27 marzo 2007

Iraq: la última utopía

JUSTO BARRANCO, REPORTAJE SOBRE JOHN GRAY, LA VANGUARDIA, 21 MARZO 2007

“La revolución de los ‘neocons’ es ‘la última revolución utópica’, con su fracasado proyecto para transformar Iraq en una democracia liberal”

La utopía ha sido históricamente un banderín de la izquierda. Sin embargo, desde hace un tiempo, afirma John Gray, también lo es de la derecha: ahí está la revolución de los ‘neocons’, “la última revolución utópica”, dice, con su fracasado proyecto para transformar Iraq en una democracia liberal. Para Gray (1948), no es extraño.

Profesor de la London School of Economics, antiguo asesor de Thatcher reconvertido primero a posiciones cercanas al nuevo laborismo y ahora el pensamiento ecológico de autores como Lovelock, firmante de libros como ‘Las dos caras del liberalismo’ y ‘Contra el progreso y otras ilusiones’ (Paidós), afirma que el marxismo y el neoliberalismo son encarnaciones seculares del cristianismo: han creído en la utopía, en construir un mundo sin conflicto, como el fin de la historia del que hablaba Fukuyama.

En ese sentido, Gray, que ofreció el lunes una conferencia en el CCCB, recuerda que obviamente hoy vivimos un gran progreso científico, pero que “el conocimiento no nos hará libres”. “Estamos mejor en muchos campos. Ya no hay dolor de muelas. Creo que por eso no soy posmdodernista o relativista radical. Pero cuando hablamos de política o ética no hay progreso acumulativo como en la ciencia o la tecnología. Hay ganancias y pérdidas. Uno de los logros de la Ilustración fue la prohibición de la tortura. Ahora ha vuelto a ser normalizada. Los males son recurrentes en política. El conocimiento aumenta, pero la sabiduría no tanto. Y es usado para propósitos buenos y malos. Tenemos que entender esa ambivalencia. Ya cuando se inventó la fotocopiadora se dijo que acabaría con las dictaduras. Y con el telégrafo, con la televisión, ahora con internet. Internet puede debilitar el control autoritario… y a la vez destruir nuestra privacidad”, remarca el filósofo británico.

Y recuerda el gran impulso utópico que recorre la cultura occidental desde el declinar del cristianismo, reconvirtiendo su promesa de salvación universal en la fe del progreso. “Siempre hubo utopías, imaginadas en el pasado o en lugares fuera del mapa, pero desde entonces se sitúan en nuestro futuro, tanto para anarquistas, comunistas, jacobinos o neoconservadores. Todos creen que se acabará el conflicto, que tendremos una sociedad feliz, ya sea socialista, anarquista u otra.

“Tras el colapso del comunismo el impulso utópico no se acabó. Se trasladó a la derecha, al neoliberalismo”

Para algunos, la utopía nos abre a nuevas posibilidades. Quizá en el pensamiento, porque históricamente ha derramado mucha sangre. Y su resultado es predecible. Ya lo fue la URSS para Bertrand Russell: cuando la visitó en 1920 dijo que habría hambre, dictadura y sangre. Igual con Iraq: era obvio que acabría en algún tipo de teocracia, no en una democracia liberal. Y eso tras décadas de violencia. Iraq es un producto del colonialismo. No existía antes. Así que una vez derrocado el régimen de Sadam, destruyeron el Estado de Iraq. Es crucial entender que el Estado de Iraq ya no existe. Los kurdos ya están separados de facto. La fantasía utópica ha destruido en meses algo que se tarda décadas en construir. Es el producto que se obtiene al sumar utopía e ignorancia de la historia”.

Para Gray, esto ha sucedido porque “tras el colapso del comunismo el impulso utópico no se acabó. Se trasladó a la derecha, al neoliberalismo. La vieja escéptica derecha que admiré dejó de existir. En parte, por el shock del triunfo. Los neoliberales decidieron perseguir objetivos imposibles como Iraq. Pero la historia no se había acabado: el 11-S mostró que vivimos en el mismo mundo del conflicto étnico y religioso, de guerras por los recursos que cada vez serán mayores, porque ningún Estado confía en que el mercado arregle la escasez de recursos. Quieren su control”.

Pero asegura, tras el fracaso neoliberal, “el colapso de la utopía secular es también peligroso, porque ha sido una gran narrativa para Occidente en el terreno colectivo y personal. Y una ilusión se cambia por otra, así que hay peligro de un ‘revival’ de la religión en sus formas más fundamentalistas”. Eso sí, para Gray los mitos de la religión que explicaban el mundo eran más verdad que muchos mitos seculares, como la idea de un mundo sin religión, y hoy “la exclusión de la religión de la vida pública, la idea de Estados radicalmente seculares, no es el camino, se necesita una base más pluralista en la que todas coexistan en paz”.

JUSTO BARRANCO, REPORTAJE SOBRE JOHN GRAY, LA VANGUARDIA, 21 MARZO 2007



Descubren la "pantera nebulosa"

EFE 4 - 14/03/2007 20:19:00 - NATURALEZA-ESPECIES

WWF anuncia descubrimiento de nueva especie de pantera en Borneo y Sumatra

(Embargada hasta las 00.01 GMT del 15 de marzo)

Ginebra, 14 mar (EFE).- El Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF, por sus siglas en inglés) anunció hoy que la pantera nebulosa encontrada en las islas de Borneo y Sumatra es una especie distinta a la que habita en el sureste del continente asiático.

La pantera nebulosa, que debe su nombre a las grandes manchas de su pelaje que le permiten confundirse entre las hojas, es el mayor depredador de Borneo y se caracteriza por ser el felino con los colmillos más largos en relación a su tamaño, que oscila entre los 60 y los 110 centímetros de largo.

"Las pruebas de ADN muestran una cuarentena de diferencias genéticas entre las dos especies", por lo que "la pantera nebulosa de Borneo debe ser considerada como una especie distinta", explicó en un comunicado de prensa el responsable del estudio, Stephen O'Brien.

El WWF señaló que tales diferencias "son comparables a las que existen entre otras especies de felinos como el león, el tigre, el leopardo, el jaguar o el leopardo de las nieves".

En paralelo, se analizaron los pelajes de varios ejemplares procedentes de distintas regiones y se compararon la forma y el color de sus manchas y "quedó claro que se trataba de dos especies distintas", aseguró el investigador del departamento de Ciencias Naturales del Museo Nacional de Escocia, Andrew Kitchener.

La pantera nebulosa continental, también llamada pantera longibanda, está cubierta de grandes manchas irregulares con borde negro e interior pardo, pero las de la especie de Borneo son de un color más vivo y tienen pequeñas manchas oscuras en su interior.

Los expertos, que creen que las dos especies se diferenciaron hace 1,4 millones de años, estiman la población de panteras nebulosas de Borneo entre 8.000 y 18.000 ejemplares.

"Que el mayor depredador de Borneo sea una especie distinta enfatiza la importancia de conservar el área del Corazón de Borneo", aseguró el coordinador del programa de ese mismo nombre en el Fondo, Stuart Chapman.

Se trata de una región montañosa y selvática de 220.000 kilómetros cuadrados, situada en el centro de la tercera isla más grande del mundo, donde se identificó la mayor parte de las 52 especies que se descubrieron allí en 2006. EFE

mpg/emm/acm

(con fotografía)

|K:CYT:CIENCIA-TECNOLOGIA,AMBIENTE-NATURALEZA|

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03/14/18-19/07


Las marcas, cariñosas e infieles

NAOMI KLEIN, 'NO LOGO', 1999

“No es la antigua lealtad que había entre el empleado y el dueño; es una relación más parecida a la del fan y el famoso”

Como hemos visto, las marcas han transformado la relación directa entre vendedor y comprador y han intentado convertirla en un medio de comunicación, en productos artísticos, en plazas ciudadanas y en filosofías sociales. Y la ha convertido en algo mucho más insidioso y profundo. En la década pasada, las multinacionales como Nike, Microsoft y Starbucks han intentado convertirse en los principales transmisores de todo lo que es bueno y apreciable en nuestra cultura: las artes, los deportes, la vida en comunidad, la comunicación, la igualdad.

Pero mientras más progresa el proyecto, más vulnerables se hacen estas empresas: si de verdad las marcas están profundamente imbricadas en nuestra cultura y en nuestra identidad, cuando actúan mal sus delitos no son desdeñados como si se tratara de una empresa más que sólo trata de ganarse unos cuartos.

“Los directores de marca se esfuerzan por lograr una intimidad sin precedentes con los consumidores al mismo tiempo que crean una relación menos comprometida con sus trabajadores”

En lugar de ello, muchas personas que viven en el mundo de las marcas se sienten cómplices de sus atropellos; se sienten a la vez culpables y comprometidos. Pero este compromiso es fluctuante; no es la antigua lealtad que había entre el empleado de por vida y el dueño de la firma; es una relación más parecida a la del fan y el famoso: emocionalmente intensa, pero lo bastante débil para evaporarse de pronto.

Esta volatilidad es la consecuencia no deseada que provocan los directores de marca que se esfuerzan por lograr una intimidad sin precedentes con los consumidores al mismo tiempo que crean una relación menos comprometida con sus trabajadores. Cuando estas empresas alcanzan el feliz estado del marcas-sí-productos-no, pierden dos cosas que pueden ser muy importantes a largo plazo: la aprobación de los consumidores de sus actividades mundiales y la inversión de los ciudadanos en su éxito económico.

NAOMI KLEIN, 'NO LOGO', 1999



El 'resplanlogo'

NAOMI KLEIN, 'NO LOGO', 1999

“Los militantes anticorporativos adoptan la estética y el humor de la piratería cultural; los detractores de las marcas se benefician con el ‘resplanlogo’ de una manera inesperada”

La militancia anticorporativa disfruta de la inapreciable ventaja de una actualidad y una celebridad prestadas; prestadas, irónicamente, por las propias marcas. Los logos grabados a fuego en nuestras mentes por las más bellas campañas publicitarias que puede pagar el dinero y elevados siempre un poco más cerca del sol por medio del patrocinio de encantadores eventos culturales, brillan perpetuamente con un resplandor, el «resplanlogo» [en el original, “loglo”, de “logo” y “glow”, resplandor] del que habla el escritor de ciencia ficción Neal Stevenson.

Como predijo Alexis de Tocqueville, son las creaciones fantásticas de este tipo lo que puede hacernos «lamentar el mundo de la realidad»; y no hay realidad que resulte tan lamentable, comparativamente hablando, como la de quienes sufren la pobreza y la opresión en tierras lejanas. De este modo, a finales de la década de 1970, mientras más brillo cobraban los logos, la lucha por la justicia social se eclipsaba; sus invendibles métodos ya no atraían a una juventud bien nutrida ni a los medios de comunicación, obsesionados con una estética brillante.

Pero en la actualidad, cuando tantos militantes anticorporativos adoptan la estética y el humor de la piratería cultural y la actitud irreverente de la recuperación de las calles, esto comienza a cambiar. Agazapados como sanguijuelas, los detractores de las marcas se benefician con el resplanlogo de una manera inesperada. El resplanlogo es tan brillante que proyecta su fulgor sobre los militantes incluso durante el acto de atacar una marca. Puede parecer que este prestigio vicario merma su pureza política, pero también está claro que los ayuda a sumar combatientes a su causa.

Como los anuncios bien emborronados, las campañas anticorporativas derivan energía del poder y el atractivo masivos del marketing, al mismo tiempo que devuelven esa energía contra el rostro de las marcas que con tanto éxito han colonizado nuestras vidas diarias.

NAOMI KLEIN, 'NO LOGO', 1999



22 marzo 2007

Rociar las nubes con yoduro de plata

29/11/2006 Edición Impresa METEOROLOGÍA
Rociar las nubes con yoduro de plata reduce un 20% el daño del granizo

Un estudio cuantifica por primera vez el efecto en Lleida de los polémicos generadores
La Generalitat retiró la subvención de la campaña en el 2004 por considerarla inútil

ANTONIO MADRIDEJOS
BARCELONA (El Periódico)

Rociar las nubes con yoduro de plata reduce en al menos un 20% la energía cinética del granizo --el tamaño y la fuerza con que cae la piedra-- y no afecta ni para bien ni para mal a la pluviometría de la zona, según muestra por primera vez un estudio de José Luis Sánchez, catedrático de la Universidad de León, elaborado a partir de las campañas realizadas desde 1997 en el valle del Ebro, especialmente en Lleida. El yoduro, que se emplea desde hace dos décadas en numerosos países para reducir los daños causados por el granizo, arrastra consigo una leyenda negra no tanto por los supuestos perjuicios sobre el clima, nunca confirmados, sino por su utilidad real.

El sistema se basa en las propiedades licuantes del yoduro de plata. Primero se toma el compuesto, se quema en un generador y el gas resultante asciende hasta las amenazantes nubes. Luego, una vez entra en contacto con las gotas en suspensión, lo que hace el yoduro es congelarlas, es decir, acelera la formación de granizos y evita que poco a poco se formen grandes piedras. "Los numerosos embriones de granizo compiten por el agua disponible y no pueden crecer --explica Sánchez--. No es que haya menos, sino lo contrario: hay más, pero son más pequeños, lo que reduce los daños".

UN EURO POR HECTÁREA
El profesor, que participó en CosmoCaixa las Jornadas Eduard Fontseré, organizadas por la Asociación Catalana de Meteorología (Acam), insiste en que el riesgo ambiental "está absolutamente descartado" y el coste es de "solo un euro por hectárea y año". Sánchez prosigue con sus trabajos en Aragón, donde desarrolla una red de detección del granizo por encargo del Gobierno regional, pero las investigaciones en Catalunya se han parado por completo porque el Departament d'Agricultura de la Generalitat considera que el sistema no funciona.

RECIBO OBLIGATORIO
Las campañas de riego con yoduro en la provincia de Lleida, que empezaron a desarrollarse en 1984 en 77 municipios, se subvencionaban con un recibo obligatorio de ocho euros anuales que debían pagar los agricultores. "Pero la conselleria anuló los recibos", lamenta Maite Torà, de la Agrupació de Defensa Vegetal de les Terres de Ponent, que era la entidad encargada de los generadores. "La única manera de ver si funciona es seguir evaluando --dice-. Y hacerlo bien: no puedes regar una nube y otra no". Uno de los problemas, añade, es que el yoduro se ha usado en años intrínsecamente áridos, lo que ha generado una imagen negativa: "Hay sequía, pues alguien alguien ha de tener la culpa".

En cambio, Josep Lluís Huguet, de Unió de Pagesos, se muestra bastante escéptico. "Yo no digo que sea malo, pero tampoco ha demostrado gran utilidad y, por tanto, no creo que debamos seguir pagándolo".

19 marzo 2007

Making off de una 'mani anti-globa'

NAOMI KLEIN, 'NO LOGO', 1999

Entre principios y mediados de la década de 1990, mientras el mundo publicitario se apresuraba a apropiarse de los sonidos y la imaginería de la música contemporánea para vender coches, aerolíneas, bebidas sin alcohol y periódicos, los legisladores británicos ilegalizaron los conciertos improvisados por medio de la Ley de Justicia Criminal de 1994. El instrumento daba amplios poderes a la policía para apoderarse de los equipos de música y para tratar con dureza a los asistentes en caso de enfrentamiento.

“Los músicos se uineron con squatters, viajeros New Age, ‘ecoguerreros’ radicales, y de estas subculturas surgió el movimiento Recuperar las Calles”

Para combatir la Ley de Justicia Criminal, el mundillo musical (que hasta entonces sólo se ocupaba de buscar otro sitio donde bailar toda la noche) se alió con subculturas más politizadas a quienes también alarmaban los nuevos poderes de la policía). Se unieron con squatters al borde de la expulsión, con los así llamados viajeros New Age, que veían amenazado su estilo nómada de vida, y con «ecoguerreros» radicales, que combatían la urbanización de las zonas boscosas de Inglaterra construyendo viviendas en los árboles y cavando zanjas al paso de los bulldozers.

Entre estas subculturas opositoras comenzó a surgir un tema común: el derecho a disponer de espacios no colonizados para sus viviendas, para los arboles, para reunirse y para bailar. Lo que difundió esta lucha cultural entre los pinchadiscos, los militantes anticorporativos, los artistas políticos y New Age y los ecologistas culturales podría muy bien constituir el movimiento político más vibrante y de crecimiento más veloz desde París 1968: el movimiento Recuperar las Calles (RLC).

“De pronto, una multitud transforma de manera aparentemente casual una arteria ciudadana en un escenario surrealista”

Desde 1995, el RLC asalta las calles más concurridas y las esquinas más importantes y llega hasta las carreteras, donde organiza fiestas espontáneas.

De pronto, una multitud transforma de manera aparentemente casual una arteria ciudadana en un escenario surrealista. El acontecimiento se organiza como sigue. Al igual que con los conciertos improvisados, el lugar de encuentro se mantiene en secreto hasta el día de la celebración. Miles de personas acuden al sitio convenido desde el que salen en masa a su destino, que sólo conocen unos pocos organizadores. Antes de que llegue la multitud, un camión cargado con un poderoso equipo de música aparca sigilosamente en la calle destinada a ser recuperada en breve.

“Una vez bloqueado el tráfico, se declara «abierta» la calle y comienza a emitirse desde los últimos hallazgos electrónicos hasta ‘What a Wonderful World’ de Armstrong”

Luego se improvisan algunos medios para detener el tráfico; por ejemplo, se produce un choque de dos automóviles viejos, cuyos conductores fingen una pelea. Otra técnica consiste en colocar elevados andamios en medio de la calle con un militante solitario colgado de lo más alto; los andamios impiden el paso de los vehículos, pero la gente puede circular con libertad entre las patas; y como si se derriban los andamios el militante colgado se mataría al caer al suelo, la policía no tiene más remedio que quedarse mirando el desarrollo de los acontecimientos.

Una vez bloqueado el tráfico, se declara «abierta» la calle. Se levantan pancartas que dicen «Respire», «Prohibidos los automóviles» y «Recuperemos los espacios». Se eleva la bandera del RLC —un rayo sobre un fondo de variados colores—, y el equipo de sonido comienza a emitir de todo, desde los últimos hallazgos electrónicos hasta «What a Wonderful World» de Louis Armstrong.

Luego, y como si salieran de ninguna parte, aparece el carnaval ambulante,de los RLC: en bicicleta, en zancos, bañando y tocando tambores. En las fiestas anteriores en las esquinas se colocaban juegos infantiles, así como gigantescas cajas de arena, hamacas, piscinas inflables, colchonetas, alfombrillas y redes de voleibol. Cientos de Frisbees vuelan por el aire, se ofrecen alimentos gratuitos y comienza el baile, sobre los automóviles, en las paradas de los autobuses, en los tejados y alrededor de los postes de tráfico.

“Los policías no imaginaban que debajo de las faldas había jardineros-guerrilleros que cavaban agujeros en el asfalto para plantar árboles jóvenes”

Según sus organizadores, estas reuniones callejeras son «la realización de un sueño colectivo» o «una coincidencia a gran escala». Como los rompeanuncios, los integrantes han trasladado el lenguaje y la táctica de los ecologistas radicales a la jungla urbana, exigiendo espacios no comercializados en las ciudades y una naturaleza intacta en el campo y en los mares.

Con este espíritu, la concentración más teatral que organizó el RLC fue la de Londres, a la que concurrieron 10 mil personas que tomaron la M41, una autopista de seis carriles. Dos personas vestidas con complicados trajes de carnaval se colocaron a 30 pies de altura sobre la carretera, sobre unos andamios que cubrían con sus enormes faldas. Los policías que contemplaban la escena no imaginaban que debajo de ellas había jardineros-guerrilleros con perforadoras que cavaban agujeros en el asfalto para plantar árboles jóvenes. Los adeptos del RLC —que eran situacionistas fanáticos— habían logrado expresar su objetivo: «Bajo el cemento... un bosque», en referencia al eslogan del levantamiento estudiantil de París de 1968: «Bajo el empedrado... una playa».

NAOMI KLEIN, 'NO LOGO', 1999

Temporeros: más cínicos, más creativos

NAOMI KLEIN, 'NO LOGO', 1999

“Cuando buscaban un puesto de trabajo, el mensaje era el mismo: no te fíes de nadie; sé tu propia roca”

Vivimos en la cultura de la inseguridad laboral, y los mensajes que aconsejan la autosuficiencia nos alcanzan a todos (…). Es posible que la generación que recibió con más crudeza este mensaje sea la que se formó con la recesión de principios de la década de 1990. Sus integrantes, casi sin excepción, planificaron su vida escuchando un coro de voces que les decía que abrigaran pocas expectativas, que no hicieran depender su éxito de nadie.

Cuando buscaban un puesto de trabajo en General Motors, en Nike, en General Electric o en cualquier otra empresa, el mensaje era el mismo: no te fíes de nadie. Y por si no se daban por enterados, el mensaje era reforzado por los consejeros de la escuela secundaria, que se les ofrecía en seminarios sobre cómo ser «Yo, Inc»., o por los programas nocturnos de !a televisión, que no cesaban de repetir que los fondos de pensiones se derrumbarían, o los de empresas como Prudential Insurance, que nos invitan a ser «nuestra propia roca».

En las universidades de toda Norteamérica, los eventos que se organizan durante el ingreso de los nuevos estudiantes son patrocinados ahora por sociedades de inversión que los emplean para convencer a los alumnos de que comiencen a ahorrar para su jubilación antes incluso de diplomarse (…).

“Muchos jóvenes han compensado su desconfianza hacia los políticos y las empresas adoptando los valores darwinistas: son más ávidos, más duros y decididos”

Es incuestionable que muchos jóvenes han compensado su desconfianza hacia los políticos y las empresas adoptando los valores sociales darwinistas del sistema responsable de su inseguridad laboral: son más ávidos, más duros y decididos. Sencillamente Lo Harán. ¿Pero que sucederá con los que carecen de titulaciones, los que no quieren ser el próximo Bill Gates y el siguiente Richard Branson? ¿Por qué van a invertir en los objetivos económicos de empresas que han desinvertido tan pródigamente en ellos? ¿Qué incentivos tienen para ser leales a un sector que a lo largo de toda su vida adulta los ha bombardeado con un solo mensaje: «No contéis con nosotros»? (…).

Vaya usted a cualquier centro comercial quince minutos después del cierre y verá la nueva relación laboral en acción: todos los empleados con salarios mínimos forman cola, con los bolsos y mochilas abiertos, para pasar la inspección. Los minoristas nos dicen que esa revisión diaria en busca de artículos robados es una práctica habitual. Y según una encuesta anual de la industria que realiza el Proyecto de Investigación de la Seguridad de la Universidad de Florida, las sospechas son fundadas: el estudio demuestra que en 1998 los robos de los empleados constituyeron el 42,7 % del total de artículos sustraídos en las tiendas minoristas estadounidenses, la tasa más alta nunca registrada por el estudio.

Al empleado de Starbucks, Steve Emery, le gusta repetir lo que le dijo un cliente comprensivo: «Si pagas cacahuetes, contratas monos». Cuando me relató la observación, recordé algo que había oído decir sólo dos meses antes a un grupo de obreras indonesias de Nike. Sentadas en círculo y con las piernas cruzadas, en una de las barracas, me dijeron que en lo profundo de su alma deseaban que la fábrica ardiera hasta los cimientos. Como es natural, los sentimientos de las obreras eran mucho más agresivos que el resentimiento que expresan los trabajadores occidentales; pero es verdad que los vigilantes que revisan los bolsos de las trabajadoras a la salida de la fábrica indonesia de Nike llevan revólveres (…).

Los temporales nunca han tenido nadie con quien hablar sobre estos temas; la naturaleza de su trabajo los aisla a unos de otros, y, dentro de los lugares donde se desempeña, también de los empleados fijos (…)

“Una población de trabajadores cualificados que no se consideran integrantes de por vida de las empresas podría dar origen a un renacimiento de la creatividad”

Al referirse a ese cambio, Charles Handy, el autor de The Hundry Spirit, escribe que «es evidente que el contrato psicológico entre los empleadores y los empleados se ha modificado. En el lenguaje especializado se habla ahora de la "empleabilidad" y no del "empleo", lo que si se interpreta bien, significa "no cuentes con nosotros, sino contigo mismo, pero trataremos de ayudarte si podemos"» (…).

Esta desinversión de la cultura empresarial produce efectos que van mucho más allá de la psicología individual: una población de trabajadores cualificados que no se consideran integrantes de por vida de las empresas podría dar origen a un renacimiento de la creatividad y a la revitalización de la vida cívica, que son dos perspectivas interesantes. Pero lo seguro es que ya está provocando una militancia política contraria a las empresas (…).

Después de empachar a los jóvenes con mensajes alentadores —como las zapatillas «Justo Do It», las camisetas «No Fear» y los vaqueros «No Excuses»—, estas empresas responden a las solicitudes de empleo con un decidido «¿Me lo dices a mí?»

NAOMI KLEIN, 'NO LOGO', 1999

¿Mis trabajadores? Ja, ja

NAOMI KLEIN, 'NO LOGO', 1999

Schweitzer, «La diferencia entre los productos y las marcas es fundamental. Los productos se hacen en las fábricas; la marca es lo que compra el cliente»

En este contexto donde el exhibicionismo reemplaza a la realidad, los departamentos de marketing que gestionan la identidad de las marcas han comenzado a considerar que su tarea no coincide con la producción de las fábricas, sino que está en competencia directa con ella. «Los productos se hacen en las fábricas», dice Walter Landor, presidente de la agencia Landor, «pero las marcas se hacen con la mente».

Peter Schweitzer, presidente de J. Walter Thompson, el gigante de la publicidad, repite la misma idea: «La diferencia entre los productos y las marcas es fundamental. Los productos se hacen en las fábricas; la marca es lo que compra el cliente». Todas las agencias publicitarias bien enteradas han abandonado la idea de criticar los productos ajenos y han llegado a definirse como fábricas de marcas que insisten en lo que tiene valor real: la idea, el estilo de vida, la actitud. Los constructores de marcas son los nuevos productores primarios de la así llamada economía del conocimiento.

Esta novedosa idea no sólo ha originado campañas publicitarias de última moda, supertiendas cuasi religiosas y universidades corporativas utópicas. También está modificando el panorama del trabajo mundial. Después de decidir cuál es el «alma» de la empresa, las supermarcas se han desprendido de sus incómodos cuerpos, y nada resulta más molesto, más desagradablemente material, que las fábricas que manufacturan sus artículos.

Liang: «las máquinas se desgastan. Los automóviles se estropean. Las personas mueren. Pero las marcas permanecen»

La razón del cambio es sencilla: construir una supermarca es un proyecto extraordinariamente caro, que necesita una gestión, una atención y una alimentación constantes. Sobre todo, las supermarcas exigen mucho espacio donde estampar sus logos. Pero para que una empresa recupere los costes, sólo puede destinar una cantidad finita de dinero a cubrir todos los gastos: los de materias primas, de fabricación, los gastos fijos y de la creación de la marca.

Después de haber firmado contratos millonarios de patrocinio, y cuando los cazadores de lo cool y los especialistas de marketing han cobrado sus cheques, puede que no quede mucho dinero. Como explicó Hector Liang, ex presidente de United Biscuits, «las máquinas se desgastan. Los automóviles se estropean. Las personas mueren. Pero las marcas permanecen» (…).

“A medida que los antiguos puestos de trabajo se trasladan al exterior, algo más se va con ellos: la anticuada idea de que el fabricante es responsable de sus empleados”

Ésta es la razón de que ahora muchas empresas se desentiendan completamente de la producción. En lugar de fabricar los productos mismos, en fábricas propias, los «externalizan», tal como hacen las empresas de las industrias de recursos naturales, que externalizan el uranio, el cobre o la madera. Cierran las fábricas que poseen y contratan la producción afuera, a menudo en el extranjero. Y a medida que los antiguos puestos de trabajo se trasladan al exterior, algo más se va con ellos: la anticuada idea de que el fabricante es responsable de sus empleados.

El portavoz de Disney, Ken Green, ofreció un indicio de la profundidad de este cambio cuando expresó públicamente su enfado ante las críticas que se vertían por las desesperadas condiciones que reinaban en la fábrica de Haití donde se manufacturan las prendas de la marca Disney. «No tenemos empleados en Haití», dijo aludiendo al hecho de que la fábrica es propiedad de un contratista. «¿Acaso conoce usted las condiciones laborales en que se fabrica el papel de su revista?» preguntó a Cathy Majtenyi del Catholic Register.

Desde El Paso hasta Beijing, de San Francisco a Yakarta, de Munich a Tijuana, las marcas globales están traspasando la responsabilidad de la producción a los contratistas; les dejan hacer su trabajo, y además por poco precio, para que quede mucho dinero para crear las marcas. Haciéndolo muy barato.

NAOMI KLEIN, 'NO LOGO', 1999

La sala de máquinas de Nike

NAOMI KLEIN, 'NO LOGO', 1999

“La Zona de Procesamiento de Exportaciones de Cavite en Rosario, a 90 millas al sur de Manila, es la trastienda del boom de las marcas”

A pesar de la brillantez conceptual de la estrategia de crear «marcas sí, no productos», la producción tiene la enfadosa característica de que nunca puede ser trascendida por completo: alguien debe ensuciarse las manos para fabricar los productos a los que las marcas mundiales imponen sus significados. Y es aquí donde entran en juego las zonas de libre comercio. En Indonesia, China, México, Vietnam, las Filipinas y en otros sitios, están apareciendo zonas de procesamiento de exportaciones, como se las denomina, que se convierten en grandes productoras de ropa, de juguetes, de artículos electrónicos, de máquinas y hasta de automóviles.

Si la Ciudad Nike y otras supertiendas constituyen los brillantes portales de los mundos soñados de las marcas, la Zona de Procesamiento de Exportaciones de Cavite en Rosario, a 90 millas al sur de Manila, es la trastienda del boom de las marcas (…).

Mientras recorro las calles vacías de Cavite siento la amenaza de transitoriedad, la precariedad esencial de la zona. La relación de las fábricas, más parecidas a cobertizos, con el campo que las rodea, con el pueblo cercano, con la tierra misma donde se yerguen, es tan tenue que parece que los puestos de trabajo que se trasladaron desde el Norte hasta aquí pueden evaporarse con la misma rapidez con que llegaron. Las fábricas están construidas con materiales baratos y se hallan en un suelo alquilado, no comprado.

“Tengo la impresión de que todo ese complejo de cartón piedra puede echar a volar y desvanecerse, como la casa de Dorothy en 'El Mago de Oz'”

Cuando subo a la torre de aguas que hay en el borde de la zona y contemplo desde allí los cientos de fábricas, tengo la impresión de que todo ese complejo de cartón piedra puede echar a volar y desvanecerse, como la casa de Dorothy en El Mago de Oz. No me sorprende que a las fábricas de las ZPE de Guatemala las llamen «golondrinas». En las zonas reina el miedo. Los gobiernos temen perder sus fábricas extranjeras, las fábricas temen perder sus marcas clientes, y los obreros sus inseguros trabajos. Estas fábricas no están construidas sobre la tierra, sino en el aire.

NAOMI KLEIN, 'NO LOGO', 1999

El adolescente solo en la selva


"La cultura occidental es la primera donde han desaparecido los rituales de paso"

Lo que te hará feliz es ganar a la infelicidad, ser más duro que ella. En mi representación, soy el que vence a la muerte, a la infelicidad. En cada sociedad hay ritos de integración en los que los adolescentes ganan a la muerte. Tienes 15 años, no eres un adulto ni un niño. Te separan de grupo de iguales y te internan en el bosque, donde conoces animales salvajes y el riesgo de morir. Pero no te abandonan. Te enseñan las armas, los amuletos, lo que hay que hacer para ganar a la muerte. Si lo respetas, ganarás. Y podrás hablar en comunidad. La cultura occidental es la primera donde este ritual ha desaparecido. Eres joven y tienes 25 o 30 años, sin familia, ni trabajo, no estás totalmente socializado.

BORIS CYRULNIK (1937-), neuropsiquiatra francés, divulgador del concepto ‘resiliencia’ (resistencia a la adversidad). Fragmento de un reportaje en ‘La Vanguardia’, 13 marzo 2007.





10 marzo 2007

La trampa del copyright

NAOMI KLEIN, 'NO LOGO', 1999

"Al salir de los almacenes, los productos cobran una vida propia y se convierten en iconos de la cultura popular"

Las referencias verbales o visuales a las comedias televisivas, a los personajes de cine, a los eslóganes publicitarios y a los logos de las empresas han llegado a ser el instrumento más eficaz que poseemos para comunicarnos entre las culturas, un ‘click’ fácil e instantáneo.

La profundidad que ha alcanzado esta forma de marca comercial impuesta a la cultura quedó bien visible en marzo de 1999, cuando estalló un escándalo a raíz de un popular texto escolar que se usa en las escuelas públicas estadounidenses. El texto de matemáticas de sexto grado estaba lleno de menciones y de fotografías de conocidos artículos comerciales: de zapatillas deportivas Nike y de productos McDonald’s y de Gatorade. En cierto punto se enseñaba a los alumnos a calculas los diámetros de una golosina Oreo. Como era de esperar, los padres se pusieron furiosos contra este nuevo hito de la comercialización de la educación; parecía un libro pagado por las empresas.

Pero McGraw-Hill, la editora del libro, insistía en que los críticos se equivocaban. “Hay que trabajar con las cosas que la gente conoce bien, para que se den cuenta de que las matemáticas están en el mundo que les rodea”, explicó Patricia S. Wilson, una de las autoras del texto. Las referencias a las marcas no eran anuncios pagados, dijo, sino un intento de hablar a los alumnos sobre sus propios elementos y en su propio idioma; en otras palabras, de hablarles en el idioma de las marcas.

Nadie conoce tan bien hasta qué punto se ha incorporado el lenguaje de las marcas como los propios gerentes de marca. Las últimas tendencias de la teoría del marketing animan a las empresas a no pensar en sus marcas como una serie de atributos, sino el papel psicosocial que desempeñan en la cultura pop y en las vidas de los consumidores.

"En nuestro acervo colectivo ya llevamos casi dos siglos de historia de las marcas, que terminan creando una especie de código Morse de la cultura popular mundial"

El antropólogo cultural Grant McCracken enseña a las empresas que para comprender sus propias marcas tienen que dejarlas actuar libremente. Al salir de los almacenes, argumenta McCracken, los productos como Kraft Dinner cobran una vida propia y se convierten en iconos de la cultura popular, en vehículos para la reunión de las familias y en expresiones creativamente consumidas de la individualidad (…).

Así es que ahora, para mejor o para peor, mantenemos relaciones llenas de significado y compromiso con la pasta de dientes y dependencias con nuestro acondicionador de cabello. En nuestro acervo colectivo ya llevamos casi dos siglos de historia de las marcas, que terminan creando una especie de código Morse de la cultura popular mundial. Pero hay una trampa: aunque es posible que todos llevemos el código implantado en nuestras venas, en realidad no se nos permite utilizarlo.

En nombre de la protección de la marca contra la disolución, los artistas y militantes que tratan de relacionarse con ellas en pie de igualdad terminan acusados ante los tribunales de violar las leyes de las marcas comerciales o del ‘copyright’ o de ‘desacreditarlas’, en nombre de una legislación de la que es fácil abusar, que forma una coraza protectora y hermética en torno a ellas y que permite que nos impongan marcas a nosotros, pero que nos prohíbe ni siquiera rozarlas (…).

"Decir a los artistas del vídeo que no pueden utilizar ni distorsionar letras de canciones es como prohibir las guitarras o impedir que un pintor utilice el color rojo"

Mientras tanto, McDonald’s sigue ocupado en perseguir a los pequeños tenderos y propietarios de restaurantes de descendencia escocesa a causa de la nada competitiva predisposición de esa nación a usar el prefijo Mc antes de su apellido. La empresa puso pleito al puesto de salchichas McAllan’s de Dinamarca, a la tienda de bocadillos escoceses McMunchies de Buckinghamshire, atacó la tienda McCofee propiedad de Elizabet McCaughey del barrio de la Bahía de San Francisco, y libró seis años de batalla contra un cierto Ronald McDonald, que desde 1956 tenía un Restaurante Familiar McDonald’s en un pequeño pueblo de Illinois (…).

Los artistas siempre crearán reconfigurando o compartiendo lenguajes y referencias culturales, pero como esas experiencias compartidas ya no son de primera mano, sino que están mediatizadas, y dado que las fuerzas políticas más poderosas de nuestra sociedad tanto pueden ser empresas multinacionales como políticos, está apareciendo un nuevo conjunto de temas que nos plantea serias dudas sobre las anticuadas definiciones de la libertad de expresión de la cultura de las marcas.

En este contexto, decir a los artistas del vídeo que no pueden utilizar ni distorsionar letras de canciones es como prohibir las guitarras o impedir que un pintor utilice el color rojo. El mensaje subyacente es que la cultura es algo que nos sucede a nosotros. Compramos en una supertienda de Virgin o de Toys ‘R’ Us y alquilamos vídeos Blockbuster. No es algo donde participamos, algo a lo que tengamos derecho a responder.

NAOMI KLEIN, 'NO LOGO', 1999

El consumo irónico

NAOMI KLEIN, 'NO LOGO', 1999

"Encontraron otra manera de expresar su desprecio por la cultura de masas: en vez de rechazarla, se abandonaban completamente a ella"

Estos intentos de transformar los productos masivos más genéricos en elecciones vitales como el ‘punk-rock’ no tardaron en provocar las burlas de aquellos jóvenes ‘cool’, escurridizos y con poder para imponer las modas muchos de los cuales ya habían abandonado el ‘indie’ cuando las marcas lo adoptaron. En lugar de ello, encontraron otra manera de expresar su desprecio por la cultura de masas: en vez de rechazarla, se abandonaban completamente a ella, pero imponiéndole un giro irónico y zorruno. Se dedicaron a ver ‘Melrose Place’, a comer ensaladas en restaurantes de comidas rápidas, a cantar canciones de Frank Sinatra en bares karaoke y a beber bebidas sin alcohol en cantidades hawaianas, actos que habían llegado a ser populares y atrevidos porque, bueno, eran ‘ellos’ quienes los hacían.

Los adolescentes no sólo estaban emitiendo una declaración subversiva sobre una cultura a la que no podían escapar físicamente, sino que rechazaban el puritanismo doctrinario del feminismo de la década de 1970 y la seriedad de la búsqueda de la autenticidad de la de 1960 y las “lecturas literales” de tantos críticos de la cultura. Bienvenido el consumo irónico. Los editores del ‘fanzine Hermenaut’ redactaron la receta:

“Según el difunto etnólogo Michel de Certeau, preferimos dedicar nuestra atención al uso independiente de los productos culturales masivos, un empleo que, como el camuflaje que utilizan los peces y los insectos, puede que no “destruya el sistema” pero nos mantiene intactos y autónomos dentro de él, que quizá sea lo máximo a lo que podemos esperar (…). Ir a Disney World y arrojar ácido contra Mickey no es revolucionario; ir a Disney World sabiendo perfectamente lo ridículo y nocivo que es y aún así divertirse con inocencia, de una manera inconsciente y hasta psicótica, es algo completamente distinto. Esto es lo que Certeau califica como “el arte de la vía media”, y es la única hacia la verdadera libertad en la cultura actual. Así, estemos en el medio. Deleitémonos con “Los Vigilantes de la Playa”, con Joe Carmel, con la revista ‘Wired’ e incluso con sofisticados libros sobre la sociedad del espectáculo (bien dicho), pero nunca sucumbamos al atractivo ni al ‘glamour’ de estas cosas”.

"Las empresas necesitan burlarse de sí mismas, consultar consigo mismas mientras hablan, ser al mismo tiempo nuevas y de segunda mano"

En este complicado contexto, para ser verdaderamente ‘cool’ las empresas debían incorporar a su estilo esta estética de lo no ‘cool’ que también practican los observadores irónicos: necesitan burlarse de sí mismas, consultar consigo mismas mientras hablan, ser al mismo tiempo nuevas y de segunda mano. Y después de que haber impuesto su marca ha marcado toda la cultura marginal existente, les pareció del todo natural rellenar la estrecha franja de espacio cerebral sin marcas y ocupada por la ironía con sonrisas cursis y prefabricadas, con observaciones prestadas e incluso con una simulación de los esquemas mentales del espectador. “Las nuevas marcas basura”, observa el escritor Nick Compton al referirse al estilo de vida ‘kitsch’ de empresas como Diesel “ofrecen un espacio entre comillas lo suficientemente grande para vivir, amar y reírse dentro de él”.

‘Pop Up Videos’, el show VH1 que adorna los vídeos musicales con ininteligibles cuadros de texto, puede ser el estado final de esta especie de ironía comercial. Propone el chiste antes de que alguien pueda hacerlo, con lo que cualquier comentario, e incluso la burla ociosa, resulta trivial, o sencillamente no valen la pena.

NAOMI KLEIN, 'NO LOGO', 1999


08 marzo 2007

El sueño de san Juan

por JOAN PAU INAREJOS  
Despertó de un sueño profundo y una mano de luz le torneó la mejilla a través del ventanal. Entreabrió los ojos, aún sumido en el dulce letargo del vino, y miró a su alrededor. Una, dos, tres, y hasta once sillas vacías. Sobre la mesa cuencos medio volcados, pedazos de pan y un reguero de migas.
Asustado, miró a su lado. El maestro tampoco estaba. Fabuló que se habría retirado vaporosamente, como una madre que por fin ha acunado a su bebé. Se levantó y anduvo por toda la posada. Pero no había nadie.
Volvió al comedor y repasó otra vez el revoltijo de cuencos y el perfume rancio del último vino. Sólo flotaba el silencio matutino. Se ató las sandalias y se marchó.
Abajo le esperaba un vaho caliente de romero. Los tallos en flor se tambaleaban suavemente abrasados bajo el sol, y repicaban como cascabeles de tierra. Había puertas abiertas y gatos merodeando junto a las casas. Llamó a los vecinos. Recitó nombres propios. Nadie respondió.
La mañana se desmayaba como en liras rubias, y los ojos, aún dormidos en el lecho de vino y de polen, inventaron al maestro en la lejanía, brincando por las lomas como la gacela de Salomón. Afinó las pupilas, pero el espejismo se desvaneció. Sólo se percibía el horizonte silente y el bisbiseo aterciopelado de los gatos. Azorado, sediento, loco de incertidumbre, cogió un tallo de romero y huyó como un cervatillo, por el monte de las balsameras.
Los olivos de Getsemaní abrían sus manos recias al cielo y las aceitunas brillaban calladas como perlas negras. Siguió andando, se adentró en una arboleda y llegó a un claro en medio del bosque, bañado por un arroyo. Gritó. Llamó a Pedro y a Santiago. En vano. Sólo le escuchó una oreja ensangrentada. El misterioso lóbulo yacía en el suelo, picoteado por pájaros madrugadores, y siguiendo la estela roja, tres pasos más allá, dormía una sábana blanca, como muerta de miedo. Una lagartija asomó entre la tela y reptó hacia un agujero.
Se palpó la mejilla, donde aún latía la respiración del maestro, y se odió a sí mismo por haberse quedado dormido. Olfateó intensamente el romero, y aspiró el perfume de tal modo que el pecho se le agrietó de arriba abajo en forma de llaga púrpura.
Malherido, voló por caminos, pedregales y parajes escarpados, pero ningún prado de verduras, de flores esmaltado, dijo si por él había pasado. Ni siquiera las hijas de Jerusalén, solícitas y fragantes ninfas de la floresta, acudían para atestiguar que estaba muriendo de amor.
Getsemaní le acorraló amenazante como una fiera de zarzas negras, y corrió sollozando hasta las murallas de la ciudad. Quiso subir al monte para salar su tristeza, pero un relámpago cruel le rasgó los ojos. La cruz se alzaba en la cima del Gólgota y allí relucía, como fuera del mundo, toda la multitud congregada. Fue un instante: súbitamente, en un asfixia de romero, el apóstol imberbe desfalleció. Se derrumbó con el ansia íntima de escuchar por última vez, aunque fuera en el fondo del sueño, la voz del amado.

JOAN PAU INAREJOS, MARZO 2007

CANTAR DE LOS CANTARES

ÚLTIMA CENA , ORACIÓN EN GETSEMANÍ Y PRENDIMIENTO DE JESÚS

SAN JUAN DE LA CRUZ: CÁNTICO ESPIRITUAL