ANDRÉS TRAPIELLO
[El científico Stephen Hawking ha concluído recientemente que la idea de Dios no es necesaria para comprender el origen del universo y que la ley de la gravedad y las matemáticas lo explican todo]
Pese que al noventa y cinco por ciento del universo sea una materia oscura de la que la física desconoce todo, es probable que Hawking tenga, respecto del otro cinco por ciento, toda la razón, pero cabría decir, al modo de Galileo, que Dios, sin embargo, seguirá moviéndose en el sentir de muchos, igual que ha dejado de moverse para otros la idea de un Dios providente, que premia y castiga.
La ciencia no necesita a Dios para hacer su trabajo, cierto, por lo mismo que al hombre no le basta la ciencia para ser feliz. Por eso seguirá sintiendo una noche, bajo un cielo estrellado, el peso de su finitud en el alma y un alado deseo de ser mejor, y será indiferente el nombre que le dé a todo eso: armonía, orden, número, música, belleza, es decir, todo aquello ¿divino? ¿sagrado? de lo que la vida humana no puede prescindir.
No hay comentarios:
Publicar un comentario