneto) no ha volgut fer un fulletó d’època convencional, sinó un fresc costumista, subjectivista pel que fa al punt de vista i delicadament cuidat en l’estètica i els detalls. Per moments, sembla que estiguem veient la Barcelona austracista tal com l’hauria pintat Jan Vermeer (no falten alguns paral·lelismes amb la pel·lícula ‘La jove de la perla’ en la tensa relació entre la jove Marianna i l’adroguer Vicenç).
En certa manera, ‘Born’ sembla més un homenatge a l’art dels interiors holandesos i les escenes impressionistes que una pel·lícula pròpiament dita. Una espelma, una finestra, una vella cosint, una pipa o un mirall: amb aquests senzills elements Zulian construeix els seus plans fixos i decididament pictòrics, atents a les textures i les il·luminacions matisades. No li interessen els abrandaments melgibsonians ni —ai— el ritme narratiu que asseguri un mínim entreteniment.
Lluny de qualsevol ardor politico-patriòtic i de passada estalviant uns quants calerons en la recreació de les batalles i les multituds, la història gravita sobre personatges anònims, els secundaris o els extres de 1714, per dir-ho d'aquesta manera, mentre a fora —intel·ligent ús del so per donar més embalum al fora de pla— tenen lloc la guerra i les grans conspiracions. Embadaleix la veu de Vicky Luengo xiuxiuejant més que cantant ‘La dama d’Aragó’…
És cert que Zulian emet subtils picades d’ullet a l’actualitat: crisi econòmica, desnonaments, pauperització de la classe mitjana. El drama silenciós i hiperrealista de ‘Born’ podria transcórrer el 2014 si els personatges es traguessin les perruques i deixessin de parlar en segona persona del plural. Però també és cert que costa Déu i ajuda acompanyar-lo una hora i mitja minuts en la seva parsimònia soporífera. Es pot anar més lent o més de pressa, però al reialme del cinema no hi ha més rei que el ritme.
‘BORN’, DE CLAUDIO ZULIAN
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04 diciembre 2014

"No tenemos la verdad, la verdad nos tiene"

Rémi Brague
La Contra, La Vanguardia, 3/12/2014

La filosofía no sirve para nada, como el arte, la religión o todo lo que es importante en la vida. Servir es lo que hacen los esclavos. (…)

¿Usted tiene verdades?
Las verdades no se pueden tener, son como una luz, y la luz no es un objeto que se puede coger. No tenemos la verdad, la verdad nos tiene, la verdad nos da luz. (…)

La pregunta básica de la moral de Kant: ¿qué es lo que yo tengo que hacer? Es una pregunta tonta.

¿...?
Todos sabemos la respuesta, la cuestión es por qué no podemos aplicarla.

¿Y?
No basta con no matar al prójimo, tenemos que no querer matarlo, abandonar el odio hacia el otro.