21 marzo 2005

El yo aristócrata

La orgullosa subjetividad simbolista pasea sobre el mundo su mirada distraída. Nunca descubre en él nada tan precioso como ella misma. Así pues, prefiere el mundo y se desvía de él. Pero jamás se desvía con la suficiente rapidez como para que no descubra algún objeto. Este objeto se introduce en la conciencia como el grano de arena en la concha de la ostra. Una perla de imaginación se redondeará en torno a ese mínimo de realidad. Del Yo, y exclusivamente del Yo, saca su fuerza la imaginación. Para el Yo alza sus espléndidos palacios. Y el Yo se mueve en ellos con una dicha inefable hasta el día en que el pérfido Encantador realidad roza las frágiles construcciones del sueño y las reduce a polvo.

RENÉ GIRARD, Mentira romántica y verdad novelesca

1 comentario:

MORGAR dijo...

José Angel Valente: "Me pregunto si era otro el problema de fondo al que aludía Antonio Machado al referirse al agotamiento de la lírica y al desgaste de lo que él ha llamado sentimentalidad romántico-simbolista. El fin de la etapa de las plataformas sociales correspondientes ha encontrado su manifestación literaria en formas exasperadas de expresión de la subjetividad, de lo patológico, del absurdo, de la inmovilidad de la condición humana, en la sustitución de un universo de seres próximos o prójimos por un universo de individuos adyacentes o contiguos clausurados en su experiencia personal y en la mitificación, por último, de la incomunicabilidad de la experiencia".