02 febrero 2014
Cabeza plateada y mortal sonrisa
Joan
Pau Inarejos
Hay una frase que
decimos sin reparar en su sentido siniestro: “Cuando alguien ha hecho todo lo
que tenía que hacer, ya se puede morir”. Eso, nos guste o no, es lo que ha
hecho Philip Seymour Hoffman.
Siempre pareció
mayor de lo que era, quizá por su proverbial pelo blanco; un aire de albinismo
lo hacía a la vez misterioso y entrañable. Asexuado y sin edad. Único y muy
raro, como el Copito de Nieve si se permite la irreverente comparación (también el gorila barcelonés parecía cobijar una
inteligencia adelantada bajo su piel algodonosa).
En muchos sentidos,
su físico era de anti-estrella, pero jamás un carácter ha hecho tanto por
imponerse. Una furia sanguínea emergía cuando era preciso de sus blancas carnes
anglosajonas. Ver a Seymour Hoffman iracundo es uno de los grandes
placeres que nos ha reservado el cine del siglo XXI.
Siempre agradeceré
haberlo descubierto a tiempo, en la sensacional ‘Antes que el diablo sepa que has muerto’ (2007), donde un ejecutivo heroinómano veía desmoronarse el plan inmoral
de atracar la joyería de su propia familia. Corrupto con Sidney Lumet, escritor
narcisista en 'Capote', o sacerdote en 'La duda' -cuyo duelo con Meryl Streep
no es eléctrico, sino atómico-, siempre se movió en los grados de la excelencia. Qué gran Pingüino malogró la saga de Batman, si los rumores eran ciertos. Paradojas de la vida, en su última película, proféticamente llamada 'El último concierto', le atribulaba no haber sido nunca el número uno.
Se ha ido uno de los
grandes: turbador como Jack Nicholson y propietario de tantos o más matices que
Robert De Niro. Incluso los que apenas hemos visto cinco o seis de sus
películas teníamos pocas dudas de su filiación superlativa. Se pueden contar
con los dedos de la mano los actores de este tipo que produce cada generación. Sabíamos
que estaba ahí y que su rostro era sinónimo de profesionalidad mineral. Por eso
su muerte nos deja un incómodo sentimiento de culpa: lo sentimos por la persona,
desde luego, pero mucho más, muchísimo más, por el actor que nos perderemos en
el futuro. Es la primera vez que nos ha fallado.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
1 comentario:
Tengo el corazón roto; me encantaron tus palabras, como él, no habrá dos. JAMÁS.
Publicar un comentario