30 enero 2010

'Up in the air': Nespresso muy espeso


LA PELÍCULA EN LA MEJOR WEB DE CINE: LA BUTACA

por JOAN PAU INAREJOS

Nota: 6

El mayor reproche que se puede hacer a la hiper-nominada 'Up in the air' (a 6 Oscar aspira nada menos) es su espesura, su alergia a la síntesis: lo que cuenta erráticamente en 108 minutos -Dios mío, parecían muchos más- lo puede condensar perfectamente en 80 o 90; por lo menos da esa sensación. Con estas cintas dilatadas ocurre lo mismo que en los partidos sin goles: aguardas constantemente a que ocurra el acontecimiento, y no hacen más que marear la esférica.

La comedia dramática en cuestión (o dramedy, como llaman los anglófonos a esta curiosa categoría) aborda una estimulante fábula moderna: un ejecutivo trajeado (George Clooney) se dedica a volar por todo el mundo para despedir gente, dorándoles la píldora puesto que les espera un futuro mejor, con nuevas oportunidades, etc. Un elegante corresponsal de la globalización salvaje: todo un hallazgo.

Lo mejor. En medio de esta vida migrante e inespacial, el joven director Jason Reitman plantea sin duda lo más sugestivo: la relación erótica y amorosa entre dos viajantes crónicos, dos amantes que se citan en los enlaces aéreos, chatean entre extremos del globo, se acuestan en hoteles provisionales y abandonan el lecho para ir a una reunión a las 9 de la mañana. George Clooney y Vera Farmiga corren una aventura abstracta del amor, una second life virtual que acabará revelando su dolorosa condición ficticia. Bravo por Reitman, que rehúye heroicamente el final feliz made in Hollywood, llámese comunión amorosa o regreso al hogar.

Lo peor. Por desgracia, esta fábula aérea se narra en un tono desesperantemente superficial, con un ritmo muy deficiente (más cercano al taca-taca que al Boeing 747), y lo peor: con un George Clooney estático e insoportable, siempre luciendo su sonrisa de dentífrico y sus perfectas americanas planchadas. La efigie del galán publicitario, tan henchido de estrellitis y limitado en su registro, acaba siendo un enorme lastre que quema las posibilidades dramáticas de la historia. Un buen actor desconocido le habría dado cien vueltas.

Al fin 'Up in the air' se queda con la pretenciosidad al aire, y lo que ambicionaba ser una irónica parábola contemporánea acaba convertido en un farragoso anuncio de Nespresso (muy espeso) donde sobran diálogos y personajes de cartón piedra. Sólo falta el logo de la filial de Nestlé, pero a buen seguro la marca cafetera tiene una oportunidad dorada para patrocinar la ceremonia de los Oscar. Ya lo dice Clooney en la tele: What else? (¿qué, si no?). Pues esso.

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25 enero 2010

Visto últimamente en el cine


NINE: Oscarizable y olvidable












Nota: 6

¿Penélope Cruz?
Que me pongan gafas especiales -en 3D o en blue-ray- porque no consigo ver en esta muchacha a la fascinante actriz y mujer que describen con tanto entusiasmo las crónicas culturales y revisteras.


SHERLOCK HOLMES: Electrizante, querido Watson









Nota: 7

Guy Ritchie ha quemado las naves literarias para convertir el sombrío y riguroso detective en un cachondo James Bond, mujeriego, deslenguado, cabronazo y endiabladamente divertido gracias a un Robert Downey Jr. tocado por las musas.


MOON: Crisis de identidad en la luna










Nota: 8,5

Reconforta comprobar que con un buen guión y un actor solvente se puede bastir una película soberbia como 'Moon', una luna sobre cuyos cráteres se desarrollará una trama mínima y apasionante.

AVATAR: Pocahontas + digital = bodrio








Nota: 4

James Cameron ha logrado que millones de escépticos volvamos a pasar por caja para visionar una nueva fantasmada disfrazada de panacea cinematográfica (con 3 euros de recargo para más inri tridimensional).

24 enero 2010

L'estel


Quina grua el meu estel,
quin estel la meva grua !
de tant com brilla en el cel
sembla una donzella nua.



Afortunadament, sempre hi ha perles de Joan Manuel Serrat per descobrir i rescatar, quan es fa submarinisme en la seva discografia de vastes extensions coral·lines. Una d'elles és aquest bellíssim poema mariner de Joan Salvat-Papasseit, que s'obre amb una melodia de cobla semblant a la tenora (ja em perdonaran els musicòlegs la meva ignorància), una dolça havanera nocturna que balla en el cel com l'estel juganer que hi dóna nom.

Escoltant aquestes notes, lentament es fa de nit en l'ànima i et pots imaginar veient els focs artificials de Cadaqués des del Far de Nans, o enyorant la pàtria marinera des de l'exili dolorós, o dibuixant l'estimada en la vela inflada i blanca: "L'espurneig que em fereix l'ull / són els seus pits quan s'inclina".

Aquesta cançó de 1977, nacrada i preciosa com una petxina, consuma el petit miracle d'aturar el temps, de manera que només hi sou tu i ella a la barca, tu hissant la vela, ella deixant-se desdibuixar pel vent, "cabell desfet de l'amiga", mentre el "vianant vora la mar / prega pels marins que arriben".

Com els secrets més íntims de cor, com els misteris més petits i insondables de l'estimar, la veu del Noi del Poble Sec dóna una dimensió gairebé mística a la invitació del poeta: "Vianant, puja al meu bot / que és lliure de la sentida", on les paraules poden ensorrar la naturalesa fràgil i sucrosa d'aquest instant, com els somnis que es fonen en el moment de despertar: "No parlis, no / que l'oreig l'acosta, i mira / que et prendrà l'amor senyor / que el mariner ja sospira".

Segurament la xerrameca és sobrera, així que oblideu-ho tot, tanqueu els ulls i deixeu que la melodia d'aquest estel, furtivament, us besi.

JOAN PAU INAREJOS, 24/1/2010

IMATGE: 'CADAQUÉS' DE DALÍ (1923)


Poema complet:


Quina grua el meu estel,
quin estel la meva grua!
de tant com brilla en el cel
sembla una donzella nua.

L'espurneig que em fereix l'ull
són els seus pits quan s'inclina:
si fa un mirall de l'escull
perleja a l'arena fina.

De la meva barca estant
dono al cordill tota mida.
I l'ala clara, sestant,
del gavot que passa i crida.

Oh, el seu flanc rosa i argent
i la trena que es deslliga!
Volar d'oronella al vent!
Cabell desfet de l'amiga!

Amiga del dolç turmell.
Com una vela s'enfila
espitllera de l'ocell:
si jo llenço el braç, vacilla.

Vianant vora la mar
prega pels marins que arriben;
si veuen l'estel dansar
moren de tant que sospiren.

Vianant, puja al meu bot
que és lliure de la sentida,
però no diguis ni un mot
si no vols perdre la vida.

Vianant, no parlis, no,
que l'oreig l'acosta, i mira
que et prendrà l'amor senyor
que el mariner ja sospira.

Quina grua el meu estel,
quin estel la meva grua !
de tant com brilla en el cel
sembla una donzella nua.


Joan Salvat-Papasseit (El poema de la rosa als llavis, 1923)


23 enero 2010

'Nine': para oscarizar y olvidar


LA PELÍCULA EN LA MEJOR WEB DE CINE: LA BUTACA


por JOAN PAU INAREJOS

Nota: 6

Definitivamente, el reciclaje se ha convertido en el gran procedimiento creativo de Hollywood. En este caso, resulta muy oportuno que la historia rescatada sea justamente la de un director en plena crisis de inspiración (8 y medio, Federico Fellini, 1963), algo que, previa versión teatral (Arthur Kopit), le sirve a Rob Marshall (autor de Chicago) para montar un panteón plurinacional de divas y mujeronas del celuloide con resultados variables.

Lo mejor. Entre todas las féminas de 'Nine', sin duda brilla con luz propia Marion Cotillard: la joven actriz francesa borda conmovedoramente el papel de esposa despechada, con unos números musicales para enmarcar y un repertorio de miradas y expresiones faciales que son un mapa veraz de la vida interior, transitando entre la ternura, el rencor y la melancolía.

Si el oro es para la esposa dolida, la plata se la lleva la puta: prácticamente sin hablar, sólo cantando y bailando, Fergie arrolla con su puesta en escena interpretando a Seraghina, una bárbara prostituta italiana que enseña a los chiquillos los secretos del amor. Y el bronce lo conquista otra secundaria, Kate Hudson, en el papel de la frívola reportera Stephanie, quien protagoniza, en Cinema italiano, la actuación musical más fresca, rítmica y pegadiza de la función.

El elenco femenino se completa con Nicole Kidman, consagrada en su nueva pose de diva recauchutada (adiós al candor de Moulin Rouge); Judi Dench, dama británica con un triste papel de vasalla confidente que le viene pequeño; y una Sophia Loren totémica, que habla con su mera presencia monumental en las breves apariciones donde encarna la maternidad onírica y omnipresente.

Lo peor. ¿Y Penélope? Pff. Que me pongan gafas especiales -en 3D o en blue-ray- porque no consigo ver en esta muchacha a la fascinante actriz y mujer que describen con tanto entusiasmo las crónicas culturales y revisteras.

Disculpen los penelopistas más conspicuos, pero se me antoja que la princesa de Alcobendas casi raya el ridículo con su payasa interpretación de la amante; acaso aquejada de un síndrome Almodóvar, Pe se vuelca en el papel pero exhibe unas puntas de histrionismo impropio en un musical que busca la prestancia y el glamour.

Quien tampoco parece pez en el agua es el macho alfa de 'Nine', Daniel Day-Lewis. Sus brutales virtudes como actor son demasiado dramáticas, demasiado densas, para quien debería ser un director estrella playboy, golfo y decadente. El personaje pedía a gritos un latino sinvergüenza.

Por lo demás, mucho empaque pero poca magia, muy poca, en este musical "Mericano, Mericano" por los cuatro costados donde la Italia de los 60 apenas es un efluvio de postal. Olvidable y oscarizable a partes iguales.

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21 enero 2010

TRES DIÁLOGOS



El trasplante


JOAN PAU INAREJOS, JULIO 2003

Un paciente acude a la consulta. Con expresión grave, se sienta delante de su cardiólogo. Ambos se miran fijamente.


Médico: (ojeando los papeles) La operación será el viernes. A las siete de la tarde los cirujanos...

Paciente: (quitándose el sudor de la frente) Doctor, escúcheme...

Médico: Le escucho.

Paciente: Verá, yo creo modestamente que debe de haber alguna otra forma de... No sé, ¿es imprescindible trasplantar?

Médico: Sabe perfectamente que sí.

Paciente: Pero ya me abrieron una vez.

Médico: Así es. En aquella ocasión intentamos respetar el órgano y extirpar sólo las partes dañadas.

Paciente: ¿Y?

Médico: Nada que hacer. Sus últimas jugarretas en el trabajo han extendido las células de cinismo por los ventrílocuos, y las radiografía muestran que las recientes venganzas familiares multiplican el rencor a un ritmo alarmante.

Paciente: Pero, ¿y mi vida sentimental? Oiga, llevo siete meses felizmente casado con una mujer que me quiere (cosa que hasta entonces sólo se podía decir de mi abuela).

Médico: Por lo que sé le ha puesto los cuernos seis veces y nunca la lleva a bailar.

Paciente: No es asunto suyo. Me niego a que un puñado de cirujanos cambien mi estructura emocional como un calcetín.

Médico: Demasiado tarde para reflexionar, ¿no cree? Usted ya ha embrutecido demasiado al género humano.

Paciente: Esto es inmoral.

Médico: No, lo inmoral es su comportamiento. ¿Qué hay de esos impuestos que no ha pagado? Por no hablar de la anciana a lo que no cedió el asiento en el autobús hará cosa de un mes. ¿Qué dice a eso?

Paciente: Yo tenía un esguince en la pierna, y esa mujer venía de hacer footing. Pero, ¿por qué le doy explicaciones? Usted no es mi padre ni mi párroco.

Médico: Mire, nuestro cátalogo. Tiene que marcar con una cruz el que quiere que sea su nuevo corazón. Como podrá ver lo hemos organizado en distintas áreas: misioneros difuntos, santos difuntos, ciudadanos del año difuntos, maridos modélicos difuntos, en fin, benefactores, guías espirituales, filántropos, etcétera. El corazón de Gandhi se lo llevaron la semana pasada, pero aún nos queda el de la Madre Teresa y, si mal no recuerdo, también el de Luther King.

Paciente: ¡Me obligan a elegir contra mi voluntad!

Médico: Vaya usted pensando. Tenemos que sacar el corazón del congelador un día antes.

Paciente: Pero, ¿por qué?

Médico: Porque en caso contrario no le da tiempo de ablandarse para bombear otra vez.

Paciente: No. Me refería a por qué, ¿por qué todo esto? Mi corazón es mío, y a usted no le importa lo más mínimo como sea mi conducta.

Médico: Si le preocupa su matrimonio sepa que ya nos hemos puesto en contacto con otra señora recién operada cuya ficha de afectos encaja a la perfección con usted.

Paciente: Doctor, pare el carro. Le voy a ser sincero: mi matrimonio me da igual. Me casé porque me aburría. Pero ni siquiera quiero ser buena persona, no sé cómo explicárselo. Nunca he soñado con ello.

Médico: Esto no cambia las cosas.

Paciente: Entiéndame. Yo disfruto obrando incorrectamente de vez en cuando. Ni me imagino el día en el que no pueda saltarme los semáforos, colarme en el metro, poner la zancadilla, escupir en el suelo, matar moscas. ¿No mata usted moscas, doctor?

Médico: Bueno, estamos hablando de usted.

Paciente: Lo hace, ¿verdad? Y seguro que también deja chicles pegados en las butacas del cine. ¿Me equivoco?

Médico: Me está haciendo perder el tiempo. No se escapará del quirófano, amigo. Y menos con tan bajas artimañas.

Paciente: (se levanta) Míreme la cara, doctor. ¿Es que hay alguien perfecto? ¿Conoce a usted a alguno? ¡Preséntemelo, por el amor de Dios!

Médico: No me saque de mis casillas. Vuelva el viernes y deje de quejarse como un vieja. Está usted muy grave, ¡convénzase, diablos!

Paciente: (silencio) Usted cree que soy una mala persona. Disculpe pero no me parece un criterio muy científico.

Médico: (irritado) No lo digo yo sólo. El diagnóstico es de todo el equipo de cardiólogos. Su historial habla por sí mismo.

Paciente: ¿Habla por sí mismo? Vamos. Está de broma.

Médico: El hombre que tiene delante, vulgar empleaducho, estudió dos carreras en Boston.

Paciente: No me venga con esas. Yo era el primero de mi clase en educación física.

Médico: Esta conversación ha terminado. Tengo más paciente que atender.

Paciente: Ni lo sueñe, doctor, usted y yo aún no hemos terminado. Vamos a aclarar ahora mismo este asunto. Tal como sospechaba, usted también escupe en el suelo, pisa el césped y no paga los impuestos. Pero yo tengo que pasar por el quirófano, ¿sí? Yo necesito otro corazón...

Médico: (nervioso) Ya le he dicho que...

Paciente: (enrojecido) ¡Estoy hablando yo! Dígame, doctor, ¿cuándo ganan por cada una de esas operaciones?

Médico: Esta situación...

Paciente: Nos hacen creer que son los paladines de la moral cuando no son más que mafiosos rateros, ¿verdad?

Médico: Está usted perdiendo los papeles, aquí no...

Paciente: ¡Silencio! (coge al médico del cuello de la camisa) ¿Cree que soy una mala persona, eh? ¿Lo cree de veras?

Médico: (toca una tecla del teléfono) ¡Seguridad! ¡Un paciente descontrolado!

Al paciente se le agarrotan los brazos y cae al suelo estrepitosamente. Cuando entran los vigilantes se lo encuentran tendido.

Médico: Déjenme pasar. Vamos (se acerca al paciente y le toma el pulso)

Vigilante: ¿Ha muerto, doctor?

Médico: Bingo. De un ataque al corazón. ·


Final de fiesta

JOAN PAU INAREJOS, NOVIEMBRE 2002

Dios el Alma y el Cosmos están en la Discoteca
Siglo XX.

Dios: Mirad, tíos... yo me abro.

Alma: ¿Cómo te vas? Si esto acaba de empezar...

Dios: Esos rapados me han mirado mal... No me mola nada.

Cosmos: Vaya mierda.

Alma: Dios tiene razón. Yo tampoco me siento muy valorada aquí.

Cosmos: ¡Joder, nos hemos gastado una pasta gansa!

Alma: Porque no has oído lo que han dicho de ti.

Cosmos: ¿De mí? ¿Qué han dicho?

Alma: Que no existes como totalidad y que sólo eres un conglomerado de percepciones.

Cosmos: ¡Me cago en la puta! ¿Dónde están esos cabrones?

Dios: Calmaos, chicos. Lo que hay que hacer es irse y pasar de todo.

Cosmos: ¿Pasar de todo? Como los pille...

Alma: Si por lo menos la música estuviera bien...

Pasa por delante un grupo de existencialistas.

Cosmos: ¿Quién es esa gente?

Alma: No sé. Están hablando con Dios.

Cosmos: Mira, ya se van.

Alma: Oye, ¿qué te han dicho esos?

Dios: Déjalo, tía.

Alma: ¿Por qué? ¿Qué es lo que te han dicho?

Dios: Que soy una construcción cultural que impide la liberación del hombre.

Cosmos: ¿Y te quedas igual? ¡Tú eres imbécil!

Dios: ¡No te pases, chaval! ¡Te recuerdo que te he creado!

Cosmos: Ya está con lo de la creación... Y yo te incluyo a ti, ¡no te jode!

Dios: Ni lo sueñes. Ahora soy panteísta.

Alma: Bueno, ¿nos vamos o no nos vamos?

Dios: Yo que sé... A mí esto me da mal rollo.

Cosmos: Por cierto, un tal Nietzsche dice que has muerto.

Dios: Ya está buscando guerra...

Alma: Es verdad. Yo lo he oído.

Dios: Tú te callas.

Alma: ¡Se pone chulo! Ya me llamarás cuando quieras que me fusione contigo...

Dios: A ti te va resucitar tu padre.

Cosmos: Joder...

Alma: ¿Sabéis que os digo? Yo me quedo. Vosotros haced lo que os dé la gana, pero yo no me he puesto el rímel para nada.

Dios: Eso, a ver si ligas. El disc jockey, ese tal Freud, va diciendo por ahí que no eres más que un conjunto inconsciente de pulsiones eróticas.

Cosmos: ¿Y eso qué significa?

Dios: Que es una tía fácil.

Alma: Que os den.

Cosmos: ¡Oye, mona, que yo no te he dicho nada!

Alma: Las matas callando. Con esa cara de "eh, soy infinito y etéreo, a mí no me pises", eres igual que todos.

Dios: Déjala, a mí me dijo lo mismo. Si no es la neurosis es la regla. Va de inmortal.

Cosmos: No dés sermones. Fuiste tí quien quiso venir a este antro.

Dios: Encima que te defiendo.

Cosmos: Mira, Dios. El alma se ha sido. ¿Qué hacemos? Mira que te lo decía: este sitio será agnóstico, crítico y materialista, y tú que hay que ir erre que erre. La próxima vez... ¿Dios? ¿Dios? ·


Nietzsche, 1900


JOAN PAU INAREJOS, NOVIEMBRE 2002

Nietzsche: Pero usted es…

Dios: Sí, sí. Pase, por favor.

Nietzsche: No lo puedo creer… ¡yo lo daba por muerto!

Dios: Pues ya me ve. Ahora escúcheme.

Nietzsche: En fin. No sé qué decir.

Dios:
Si no le importa, ahí fuera hay una cola de personas esperando para entrar. ¿Puedo hablar o no?

Nietzsche:
Qué mal genio.

Dios: Habló la Madre Teresa.

Nietzsche: Bah.

Dios: Mire: le voy a ser sincero. Nos ha costado meses de negociaciones traerle aquí. Incluso tuvimos que alargar esa enfermedad degenerativa más de lo normal…

Nietzsche: Sí. Muchas gracias.

Dios: La cuestión es que si usted nos lo pone difícil, la competencia tendrá vía libre…

Nietzsche: ¿La competencia?

Dios: Sí, los de abajo. El infierno. Hacen muy buen marketing en la Tierra, pero en fin… tienen peores instalaciones, etcétera.

Nietzsche: ¿Y para qué me quieren aquí? Yo creía que esto se hacía con un juicio, las buenas y las malas obras, ya sabe…

Dios se empieza a reír escandalosamente.

Dios: (se seca las lágrimas de la risa) ¿Obras buenas y malas? ¿Pero qué cree que es esto, un observatorio ético?

Nietzsche: Pues vaya decepción.

Dios: Permítame: según sé usted no creía en nada de esto hasta hace bien poco.

Nietzsche: Veo que lo sabe todo.

Dios:
Por supuesto. Tengo un gran equipo de documentalistas.

Nietzsche: ¿Volvemos al tema?

Dios: Sí, sí, claro. ¿Fuma?

Nietzsche: No, gracias. Una vez lo probé y se me chamuscaron los bigotes.

Dios: ¿Verdad que no le molesta el humo?

Nietzsche: Descuide.

Dios: Estamos muy interesados en usted. Verá, esa idea suya… el supermacho, ¿verdad?

Nietzsche: Superhombre.

Dios: Eso, eso. No me ponga esa cara: ¿usted no se equivoca nunca?

Nietzsche: Adelante.

Dios: Nos interesa mucho el proyecto superhombre para relanzar nuestra empresa. Verá, ¿para qué nos vamos a engañar? Los de abajo tienen una oferta mucho más jugosa: números de striptease, drogas de diseño, camas redondas… Y aquí los consumidores se aburren.

Nietzsche: ¿Se aburren?

Dios: Nubes y cielo toda la eternidad… ¡Comprenda!

Nietzsche: Ya.

Dios: ¡Por eso tenemos que apostar por la publicidad! La gente está harta de esos anuncios horteras. ¡Pero imagine! ¡Imagine lo que podríamos conseguir con otra campaña, totalmente distinta!

Nietzsche: ¿Quiere que le haga una campaña?

Dios: Usted sabe de qué le hablo: “Entre al paraíso y le daremos voluntad de poder con garantía indefinida”, “Sienta el impulso vital del Reino de los Cielos”, “Venga al cielo y le convertiremos en superhombre”. En fin, usted es el artista, pero me va siguiendo, ¿no?

Nietzsche: Más o menos.

Dios: Créame: usted es un diamante en bruto y nosotros lo podemos pulir si nos deja.

Nietzsche: Menos poesía. Aún no hemos hablado del sueldo.

Dios: ¿El sueldo? ¿Va a trabajar con Dios y se me pone sindicalista?

Nietzsche: ¡Pero iría contra mis principios!

Dios: Escuche, señor Feliciano…

Nietzsche: Federico.

Dios: Como se llame. Usted ha dejado los principios en la puerta, ¿entiende lo que le digo? ¡Esto es una multinacional, por mi amor!

Nietzsche: No lo veo claro. Me niego.

Dios: ¿Se niega? Qué interesante. Le recuerdo que con un chasquido de dedos lo puedo enviar al trullo.

Nietzsche: ¿Cómo?

Dios: Veamos: antecedentes de ateo radical, nihilista, alemán…

Nietzsche: ¡Alemán! ¿Desde cuándo es un crimen ser alemán?

Dios: Amigo, por si no lo sabía aquí somos judíos. A ver, ¿de dónde eran Abraham y Jesucristo?

Nietzsche: No me tome por imbécil. He ido a la universidad.

Dios: No era mi intención. Usted difundió que yo había muerto, dijo que los cristianos eran esclavos resentidos, e incluso, lo tengo por aquí apuntado..., ahá: aseguró que "la fe es una enfermedad". ¿Quiere que siga?

Nietzsche: No hace falta.

Dios: Mire: a mí toda esta mierda me da igual. Pero si se enteran los de arriba, ya sabe…

Nietzsche: ¿Los de arriba? ¿Usted no es todopoderoso?

Dios: Vaya, veo que tengo buena reputación… Bueno, no quiero perder más tiempo. O firma o cadena perpetua. Y le advierto: aquí es perpetua de verdad.

Nietzsche: Comprendo.

Dios: ¿Entonces? Aprisa, por favor, necesito ir al lavabo.

Nietzsche: ¿Cadena perpetua? ¿Y por qué no pena de muerte?

Dios: Muy gracioso. ¿Se decide?

Nietzsche: En fin. Por lo visto no tengo más remedio.

Dios: ¡Sabía que lo entendería! Ese es el superhombre que yo quiero. Entre usted y yo, me encantan los alemanes. De joven fui a Munich, maravillosa. Tome, firme aquí y abajo, por favor.

Nietzsche: Esto me duele mucho… Si no firmo condeno mi libertad, pero si firmo me aboco a una vida inauténtica.

Dios: Filósofos.

Nietzsche: Ahí tiene la firma. ¿Cuándo empiezo?

Dios: Ah, sí. Venga usted el lunes y pregunte por María.

Nietzsche: ¿María?

Dios: Mi madre. La he colocado de jefa de personal porque se aburría en casa. La menopausia y esas cosas. Si no hay nada más… Encantado de haber hablado con usted.

Nietzsche: Sólo una curiosidad. ¿Y los otros dos? ¿Qué hay de la trinidad?

Dios: De vacaciones en Cuba. ¿Qué le parece? Y yo aquí haciendo horas. ¡Uf! Me voy pitando al lavabo… ·


JOAN PAU INAREJOS, 2002