JOSÉ LUIS LÓPEZ ARANGUREN
“La necesaria tarea de combatir la herejía creó en el español el nuevo estilo de vida, grave, severo, enlutado de vestido y de alma”
La religión acota un campo dentro de cuyos linderos los filósofos, los artistas y los científicos ojean, levantan y aprehenden cada cual su propia caza. Pero de este campo no pueden salir más que, si acaso, para entrar con gran dificultad en otro, deslindado igualmente por otra religión.
Precisamente porque esto es así, las alteraciones religiosas llegan a modificar el talante no ya sólo de los individuos, sino de pueblos enteros, como ocurrió, por ejemplo, en el siglo XVI europeo. Cualquiera que posea algún sentido histórico ha de percibir la grieta que separa al español Carlos V, empapado de esencias y primores renacentistas, de la gravedad bajo Felipe II; o la distancia espiritual entre el inglés de la ‘old merry England’, la vieja Inglaterra católica que lanza con Shakespeare, cuyo padre era todavía católico, su canto de cisne, y la tiesura británico-puritana que le sucedió (…).
La necesaria, la ineludible tarea de combatir la herejía creó en el español el nuevo estilo de vida, grave, severo, enlutado de vestido y de alma. Esa misma herejía convirtió, a quienes la abrazaron, en los angustiados luteranos alemanes, en los abrumados calvinistas suizos y hugonotes franceses, en los tétricos puritanos escoceses y aun ingleses, los ingleses de Cromwell.
JOSÉ LUIS LÓPEZ ARANGUREN, 'CATOLICISMO Y PROTESTANTISMO COMO FORMAS DE EXISTENCIA' (1952) / foto: 'San Francisco arrodillado' de ZURBARÁN (1635-39)