27 agosto 2010

'The secret of Kells': ensueño monástico

 
LA PELÍCULA EN LA MEJOR WEB DE CINE: LA BUTACA
por JOAN PAU INAREJOS 

Nota: 7,5 
Para los enamorados de los mundos estéticos medievales, entre los que me cuento para que no haya dudas, la última buena noticia viene de la Irlanda del siglo IX. En este insólito escenario está ambientada la película de animación 'The secret of Kells', una perla felizmente arcaizante donde se narran las peripecias de un joven monje llamado Brendan para terminar un libro iluminado de gran valor.

Buena noticia, de entrada, porque el Medievo que más se cotiza en el cine actual poco tiene que ver con el silencio de los monasterios. Muy al contrario, la fiebre Tolkien nos ha traído incesantes sucedáneos del Señor de los Anillos, las Cruzadas y la épica artúrica. Es decir: epopeya, acción, fragor de espadas, muchos caballos relinchando, muchas armaduras brillando al sol y muchos juramentos a grito pelado. Es la Edad Media más reinventada en el siglo XIX, y la vez la más remasterizada en los videojuegos modernos.

Pero, lejos de todo este ruido, 'The secret of Kells' nos sitúa en una modesta abadía fortificada, en medio de las oscuridades anteriores al año 1000, y no adula para nada la épica caballeresca, sino más bien la lírica monacal. Hay que frotarse los ojos para verlo, pero ahí está la rareza: un homenaje del cine de animación a esos héroes de la sabiduría solitaria y del arte paciente.

Sólo por esta noble reivindicación del arte frente a la guerra, de la estética frente al reclamo bélico (ved a ese intrépido Brendan burlando el miedo a los vikingos y adentrándose en el bosque en pos de sus preciados pigmentos), el director e ilustrador Tomm Moore ya tendría el cielo ganado. Pero no contento con ello, este artesano trasnochado (y a mucha honra) nos deslumbra con una recreación de la estética medieval que sólo pueden hacer sus admiradores más sinceros. 

En pleno jolgorio digital, con los Pixars y Avatares elevados a los altares -valga la rima- y bajo el pesado dogma trinitario de las 3D, resulta casi un placer exquisito contemplar una ristra de paisajes planos y coloristas, como esa abadía cuajada de grafismos flotantes, ese bosque mágico donde los árboles se ordenan ¡en forma de bóvedas románicas!, y aún más: una forma de narrar valiente y novedosa, donde la pantalla se divide en viñetas y los personajes atraviesan superficies complejas: bravo por esa secuencia de Brendan huyendo de la serpiente geométrica, hasta que consigue encerrarla dibujando una cárcel redonda con su tiza creadora.

En un humilísimo metraje de 75 minutos, 'The secret of Kells' nos traslada las sensaciones más genuinas del humus altomedieval: el sosiego de la abadía, las bullentes supersticiones sobre el bosque y sus mitológicos misterios (por ahí corre una ninfa llamada Aisling, que  se mimetiza con los gatos, canta con voz aflautada y huye enigmáticamente en forma de loba blanca). También podemos sentir desde la butaca la admiración sagrada hacia los libros y el miedo pavoroso frente a las invasiones bárbaras, cuyo rumor siempre se siente cercano en las puertas de las murallas. 

Sin estridencias, sin grandes pretensiones, esta joya irlandesa ha logrado sacarnos de las frenéticas autopistas de la animación para llevarnos a lo que un célebre fraile español llamó "la escondida senda por donde han ido los pocos sabios que en el mundo han sido".


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1 comentario:

Glòria dijo...

vaja ! doncs l'hauré d'anar a veure !